Ya se cumplió un mes de la excarcelación de Antauro Humala. En los últimos días hemos visto, por las noticias, que el condenado por rebelión y asesinato de policías ha iniciado una campaña política, con miras, seguramente, a perfilarse como candidato presidencial. Y es que, al margen de sus aspiraciones políticas, llama la atención, cómo es que buena parte de la población ha ido a sus mítines y actividades proselitistas para apoyar sus propuestas e ideas populistas y descabelladas.

Es lamentable – y preocupante – que un asesino de policías tenga el apoyo de la población. Alguien que no ha mostrado ninguna señal de arrepentimiento por el delito que cometió; por el contrario, ha dicho sentirse orgulloso de los actos criminales que perpetró. Realmente es algo que nos debería hacer reflexionar como sociedad, sobre la razón del por qué, personajes como Antauro Humala, que representan todo lo contrario a lo democrático, puedan tener aceptación entre la población.

Incluso, al sentirse respaldado popularmente, Antauro Humala, hace un par de días, tuvo la desfachatez de declarar que, si el Congreso aprobara la ley que busca impedir que sentenciados por homicidio postulen a la presidencia de la República, medio millón de reservistas se plantarían frente al parlamento, a fin de que deroguen dicha norma. ¡Qué tal cuajo!

Muchos analistas y políticos han señalado que Antauro Humala y su movimiento político son un grave riesgo para el país. Y, bueno, considerando las ideas que proponen los etnocaceristas, diríamos que es entendible cierta preocupación. Sin embargo, esta situación también podría despertar el ánimo de defender el Estado de derecho y las ideas que sostienen el respeto de los derechos fundamentales y las libertades individuales, haciéndole frente a los planteamientos de un nacionalismo disparatado, que apoya este nuevo humalismo.

En ese sentido, es necesario que surja una opción política que postule ideas que estén orientadas hacia el bienestar de la población, mediante propuestas acordes con el respeto de la persona, que defiendan sus libertades con igualdad de trato ante la ley. En suma, una alternativa política que realmente busque el desarrollo de la sociedad tomando en cuenta la dignidad humana.

Ello sucederá cuando aparezcan liderazgos realmente comprometidos con el país, que no solo busquen popularidad, sino que también lleguen a la conciencia del pueblo, mediante ideas y actos que generen verdadera convicción. El etnocacerismo, al igual que otras ideas trasnochadas y demagógicas, podría ser un riesgo para el Perú; pero es un riesgo que puede evitarse si realmente existe un ideal democrático que sea defendido por la ciudadanía.

Artículo publicado en El Reporte de Perú


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