“Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni del gobierno; es el defensor de la libertad “ Simón Bolívar

Las diversas manifestaciones que a diario se observan en el país en el ámbito económico, político y social evidencian sin duda alguna que Venezuela está en manos de un régimen eminentemente militar, porque lo cívico no se trata sino de un eufemismo, con el que se pretende hacerle creer al pueblo que el estamento civil tiene voz y voto en la toma de decisiones, cosa por lo demás falsa a todas luces. Para procurar convencer a sus seguidores de que el poder lo tienen en sus manos, persistentemente en todos sus actos proselitistas Maduro y el entorno gubernamental y de su partido, del cual por lo demás es Presidente, invocan recurrentemente que “su gobierno es cívico-militar”. Lo de cívico no es sino una fachada verbal rimbombante, que el argentino Norberto Ceresole sugirió al hijo de……Sabaneta pusiera en práctica,  cuando inició  su gobierno, la “cual acepto” de su asesor en aquel momento.

¿Quién era Ceresole? La prensa venezolana y concretamente el diario El Nacional ventiló en febrero del año 1999 explosivas declaraciones en las cuales el sociólogo argentino explicó haber trabajado con Chávez y así lo admitió cuando apenas tenía 30 días en el poder. “Lo conozco, le tengo mucho aprecio, pero no es mi asesor, ni está contratado por nadie”, señaló, sin embargo. Al día siguiente José Vicente Rangel, para aquel momento canciller, sorprendió al informar que el gobierno había invitado a Ceresole a abandonar el país, al mismo tiempo que negó cualquier vinculación con Chávez y lo calificó de “figura despreciable”.

¿Qué fue lo que ocurrió entonces, para que se produjera tan violenta desvinculación entre Ceresole y el régimen de Chávez? Lo cierto es que las contradicciones se hicieron más evidentes cuando Luis Miquelena, ministro del Interior, desmintió a Rangel y dijo que el gobierno no había expulsado al sociólogo argentino, sino que le llamó la atención, porque su presencia en Venezuela estaba siendo utilizada por la oposición para desprestigiar a Chávez y atribuirle un carácter dictatorial a su gobierno. El sureño amenazó al canciller con una demanda por difamación e injuria, tras su salida de Venezuela rumbo a Madrid por voluntad propia, por lo que el gobierno cerró la polémica, pero no aclaró la versión de que Norberto Ceresole estuvo en el Palacio de Miraflores, el 18 de febrero de 1999.

Lo cierto es que si hubo influencia ideológica de Ceresole con Chávez y su amistad habría pasado desapercibida sino no hubiese sido por la magnitud de los pronunciamiento hechos por el propio Ceresole, entre los que afirmaba que “la democracia no sirve, los corruptos son irrecuperables, y a los que gobiernan  hay que pulverizarlos, los judíos distorsionan las cifras exactas del llamado Holocausto y como buen racista, tengo un amigo judío en alguna parte del mundo”.

A todo ello se suma que el escritor, historiador y ex miembro de la Comisión Constituyente Jorge Olavarría, tras una análisis de una misiva presidencial a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, encontró la influencia de Ceresole en una muy reveladora expresión de la “quincalla ideológica” que le había sido transmitida a Chávez por su mentor, el neonazi y antisemita argentino. Carta que según el difunto Olavarría, quien fuera candidato presidencial, es “un reflejo casi literal de las ideas, frases, mentalidad, raciocinios, inflexiones y citas visibles en los trabajos dejados por Ceresole, uno de ellos titulado Caudillo, ejército y pueblo y otro El modelo venezolano o la Posdemocracia.

En 1999, es decir desde la llegada al poder del entonces teniente coronel Hugo Chávez Frías, cientos de militares fueron incorporados a la administración pública, muchos de ellos en puestos claves, como ministros, directores generales, presidentes de Institutos Autónomos y empresas del Estado, gobernadores, alcaldes, Asamblea Nacional, diplomáticos y demás. Cargos que desde entonces comenzaron a detentar los militares sin ningún empacho y a la vista del estamento civil, que comenzó a ver o admitir, casi como una situación normal este hecho, único en la historia del país en las últimas décadas del pasado siglo XX.

Nicolás Maduro desde que asumió el poder en 2013 y al transcurrir poco tiempo en el poder comenzó a observar una creciente pérdida de las bases sociales que sostenían al chavismo, por lo que optó por militarizar más aún el Estado, para garantizarse al menos el apoyo de las Fuerzas Armadas frente al descontento generado por la creciente crisis económica, social, moral e institucional que hasta la presente fecha vive la nación. Lo grave es que este compromiso del sector militar en la conducción del Estado lo hace participé de la corrupción, y de nada vale que el gobierno esté militarizado y que sea la única manera de que se mantenga la  revolución socialista, marxista y mal llamada bolivariana. ¡ Tanto va el cántaro al agua, que por fin revienta!

Maduro no es estadista ni mucho menos que se parezca, pues no tiene nada de brillante y por el contrario su ignorante histrionismo lo presenta ante el país como un individuo ignaro, vulgar, extravagante, torpe, poca educación y su verdadero origen permanece en el más absoluto misterio, el mismo que si algún día se llega a revelar, generará el mayor escándalo a nivel internacional, por cuanto Venezuela sería el primer país del mundo en haber sido gobernado (¿) por un impostor forastero. Por ello, intuimos logró implantar una dictadura peor que la cubana, gracias al diligente trabajo iniciado por el hijo de… Sabaneta, su padre putativo, quien paradójicamente llegó al poder por la vía democrática del voto.

Para propios y extraños no es nada nuevo la enorme influencia y apoyo del gobierno cubano en la implantación del nuevo régimen de fuerza que impera en el país y que afecta a la región. Si el delfín de Fidel Castro no hubiera fallecido, habría seguido el mismo derrotero de arrasar con todas las libertades en el país. Con su orden de “exprópiese” se inició la hecatombe económica y con su odio y rencor con quienes se le oponían mostró su desprecio tildándolos de “escuálidos”, “vende patrias”, “golpistas”, “aliados del imperio yanqui” y demás epítetos que con sorna, solía esgrimir en sus tediosos programas televisados en cadena: Habla el Presidente. 

Estamos al frente de una dictadura que solo es la culminación de un proceso maquillado por Fidel Castro, mucho antes de que Chávez llegara al poder, pues fueron años de adiestramiento desde La Habana, en el que incluso participó Maduro y que antes en la década de los 80 se inició con el fracaso de un golpe de estado contra Carlos Andrés Pérez, legítimo presidente de Venezuela.

Chávez prometió luchar contra la corrupción y en 1998 al conquistar la presidencia de la República, inició una nueva era de descomposición política. Con sus actos demostró que jamás quiso a Venezuela, pues su lealtad estaba plasmada solo con Castro y Cuba, cuya bandera comenzó a flamear en cuarteles e instituciones públicas en muestra de su indeclinable amor por la tierra de José Martí, para cuyo efecto no le importó regalar la riqueza del país a las ávidas arcas del estado cubano.

Maduro solo ha completado la catástrofe y el desplome iniciado por su antecesor y no sólo demuestra su lealtad a toda prueba para la cúpula gobernante cubana que logro su objetivo de reemplazar a Chávez, por encima de Diosdado Cabello, individuo demasiado astuto para los fines y propósitos de La Habana. Probablemente por esta otra razón Maduro, ya en el poder ha buscado desde el 2015 la manera de eliminar todos los impedimentos que lo separan de un gobierno absolutista, pero que se le fue de las manos al perder la mayoría de la Asamblea Nacional, a la cual hasta la presente fecha desconoce.

El futuro de Venezuela yace en escombros, pues el país está dominado por la autocracia en manos de Maduro y para el pueblo venezolano luce difícil sacudirse de esta nueva dictadura, pero no imposible, por cuanto retornar a la democracia y las libertades dependerá de la ayuda que Venezuela pueda recibir del exterior, mediante la aplicación de un aislamiento al régimen que cuenta con aliados como Cuba, Rusia, Irán y China, países que cuidan sus propios intereses dirigidos al provecho que puedan sacar, de la aún rica nación cuna del padre de la patria y Libertador de cinco naciones: Simón Bolívar.

Estamos en presencia, no de un gobierno cívico-militar… sino cínico y militar.

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