No obstante, el tiempo transcurrido, la apelación a ese breve, aunque sanguinario, lapso de la Revolución Francesa, sigue siendo un hito importante en la caracterización de un régimen de terror, ya que los esfuerzos recientes para definirlo jurídicamente no concuerdan, y dejan a tan importante concepto sin firme asidero legal. Recordemos memoria.

Reinado del terror, también llamado el terror, francés La Terreur, período de la Revolución Francesa del 5 de septiembre de 1793 al 27 de julio de 1794 (9 Termidor, año II). Con la guerra civil que se extendía desde Vendée y los ejércitos hostiles que rodeaban a Francia por todos lados, el gobierno revolucionario decidió hacer del «Terror» el orden del día (decreto del 5 de septiembre) y tomar medidas severas contra los sospechosos de ser enemigos de la Revolución (nobles, sacerdotes y acaparadores). En París siguió una ola de ejecuciones. En las provincias, los representantes de los comités de misión y vigilancia instituyeron terrores locales. Fue un período, no un Estado.

Mas, en la teoría y práctica políticas latinoamericana, el concepto de Estado terrorista ha sido utilizado por el activismo en derechos humanos, de modo reflexivo, con objeto de deshacer y cuestionar esas formas en las que se encarnó ese sistema-de-Estado en tiempos de la última dictadura militar argentina. Antes que, meramente fetichizarlo y reificarlo, fue una potente categoría que ha permitido desestructurarlo, desmitificarlo, develar el secreto de su lógica represiva, el centro de su poder militar.

El término de Estado terrorista ha permitido una abstracción, que sintetizó la orientación estatal de aquellos individuos (fundamentalmente miembros de las Fuerzas Armadas y de seguridad) y de todos aquellos involucrados en la tarea de reproducción de la ideología vigente. Esta orientación estatal pudo ser descifrada mediante la creación del concepto de “Estado terrorista”, porque el activismo en derechos humanos comprendió cabalmente que esta idea-de-Estado como una “cosa” diferenciada, como entidad muy poderosa, era una ficción que estaba en la base del poder indudable de las múltiples relaciones sociales, prácticas y discursos que llamamos “el Estado”.

A pesar de su indefinición jurídica, o sus dudas, somos conscientes de que hay países en los cuales, en la actualidad, hay terrorismo de Estado, entre ellos: Sudán, Cuba, Venezuela y Nicaragua encajan perfectamente en la que Garzón Valdés propone como definición de terrorismo de Estado: «El terrorismo de Estado es una forma del ejercicio del poder estatal cuya regla de conocimiento permite y/o impone, con miras a crear el temor generalizado, la aplicación clandestina, impredecible y difusa, también a personas manifiestamente inocentes, de medidas coactivas prohibidas por el ordenamiento jurídico proclamado, obstaculiza o anula la actividad judicial y convierte al gobierno en agente activo de la lucha por el poder».

Sin dudas, el gobierno venezolano es un agente activo, y es decisivo en la “preservación del poder”, no la lucha. Este es su único objetivo, lo demás sigue… Esa es su regla de conocimiento, no hay otras. Las medidas coactivas y, sobre todo represivas, son ejercidas por excrecencias da las FANB, asesoradas por diestros policías y espías cubanos, las neuronas de los militares “patrióticos” responsables del genocidio, el hambre y, en concreto, de la horrible tragedia en que malvive el pueblo venezolano. Su regla de acción es el secuestro, la tortura y la muerte.

Debo decir, en razón de una mínima moralia, que la oposición seria, con la dichosa excepción de Acción Democrática, no ha estado a la altura de un pueblo que depositó en ella su confianza. Yo diría que, en el caso de la indecente “oposición minoritaria”, son unos traidores. Es perder el tiempo, el espacio e irrespetar al avezado lector, volver a citar las ejecuciones extrajudiciales ejercidas por el Sebin, el grupo de exterminio FAES, los colectivos y la Guardia Nacional, como fuerzas que ejercen el temor generalizado en la población.

¿Qué hacer ante este monstruo que combina a Hitler, con Stalin y Fidel Castro? En pocas palabras: unidad, organización, coraje, crear una resistencia clandestina que golpee donde le duele al enemigo, sin piedad ni vacilación. Precisar a aquellos miembros de las FANB, descontentos y poner en marcha una red conspirativa oscura, precisa, silenciosa, sin prisas que aflore sus armas cuando, en el seno de las mismas FANB, sea propicio, con el grito de libertad en sus cañones.

No tengo la menor duda de que este pueblo extorsionado, comedor de basura por primera vez en su vida, reprimido hasta la frustración, que camina al borde del sepulcro de un malvado, los acompañarán hasta su último aliento.


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