Venezuela Colombia, Duque sobre régimen venezolano: "No podemos tener relaciones débiles con quienes quieren pisotear las instituciones democráticas"

  • Como ha ocurrido con sus predecesores, Nicolás Maduro e Iván Duque, influidos por sus futuros domésticos inciertos, apelan a una retórica belicosa y danzan una coreografía guerrera   
  • La historia enseña que detrás de muchos conflictos se agazapa la irracionalidad. Robert McNamara “el más brillante entre los brillantes de su generación”, escaló la guerra de Vietnam en momentos en que toda la inteligencia disponible indicaba que su país sufriría una humillante derrota
  • El ataque a Pearl Harbor no fue parte de un diseño estratégico de alto vuelo sino una decisión militarista circunstancial que al final colocó a un Japón destruido y de rodillas
  • El canciller Bismarck de Alemania predijo: “Alguna idiotez en los Balcanes desencadenará la próxima guerra”. El asesinato del Archiduque de Serbia fue la “idiotez” que sirvió de detonante de la Primera Guerra Mundial

El enero de 2008, después de que Chávez acusara a Colombia de fraguar una “provocación bélica” contra Venezuela, movilizó tropas y blindados a la frontera. El general en jefe Raúl Isaías Baduel, en un abierto desafío al presidente venezolano, se dirigió a Colombia, para recomendarle que ignorara “toda esta verborrea y falta de respeto”. En el mensaje de Baduel subyacía una advertencia clara a Chávez y a la FAN. Ante un escenario de conflicto con el vecino lo primero que entonces venía a la mente de un oficial eran las vulnerabilidades, no sólo de la institución castrense, sino la de un país profundamente dividido en el cual la mitad de la población, civil y militar, ya había sido persuadida por el propio comandante en jefe de la FAN que eran tan enemigos como el potencial adversario colombiano.

Habían transcurrido entonces diez años de prédica divisionista constante y de deterioro económico. ¿Cómo persuadir a millones de venezolanos estigmatizados como “traidores a la patria” a que lucharan en contra de una nación que ostenta muchos de los valores democráticos que les niegan en su propio país?  Diez años más tarde esta premisa sigue vigente. A esta intrínseca debilidad se agrega el impacto moral que han sufrido los uniformados como consecuencia de la sedicente invasión de cubanos e iraníes en sus filas y para quienes la sola consideración de una hipótesis de guerra con Colombia es alarmante. El comandante Joel Acosta Chirinos, prohombre del 4-F y compañero de armas de Chávez, le recordó que él sabía de “la debilidad de la FAN en comparación con el armamento que posee Colombia”. En efecto, no era ningún secreto militar que esa actitud pendenciera habría colocado a la FANB y a Venezuela en un serio predicamento. Afortunadamente, tal como lo recomendó el general Baduel, Colombia hizo caso omiso a las bravuconadas de Chávez y no pasó nada.

Los verdaderos enemigos

En la Venezuela bolivariana, por decisión propia de chavistas, sus mayores enemigos están dentro del país. Tratar de unirlos a través de una “aventura patriotera”, como ha ocurrido tantas veces en la historia, sería tan ingenuo como hacernos creer que los colombianos son enemigos. El arsenal convencional que adquirido a Rusia, además de que deja sin pies ni cabeza la infantil doctrina de la “guerra asimétrica”, en la cual se invirtió ingentes recursos y ridículos discursos, es sólo uno de los factores en la ecuación de un potencial conflicto con Colombia.

En la tradicional hipótesis de conflicto entre Colombia y Venezuela, la FAC se ha reservado la ofensiva en virtud de que Venezuela ha estado en posesión de los territorios que el vecino ha reclamado. La estrategia logística colombiana contempla incursiones simultáneas al Guri, Complejo de Jose, Amuay y el bloqueo del canal del Lago de Maracaibo. Esta hipótesis prevaleció hasta que llegó Chávez, quien parecía dominado por un temperamento mercurial. Pronto los colombianos descubrieron que sus broncas era mucha pluma y poca carne. En el fondo descubrieron que Chávez era más bien pusilánime y así lo demostró en varias ocasiones.

En 2008 Chávez acusó a Uribe de ser «un mero y triste peón del imperio norteamericano, para actuar contra los pueblos de América Latina». «Un hombre así no merece ser presidente de un país, cobarde, mentiroso, cizañero, maniobrero. Uribe sirve para ser jefe de una mafia con fuertes conexiones con el paramilitarismo, solo que los gringos lo protegen, porque es su peón». ¿Una proyección? En psicología se refiere a tomar inconscientemente emociones o rasgos no deseados que no te gustan de ti mismo y se atribuyen a otra persona. Pocos meses después, Chávez invitó a Uribe y se reunieron en Falcón. Los abrazos y sonrisas no cesaban.

En momentos en que el presidente electo de Colombia, Juan Manuel Santos, era el candidato más favorecido por las encuestas, el presidente Chávez sentenció que aquel era un «lobo disfrazado de Caperucita» que bien pudiera generar «una guerra en esta parte del mundo cumpliendo instrucciones de los yanquis». Poco tiempo después los abrazos y sonrisas con Santos se repitieron. Los colombianos se convencieron de que el bocón de Chávez era definitivamente domesticable.

El factor gringo

¿Está preparada Venezuela para una confrontación militar con Colombia en momentos en que colapsan servicios vitales asociados a la seguridad y la defensa del Estado? Sobre esta interrogante conversamos hace unos años con Víctor Poleo, ingeniero eléctrico, profesor de posgrado de la UCV y uno de los venezolanos con mayor dominio en el campo de redes eléctricas. Su respuesta sigue vigente y no pudo ser más clara: “La vulnerabilidad interna de Venezuela se ha agudizado con la crisis eléctrica y el abastecimiento de agua potable. Es bien conocido, en teoría del conflicto, que la electricidad y el agua son objetivos militares, de modo que ‘el ejército de ocupación’ que ahora gobierna en Venezuela ha logrado, irónicamente, ‘sabotear’ esas infraestructuras antes de que las destruyan los enemigos”.

El número de tropas entrenadas en Colombia por el Pentágono solo es superado por aquellas entrenadas en Corea del Sur. Desde la Segunda Guerra Mundial, Colombia es uno de los pocos ejércitos del mundo que ha acumulado más horas de entrenamiento en combate real. Esa oportunidad de desplegar equipos, sistemas, tecnología e inteligencia en conflictos reales no tiene sustituto en una corporación militar, por muy avanzada que sean sus academias y cursos de entrenamiento y promoción.

Los incrementos del presupuesto de Defensa de Colombia desde 1998 fueron exponenciales en tiempos de guerra interna y su establecimiento militar, considerado como un todo, tiene pocos rivales en América Latina. El vecino país se preparó para seguir el formato que los civiles expertos en defensa del Pentágono han impuesto a sus fuerzas armadas: la revolución en asuntos militares (RMA). Tropas no convencionales, ágiles, con gran capacidad de movilización y alta tecnología aplicada a la inteligencia y al combate. Esta tendencia incluye el “outsourcing” militar, una práctica que se origina en las grandes corporaciones privadas y consiste en promover una mayor eficiencia reduciendo al máximo actividades que pueden ser contratadas fuera de la organización y que en el argot castrense se conocen como corporaciones militares privadas (Private Military Corporations o PMC).

Es, pues, un peligro que Maduro y Duque, al tiempo que se juegan sus inciertos futuros políticos, practiquen esa coreografía bélica. Parafraseando a Bismarck, se podría decir que en ese juego una idiotez podría desencadenar una guerra de verdad y las idioteces son, si duda, una de las más destacadas características de la Venezuela política de estos tiempos.


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