Foro Penal, El Nacional
Foto: Archivo

Reprimidos, encerrados, enfermos, abandonados, torturados, el régimen mantiene a casi 300 presos políticos entre civiles y militares. ¿Qué gana con esas crueldades e injusticias? Una serie de cambios se están produciendo en el mundo y entre ellos, pero para mal, está esta Venezuela que, diga lo que diga el castro-madurismo, no levanta cabeza.

Mientras productores de petróleo aprovechan aumentos de precios y la todavía necesidad mundial de la energía petrolera, aunque cada día un poco más otras energías menos contaminantes ganan terreno, Venezuela sigue convertida en productos y exportador de tercera o cuarta categoría, ya no es confiable, con carencias molestas e incómodas de combustibles, forzando a los conductores privados, transportistas de pasajeros y camioneros no solo a hacer humillantes largas colas, sino a pagar por una gasolina de baja calidad y exageradamente costosa.

Países de Latinoamérica que viajan a pasar el rato en una conferencia inservible, inútil, etérea, del Alba, en el único país casi tan pobre como Haití, ven con ojos ambiciosos las posibilidades de negocios con la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, China y buena parte de una Asia pujante.

Venezuela está quedando rezagada, por terquedad, ideología o desconcierto -¿o los tres?- del presidente y el grupo de sumisos incompetentes que tiene como gabinete de confianza. En sus manos un país de enorme potencial que solo se caracteriza por su miseria, pobreza, malestar de la mayoría de la población, por la mirada fija y suspicaz de verdaderas potencias del mundo, una moneda que nada vale; una economía en decadencia atascada en la incapacidad, por ser utilizada, aprovechada, por criminales de diferentes latitudes para robar su producción minera y alardear de sus propias geopolíticas.

Y por la feroz represión policial-militar dirigida por castro-cubanos cuya corona son centenares de presos y exiliados políticos en las peores condiciones.

¿Qué pasaría si el oficialismo comienza a abrir puertas, ayudas, alianzas a las grandes empresas estadounidenses y europeas? Ellas mismas se encargarían de lograr no la suspensión pero flexibilización de las sanciones. Venezuela no tiene dinero ni capacidad política para rescatar la industria, producción e ingresos petroleros; Shell, Standard Oil y otros gigantes de la energía sí, aunque exijan condiciones especiales que serán protestadas por una oposición a la cual  pocos hacen caso pero paliadas por dinero que terminaría en beneficio público. Si quieren más detalles fíjense aquí mismo, al lado, en Guyana, convertida en potencia petrolera abriendo espacios a esas empresas -y, de paso, quedándose de una vez por todas con el Esequibo, ante la desidia, apatía e indolencia venezolana.

Como con el petróleo, en diversos sectores de la economía, incluyendo la minería del llamado “Arco Minero” que hoy no es más que zona de explotación brutal sin respeto al medio ambiente, de olas de pequeños mineros que mucho piensan en los poquitos que van consiguiendo y poco en el país.

Con el poder en la mano, solo le falta ejercerlo en la forma correcta. Tener presos políticos no va a darle tranquilidad pero sí una constante crítica de las democracias del mundo. Un extraordinario regalo de Navidad para el país, miles de venezolanos y su propio régimen, es liberarlos.

Algunos regresarán a ser activos opositores, los militares ya han perdido sus carreras, se irán a recuperarse en sus casas, el país ganaría alegría y el régimen una nueva mirada de la comunidad internacional además de argumentos sólidos para la progresiva suspensión de sanciones y la clemencia de la Corte Penal Internacional.

El peor negocio es enfrentar a su vecina Colombia, país favorito de Estados Unidos, con una economía que aunque con altibajos, crece. Los narcoguerrilleros pueden tener cómplices en Venezuela y su estructura de mando, pero son mal negocio para la estabilidad y respeto mundial.

Rusia y China están lejos, Estados Unidos a pocas horas de vuelo. Cuba puede ser astuta pero no ayuda más allá de la asesoría en represión, y sigue siendo una nación incapaz de producir nada sino mentira y represión, porque hasta sus excelentes jugadores de beisbol escapan y quienes tienen una oportunidad huyen despavoridos.

El único problema de liberar a los presos políticos es qué hacer con el enorme grupo de desempleados carceleros, torturadores y asesinos que se encargan de ellos, pero muchos podrán ser reinsertados en la Fuerza Armada, otros terminarán convertidos en bandidos.

En cambio, esa liberación daría al régimen aire nuevo, cara que podrá ser vista y escuchada universalmente, se pondría en un pináculo de interés complaciendo lo que el mundo pide, ser un demócrata que dio un giro para llevar al país de nuevo hacia la prosperidad y bienestar. ¿Ilusión y mucho pedir?

@ArmandoMartini


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