Foto Revista Semana

Largo título para una historia difícil de imaginar por Steven Spielberg y Julio Verne. Una de esas historias, disculpando el lugar común, en donde la realidad supera con creces a la fantasía.

Por supuesto, me refiero a la increíble aparición, después de cuarenta días, de cuatro niños colombianos, ahora inmortales, sobrevivientes de un accidente aéreo en una de las selvas más intrincadas del mundo.

Al momento de escribir esto, aún no está muy claro de cómo ocurrió este milagro de super-supervivencia humana. Desde aquellos famosísimos sobrevivientes de los Andes no había sucedido una historia tan espectacular con el detalle, sin desmeritar a los sobrevivientes uruguayos, de que se trata de cuatro niños incluido un bebé que cumplió un año de edad estando perdido en la selva.

En esta historia hay que destacar la tenacidad, la experiencia y perseverancia de los equipos de búsqueda y de rescate de Colombia, así como la colaboración de las comunidades indígenas y el Ejército. Fue una búsqueda que hará historia cuando en el futuro se hable sobre operaciones de rescate.

Como soy escritor, me gustan las historias detrás de las historias y me he emocionado con un héroe no humano como lo es un perro pastor alemán llamado Wilson, pieza clave en esta odisea.

Wilson, un perro entrenado en búsqueda de personas desaparecidas, encontró rastros de los niños en la intrincada selva y como si supiera que ellos estaban esperándolo, se adelantó a sus entrenadores, quienes, gracias a él, lograron el final feliz que estamos celebrando. El perro encontró a los niños y estuvo con ellos dándoles ánimo durante cuatro días; cosa que les trajo alivio a los pequeños, ya que intuían que sus salvadores estaban cerca, razón por la cual esperaron en el sitio del rescate.

Lamentablemente, Wilson, quizás por hambre o por su instinto de búsqueda, al cuarto día de estar con los niños, desapareció. Hasta ahora no han podido encontrarlo. Confío en que San Francisco de Asís nos ayude a recuperar a este héroe.

Estos increíbles niños sufrieron un espantoso trauma, muy difícil incluso para cualquier adulto. Primero, el accidente aéreo en sí mismo; luego, estar con el piloto y otro pasajero muertos los dos y lo peor, ver a su madre gravemente herida durante cuatro días hasta que fallece. Realmente cabe preguntar: ¿de dónde sacaron las fuerzas necesarias para seguir adelante y luchar por salvarse?

Por supuesto, en esa historia, hay también una heroína, la hermana mayor de los niños, quien con tan sólo 13 años se responsabilizó de sus hermanitos y, cargando al bebé entre sus brazos, me imagino que les dijo: “¿Saben qué? ¡Estamos vivos y vamos a salir de esto!”.

¿Qué hicieron? ¿Cómo lo hicieron? ¿Qué comían? ¿Cómo bregaron y alimentaron durante cuarenta días a un bebé de un año? Aún, hasta hoy, no lo sabemos, pero pronto nos enteraremos.

Esta historia me tiene y creo que tiene a la humanidad conmovida. Esta historia, habla de cuán frágiles y fuertes somos a la vez. Estamos vivos y en el siguiente segundo podemos estar muertos.  Esta historia habla de que la vida nos la han prestado por un ratico. Nos habla de que nuestros problemas, por más difíciles que sean, tienen solución. Nos habla sobre un amor intenso que salva vidas cuando una niña de 13 años, cargando a un bebé y cuidando a otros dos niños, guiada e iluminada quizás por Dios, logra un milagro. En fin, esta historia nos cuenta sobre unos niños perdidos que lograron encontrarnos a nosotros, para que tuviéramos la fuerza de afrontar la vida con amor y esperanza.

Cuatro niños perdidos y un perro nos han enseñado que no todo está perdido.

@claudionazoa


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