La crisis que hemos padecido desde la llegada de Nicolás Maduro al Palacio de Miraflores se ha hecho insostenible. La permanente emigración de los venezolanos, la crítica situación económica y el hambre que campea nos tiene, como dice el refranero popular, “con los ojos claros y sin vista”. El conductor de Miraflores es consciente de lo anterior, así como de las opciones que tiene: correr o encaramarse.

Mientras la mencionada situación avanza en su proceso de cocción, el reporte de analistas y encuestadores pone de manifiesto que el sucesor de Hugo Chávez Frías tiene en este momento un nivel de rechazo que se acerca al 70%. Lo expuesto no es nada sorpresivo si tenemos en cuenta que, a pesar de los “grandes esfuerzos” que ha venido haciendo el mandamás venezolano, el malestar de nuestro pueblo pica y se extiende, sin parar. Ello ha generado que el nivel de apoyo que recibe Nicolás por parte de quienes residen en el país se ubique en un escuálido 20%.

Lo últimamente indicado, que debería ser motivo de gran alegría para los venezolanos que sufren el imparable aguacero de muchos años, no ha sido suficiente para generar el sosiego correspondiente. La percepción que se tiene es que el país sigue en crisis y embochinchado. Así pues, generamos más lástima que alegría; es lo que evidencian los hechos.

Si bien un importante sector de la oposición acordó elegir un candidato para que se mida con el sucesor de Chávez, lo real y verdadero es que el número de los participantes contrarios al régimen se acerca a la veintena. Adicional a lo anterior, está el hecho de que algunos de ellos, como es el caso de Henrique Capriles Radonski, tienen impedimentos para participar en virtud de medidas impuestas por órganos de la dictadura. Así las cosas, el arroz con mango está servido por la revolución porque, según los revolucionarios, de ese modo es que se gobierna.

Como si no fuera suficiente lo anterior, un estudio realizado por Datincorp a comienzos de febrero puso de manifiesto que 70% de los venezolanos está decepcionado de los políticos; adicional a eso, 47% de nuestros compatriotas prefiere un candidato que sea independiente. Sólo 14% de la gente apoya a un candidato vinculado a los partidos tradicionales. Como bien lo dice el refrán, éramos muchos y parió la abuela. Sin duda, los venezolanos estamos fregados por todos lados, mas no dejamos de ser exquisitos.

Lo anterior pone entonces de manifiesto que la mayoría de los compatriotas opuestos a la dictadura roja rojita están, “sin querer queriendo”, apostando al fracaso de la oposición, lo que muchos ven como un sin sentido. Pareciera que el desvarío está en la esencia del ser venezolano, algo inconcebible si sopesamos lo que está en juego: dictadura in saecula saeculorum. ¿Quién es entonces responsable del enredo que ha surgido? Hay quienes culpabilizan al desorden opositor.

Sí, hay que repetirlo una vez más: somos un país en crisis que además persiste en rendirle culto al bochinche. Si continuamos por esa ruta seguiremos embrollados. ¿Realmente estamos claros? Ahí precisamente está el detalle.

@EddyReyesT


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