Con este escrito continuamos nuestras reflexiones sobre el curso de la historia en los próximos 50 años.

Las ideologías son sistemas de recursos argumentales para soportar y expresar intereses compartidos por sectores de la población. Acompañan el crecimiento de la racionalidad moderna ocupando espacios tradicionalmente tomados por las religiones. Son criterios y referentes que le permiten a grupos o partidos distinguir, con cierta fidelidad, lo falso de lo cierto, lo correcto de lo incorrecto, los próximos de los extraños.

Aun cuando ya se encuentran trazos ideológicos en Maquiavelo, ellas surgen y se desarrollan en América y Europa argumentando la guerra de Independencia, la Ilustración, la Revolución francesa y el poder napoleónico. Eran los modos de la verdad.

La adjetivación de “izquierda” o “derecha” tiene que ver con la ubicación de los partidarios en la Asamblea francesa, pero hoy esos términos son usados como clisés periodísticos y políticos para simplificar la comunicación e inducir acatamiento no reflexivo. Se le atribuyen proximidades a intereses económicos o políticos con términos como: mercado, capitalismo, socialismo, populismo, nacionalismo, fascismo… un diccionario difícil de llenar porque los significados varían frecuentemente.

Pero violando las mismas ideologías, surge un pragmatismo que se adecua a las exigencias electorales, a las necesidades propagandísticas o al empleo de la fuerza para mantenerse en el poder. Esto ha ocurrido en Venezuela con el socialismo del siglo XXI que acude al rentismo, a la riqueza petrolera y a las expropiaciones, toma expresiones del socialismo marxista y trata de armarse como un sistema de ideas, pero no lo logra y se viene abajo al caer los precios petroleros, llevando al país a la miseria actual y a turbias negociaciones. Como hasta ahora ha ocurrido en toda Latinoamérica, más allá de la devoción a los líderes y caudillos, no se logran armar ideologías y menos realizar proyectos de país.

Lo digital y la conectividad complican más esa situación. A los hechos y a las informaciones nacionales se le agregan la propia y la importada intensidad mensajera que termina siendo indistinta. Lo que ocurre en Colombia, en Argentina o Israel atraviesa la tragedia nativa cotidianamente y, todo ello, en el trágico caldo de la pandemia: los componentes necesarios para una orquesta religiosa.

En Venezuela, como en otros países latinoamericanos, las fidelidades ideológicas son mercancías de uso barato y frecuente. Las ortodoxias ideológicas como sistemas de enunciados resultan ser poco prácticas para mantener o incrementar el poder. Se termina por caer en un pragmatismo incrementado por múltiples corrupciones de carácter muy variado: cargos, drogas, tráfico de dinero, cuotas de poder…

Aun así, sobreviven organizaciones internacionales que tratan de preservar una cierta fidelidad y convergencia ante ciertos temas y/o problemas como el hambre, la contaminación, la violencia de género y que sirven de soporte a protestas y manifestaciones.

Ahora la intensidad de la comunicación digital complica esas denominaciones de izquierda o derecha, pero siguen usándose, a pesar de las múltiples variaciones en actitudes y lenguajes en el mundo.

Surge esa mitología digital. El uso intenso y generalizado de los medios debilita la fuerza de los argumentos por lo que las verdades se vuelven así: inasibles. Los grupos o personajes que buscan poder económico, militar, religioso, artístico tienen que negociar con esas maneras de la verdad, como ya lo hicieron las religiones creando santos, mártires, símbolos, historias, milagros. La realidad no resulta obvia. No está allí esperando. Cada vez depende más de los instrumentos que las crean.

La aldea

La descentralización geográfica de las ciudades, se repetirá en una descentralización ideológica o religiosa. Seguirá existiendo la fe religiosa y el seguimiento de líderes, pero los centralismos marcados por intereses dominantes nacionales e internacionales disminuirán considerablemente. Las proximidades e intimidades comunitarias les pondrán caras a las diversidades, no serán anónimos.

El arte, fuente infinita de realidades, ocupará cada vez un mayor espacio. Una vida más intensa y extensa en la medida en la que autómatas y robots hagan el trabajo reduciendo los horarios obligados y redescubriendo la inmediatez.

[email protected]

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!