Vivir, para los humanos, está llegando a ser aún más que la experiencia sensorial directa con un entorno real, esa que conocemos y que por supuesto nos conecta y sintoniza con lo físico-material, y que nos produce emociones. Nuestra inventiva, gracias a la imaginación y el conocimiento, nos permite trascender ahora esas típicas fronteras.

Nacemos en cualquier lugar del mundo por un azar misterioso del destino. Mediante relaciones de interacción signadas por determinado entorno que comprende el ambiente, las costumbres, la cultura, la vida misma da pie a la procreación. Con el pasar del tiempo, quienes se hacen cargo de nosotros, padres, abuelos, tíos, allegados, nos cuidan, y como seres sumamente vulnerables que somos durante varios años, al menos una década, vamos de la casa a la escuela y otros sitios donde todo niño debería tener derecho a estar bien protegido, para vivir, para crecer. Así se verifica nuestro proceso de aumento de tallas, pero ello nos debería garantizar también oportunidad de un óptimo crecimiento integral, mental y espiritual, para una mayor  calidad de vida individual, familiar y social.

El espacio virtual ahora nos inunda con sus posibilidades y desafíos. En lo económico y sobre todo en lo social. Desde la seguridad y hasta la higiene mental podrían estar comprometidas de no dársele el mayor y mejor uso a las inverosímiles posibilidades de las nuevas herramientas la singularidad.

Una ciudad es esa unidad de territorio, de cultura e intercambio social, que mediante un numeroso conjunto de actividades e interacciones conlleva a que ese ser humano se identifique como perteneciente a la misma. Así se pasa a crear un vínculo mental de “familiaridad” con dicha ciudad, y hace que se desarrolle el sentido de pertenencia. Así la ciudad es la gente. Con el tiempo, una ciudad será el producto del crecimiento y desarrollo de su gente. Todo lo demás vendrá por añadidura.

Los que llegaron antes, los que nacieron antes, los que construyeron antes son los que van dejando una estela, para bien o para mal, de lo que le vamos sucediendo y heredando en ese quehacer del tiempo a nuestros menores. Con, o sin el debido desarrollo físico-ambiental, y también del indispensable desarrollo del mejor ambiente social posible los pequeños crecen y son producto de realidades y de ahora también de virtualidades.

La vida, aún en una ciudad consolidada, donde se pudiera nacer y vivir por muchos años, siempre está en constante cambio, en movimiento. La vida es en sí misma un acto de siempre comenzar y recomenzar, una y otra vez cada día. Encontrar espacios para desarrollarnos en nuestros talentos y preferencias. Para descubrirnos a nosotros mismos, en ese intercambio con nuestros semejantes que experimentan el vivir, más que habitar, en tal espacio, nuestra ciudad compartida.

En esta nueva y definitiva era del mundo globalizado y multipolarizado entre países poderosos, se destacan las ciudades claves del quehacer humano de la producción de la llamada inteligencia artificial, de los avances científicos, de la concentración del progreso de la medicina y de los mejores médicos para los tratamientos de las más temidas enfermedades, como el cáncer por ejemplo. Las ciudades se disputan condiciones para asentar estos seres muy bien formados y educados para ser forjadores de futuro. Aún hasta lo que pareciera superfluo, como lo es la búsqueda de la belleza física, por ejemplo con intervenciones de verdaderos escultores de la estética, tanto femenina como masculina, desde estas ciudades de fabricación del ser corporal, otros se forman para discutir y reflexionar sobre las necesidades apremiantes que millones de seres que habitan en otros mundos, es decir se forman en el estudio de la política, para entender y atender a esos millones de seres desde donde se reclaman una oportunidad para acceder e ingresar a ese torrente de actividad económica de estas privilegiadas ciudades, para cambiar sus destinos y el de sus descendencias.

Muchos episodios hemos presenciado de noticias de inmigrantes maltratadas, violadas y asesinadas durante su recorrido, o en los lugares de destino. Ciudades pequeñas de tránsito como Iquique en Chile, en Necoclí en la costa este de Colombia, la cual recibe muchos migrantes desde Haití y Venezuela en vía hacia Panamá. Centroamérica es pasaje para seguir camino a los que legalmente les permitirán cruzar, que son unos 500 cada día. Su sueño es alcanzar el territorio de Estados Unidos. Tapachula, ciudad de Chiapas, en la frontera con Guatemala, recibe en tránsito a los migrantes también en en su ruta hacia Estados Unidos, pero que en los últimos tiempos ha funcionado como ciudad de amortiguación y retención de de tales migrantes, lo que es solo una bomba más de tiempo.

Estamos en una nueva era de un mundo que requiere de nuevos bríos y de nueva inspiración para recrear al Estado de Libertad y democracia, universales. Sanear las administraciones de gobiernos y afianzar renovadas estructuras para la posmodernidad de sistemas de servicio público. En cada ciudad, en cada pueblo, está la oportunidad de la lucha para una nueva vida. Las mujeres y hombres desde todos los ámbitos de la actividad humana, la educación, la cultura, la salud, los emprendedores y empresarios, proyectemos una nueva ciudad de cómo queremos vivir en los próximos años. A cada paso busquemos la  eficacia política necesaria para la refundación y reorganización del Estado mediante la aplicación de las tecnologías y de la ética de los funcionarios en cada gestión de cara a los ciudadanos, y en tiempo real.

Disparando sueños, desde la más poderosa arma que poseemos que es la imaginación creadora, y con la mirada en el futuro de los que luchan desde dentro del territorio venezolano y desde afuera de él, demos vida al transitar de diversos modos los territorios del progreso, para conseguir distribuir múltiples opciones desde la salud a la educación, desde la seguridad hasta la cultura y la recreación. Es tiempo de recuperar desde todos los sentidos y ahora con el metaverso como herramienta precisamente para conectar con el infinito aprecio a la vida de cada uno, de cada ciudadano, de cada niño, de cada anciano; en fin, de cada mujer y hombre que nos acompaña en este nuestro nuevo lugar compartido para gritar que somos libres y podemos amarnos los unos a los otros como bendición del Supremo Autor del Universo.

@gonzalezdelcas

 


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