Hay una máxima, presuntamente de origen andaluz, que reza: todo ladrón juzga por su condición. No se necesita ser psiquiatra, como el presidente de la asamblea nacional 2020, para inferir que se trata de un mecanismo de defensa para atribuirle a otro lo que en verdad aplica para uno mismo. Viene a cuento a propósito de las recurrentes referencias de Diosdado Cabello a los hipotéticos problemas y supuestas debilidades de la oposición frente a las fortalezas y oportunidades del régimen de facto.

Es como si se mirara en un espejo y, en vez de su imagen, viese reflejado en él a quienes disputarán el 22 de octubre la candidatura unitaria de la oposición. Presa del pánico, niega la factibilidad de las primarias y postula una selección consensuada entre Henrique Capriles y Manuel Rosales, descartando de plano a María Corina Machado y a Benjamín Rausseo.

Acostumbrado, por disponer a placer de un medio del Estado — peculado de uso—, a opinar de todo sin profundizar en nada, descartó por improbable, si no imposible, la realización de las elecciones primarias anunciadas para el 22 de octubre. Pero deseos no empreñan. Quizá por su inconsistencia ya no es el segundo ni el tercer hombre de la jerarquía socialista, a pesar de ostentar nominalmente el cargo de primer vicepresidente del partido de gobierno.

«Esa elección no se puede hacer sin la participación del CNE. No hay forma de hacerlas sin la participación del CNE», advirtió en entrevista concedida, solicitada o exigida a Globovisión. Su insistencia en la necesaria mediación del árbitro oficial en la organización de unas votaciones que no atañen directamente  al poder público, evidencia su deseo de saber nombre y apellido de quienes participen en el proceso electivo, con miras a reeditar la nefasta «Lista de Tascón», infame instrumento mediante el cual se marginó a la mitad del padrón electoral de toda posibilidad de aspirar a un puesto en la administración pública, ese  «ogro filantrópico» (Octavio Paz dixit) tan útil al asistencialismo populista.

Teme Cabello ser borrado del mapa junto con sus conmilitones por la arrolladora fuerza de una ciudadanía aparentemente aletargada, pero pronta a despertar para arrojar la primera piedra. Y ya se sabe lo que vendrá después. Mientras tanto, Diosdado, como la madrastra de Blanca Nieves, interrogará al espejo, para tratar de saber qué le depara el incierto porvenir. Espejito, espejito, ¿quién ganará las primarias?


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