No existe consenso alrededor de la noción del Estado fallido. El concepto es una idea contemporánea que da cuenta básicamente de las problemáticas, deficiencias e imposibilidad de ciertos Estados para responder a las diversas demandas que hacen sus ciudadanos.

El término Estado fallido es empleado por periodistas y comentaristas políticos para describir a un Estado soberano que, se considera, ha fallado en garantizar el acceso a los servicios básicos de su población. Según la Organización de las Naciones Unidas, caracterizados como Estados que no pueden desempeñar sus funciones habituales con normalidad, se han convertido en protección y refugio del crimen organizado y del terrorismo por el caos que reina en ello, a la vez que un riesgo para la comunidad internacional.

La Venezuela castrista madurista, como ejemplo en plena acción. Donde el gobierno no gobierna, se equivoca y miente como política, en el cual ser competente en la tarea de cada uno es rareza y excepción. Nación que llegó a poseer una industria petrolera de magnitud, influencia y prestigio mundial, que el gobierno administrador incapaz logró convertir en falla constante, obligándose a importar el peor combustible del mundo después de haber producido el mejor.

Regido por militares, esmerados en disciplina y cuidado de sus áreas, dotados de armamento avanzado, pero no pueden organizar un desfile sin que los húsares ataviados de rojo sean capaces de hacer una fila ordenada y no llenen el ambiente de humo apestoso.

Un país que cuando caen cuatro gotas de agua se queda sin suministro eléctrico y muchas veces no hace falta que llovizne ni garúe para que extensas áreas urbanas padezcan sin luz. Una nación repleta de enormes y maravillosos ríos, donde los ciudadanos tienen que bañarse con tobos y totumas, en casos frecuentes, porque transcurren semanas sin recibir ni una migaja del preciado líquido.

Un Estado fallido es uno en el cual el adoctrinamiento político con teorías fracasadas en el mundo durante más de un siglo es más importante que la capacitación laboral de los ciudadanos; donde el gobierno alardea de millones de dólares, pero incompetente para neutralizar la hiperinflación apabullante que no extiende el bienestar ofrecido sino hambre, miseria y frustración áspera.

Es el que proclama éxitos de un sistema de salud incompetente para frenar al covid-19, que tiene a médicos y enfermeros con los peores salarios del mundo y, por si fuera poco, sin insumos, equipos ni medicamentos para sanar. Un Estado que considera “zonas de paz” barrios dominados por la delincuencia, administradores de sus comunidades victimizadas, y al cual, además, se le rebelan con armas tan buenas y letales como las de los defensores de la ley.

El indignado iracundo con cualquiera que exprese verdades, pendiente de censurar incluso con cárcel y miedo hasta el peor Internet del planeta, y lo poco de anunciar lo hace con baladronadas que no se creen ni los mismos autores, donde los militares que viven de glorias pasadas son derrotados por guerrilleros y narcotraficantes sin preocuparse de que les den ascensos –si algo sobra en este país fallido son generales, mientras sargentos y oficiales para el manejo de cualquier ejército renuncian masivamente–.

Un Estado fallido es el que sigue creyendo que la miserable Cuba es un mar de felicidad y se traga el cuento de que en tiranía se progresa al ritmo del mundo, el que permite que su líder vaya a morir de cáncer en vez de tratárselo no en Estados Unidos, que hubiera sido lo lógico, ni en Brasil, o con cualquiera de los buenos oncólogos que sigue habiendo en Venezuela, sino en una clínica cubana con bonitos jardines pero imposibilidad absoluta de aprender avances y técnicas medicinales de avanzada.

Es el mismo país convencido de que Vladimir Putin y Xi Jinping​ le prestan dinero o regalan vacunas por solidaridad mientras los venezolanos se siguen contagiando, padeciendo y muriendo de covid-19, sin darse cuenta de que el país y sus errores chavistas han alejado incluso a chinos y rusos, que se han ido con su dinero a otra parte y solo mantienen un palabrerío para distraer contrariando a la Casa Blanca.

Un Estado fallido es esta Venezuela donde nada funciona, todo se oxida, se estropea o maneja con la mayor deficiencia posible, donde ser obediente y sumiso borrego socialista es suficiente argumento para manejar un país.

Un Estado fallido es cualquiera con régimen comunista.

@ArmandoMartini


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!