Veinticuatro años han sido más que suficientes para que el mundo pueda analizar otro gran fracaso del socialismo comunistoide. En Venezuela fue denominado “socialismo del siglo XXI”, como para darle un acento particular. En definitiva ha sido más de lo mismo, pero peor. El país está en quiebra. Más de 80% de la población rechaza el régimen que detenta el poder. Desea un cambio radical rogando que pueda concretarse a corto plazo.  Las manifestaciones por el cambio se sienten en todos los sectores. El ambiente está sobrecargado de optimismo y de esperanza.

Pero llegó la hora de la verdad. Eso también lo saben los que están en el poder. Saben que por las buenas será imposible para ellos continuar. Venezuela no es ni será Cuba o Nicaragua, pero el núcleo central está dispuesto a continuar utilizando todos los medios a su alcance para seguir, a pesar de crecientes contradicciones entre ellos. Muchos están hartos de Maduro, pero no saben cómo manejarse.

En este cuarto de siglo mataron el Derecho. Al violar la Constitución y las leyes fundamentales, el ordenamiento jurídico desapareció para dar paso a la arbitrariedad que caracteriza a las dictaduras. Mejor dicho, a una tiranía que ha resultado incompetente para resolver los problemas pendientes. No hay políticas concretas ni proyectos que puedan justificar la permanencia en el gobierno de quienes lo controlan. La cuenta regresiva está en marcha. Ellos lo saben pero no se resignan. Parecieran dispuestos a todo para impedir lo inevitable.

El pueblo es superior a quienes pretenden dirigirlo. En medio de las contradicciones y pequeñas luchas en el campo de la llamada oposición democrática ha surgido un nuevo liderazgo ya reconocido en este campo. María Corina Machado tiene en sus manos la bandera. Ha superado exitosamente las agresiones físicas y morales de la tiranía y también las intrigas de unos cuantos que, finalmente, parecieran resueltos a apoyarla hasta el final. No me refiero a los alacranes ya conocidos. Tampoco a los pocos politiqueros de oficio que no pudieron detenerla en su lucha por la candidatura.

Las acciones en contra de la Comisión Nacional de Primaria, especialmente en contra de su presidente y de las cabezas regionales y municipales que hicieron posible las primarias del 22 de octubre, demuestran la magnitud de la victoria de María Corina y la desesperación generada en las alturas. A esto se agrega el apresurado planteamiento del régimen convocando a un referéndum con relación al tema de la Guayana Esequiba.

Graves errores de redacción, hasta gramaticales, así como el momento escogido para plantear el tema, lejos de fortalecer el valor de nuestros derechos sobre el Esequibo, los debilita ayudando a la contraparte política y jurídicamente. Imposible olvidar la enorme responsabilidad de Hugo Chávez Frías quien como buen castrista traicionó los intereses de Venezuela en este asunto. No solamente lo abandonó, sino que su calculada irresponsabilidad fortaleció en grado superlativo a Guyana. Debemos recordar que Nicolás Maduro era para entonces ministro de Relaciones Exteriores, es decir, canciller de la República, quien compartía lo dicho por su presidente sobre la soberanía en la zona en  reclamación y las inversiones de Guyana en ella.

La forma y el fondo del referéndum sobre el Esequibo buscan desviar la atención del país sobre María Corina, pero continúan equivocados. Nada ni nadie la detendrán. La lucha es ¡Hasta el final!

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