En el anterior artículo hablábamos de la imperiosa necesidad de crear una asociación de partidos y movimientos democráticos latinoamericanos que enfrentase la amenaza totalitaria del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla. Señalábamos que para ello era necesario un programa ideológico común. En este artículo nos abocaremos a delinear el consenso ideológico mínimo para estructurar esa plataforma ideológica liberal latinoamericana.

1)     Apego total a los principios de la democracia liberal:

  • ciudadanía con derechos y responsabilidades políticas;
  • gobiernos representativos y responsables;
  • normas de derecho y sistema judicial independiente;
  • sociedad civil y participación popular;
  • libertad económica.

2)     Enfrentamiento frontal con el comunismo y el terrorismo.

3)     Defensa de los valores tradicionales: familia, dignidad humana, seguridad, orden.

4)     Supremacía de los derechos individuales sobre los colectivos.

5)     Estado mínimo.

6)     Partidos políticos democráticos y participativos.

7)     Supremacía de la mayoría con respeto a las minorías.

8)     No reelección inmediata del presidente.

9)     Representación proporcional en los cuerpos colegiados.

10)   Lucha frontal contra la inseguridad.

11)   Lucha frontal contra la pobreza, sin populismo.

12)   Alianza gubernamental en defensa de la democracia y contra las dictaduras.

13)  Política de promoción del desarrollo económico basada en la iniciativa privada.

14)   Desarrollo sustentable, buscando un equilibrio entre los principios ambientales y los de racionalidad económica.

Este es pues un catálogo mínimo de los principios de una democracia liberal, el cual no debería tener problemas en ser aceptado. Sin embargo, el infierno está en los detalles, veremos muy superficialmente cómo hay, por ejemplo, en Colombia, severas limitaciones si no a la aceptación, por lo menos a la realización integral de este catálogo.

Para comenzar la Constitución de 1991 es exageradamente garantista, los colombianos reclaman sus derechos pero inspirados en la retórica “progresista” no cumplen con sus deberes. El sistema judicial no es en absoluto independiente, está cooptado por el comunismo y la corrupción y hasta una “justicia” dizque independiente, pero en verdad dependiente del narcoterrorismo comunista se ha implantado para garantizarle la impunidad a los criminales de lesa humanidad de las FARC.

Respecto al enfrentamiento al terrorismo comunista, luego del gran triunfo de la Seguridad Democrática de Uribe, Santos implantó la dictadura del farcsantismo y Duque la acata, es vital para la supervivencia democrática continental que se elimine el narcoterrorismo comunista pues este es una amenaza a la seguridad y la libertad.

El marxismo cultural está ganando su batalla contra los valores fundamentales, desde el mismo Estado se atenta contra la vida (desde el aborto hasta la impunidad a los criminales de lesa humanidad) a la familia (imponiendo la cultura de género) e imponiendo la supremacía de los derechos colectivos sobre los individuales, llegando a atentar incluso contra la dignidad humana.

El principio de Estado mínimo no se ha implementado en verdad, el tal Estado social se ha mal interpretado hasta el punto de casi implantarse un Estado socialista, el Estado debe enajenar toda participación que no sea vital para el bienestar de la población, incluyendo Ecopetrol.

En Colombia no existen partidos políticos, los que se llaman así son cascarones para representar intereses particulares y cooptar el Estado, máquinas de avales sin ninguna representación democrática ni participación de sus efímeras bases, mucho menos ideología o siquiera plataformas doctrinarias, coherentes, esto dificulta el gobierno responsable.

Gravísimo el que se pretenda deslegitimar el gobierno de la mayoría, minorías significativas (sindicatos comunistas o compañeros de ruta de este) o violentas pretenden imponer su programa de gobierno, derrotado en las urnas. Si a esto se suma la falta de autoridad del gobierno para imponer orden, vemos que estamos en un estado previo a la anarquía.

Un crecimiento económico sustentable, basado en el libre mercado es la base del verdadero desarrollo, la imposición de intereses particulares vía la legislación o regulación estatal torpedea la verdadera realización de este objetivo.

Vemos pues que, en Colombia, estamos muy lejos de la realización de una verdadera democracia liberal, si consideramos que este país es uno de los que están más cerca de ese objetivo, concluiremos que la situación continental es deprimente.

Si vemos que Colombia es un bastión fundamental de la democracia en el continente, nos daremos cuenta de por qué es asediado por las fuerzas narcocomunistas, preservar pues la débil democracia colombiana frente a la feroz amenaza del socialismo del siglo XXI es un objetivo estratégico continental.. Debemos partir de la defensa de la democracia en Colombia, para a partir de allí avanzar la lucha por la libertad y la democracia en el continente. Para ello es indispensable la alianza programática liberal continental basada en el catálogo mínimo de principios arriba mencionado.

 


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