En mi época de estudiante de bachillerato, en el Liceo Tomás Alfaro Calatrava de Puerto La Cruz, fui aficionado al juego de billar. En ese campo llegué a alcanzar cierta destreza pero sin posicionarme en la condición de calificado experto. Mi traslado a Caracas para realizar estudios en la Universidad Central de Venezuela, en el campo de la abogacía, cambió totalmente mis intereses y aspiraciones, los cuales se centraron en la formación universitaria y la compenetración con el activo y amplio mundo cultural de aquel tiempo.

La que entonces viví fue de ensueño: se me abrieron puertas y oportunidades que están cerradas para la mayoría de los jóvenes de hoy. La razón de esto último es simple: aquí y ahora, Venezuela es un país poblado por seres humanos cuya respiración anhelosa, generalmente silbante, se repite sin descanso en todos los sitios y lugares. Basta con referir tres circunstancias, acompañadas de nuestros respectivos comentarios, para que no sea necesaria auscultación alguna.

Primera. En reciente entrevista que el diario El País de España le hizo al presidente de Colombia, Gustavo Petro, éste hizo un señalamiento significativo para los venezolanos: “Rechazar la democracia liberal lleva a la dictadura, como ha ocurrido en algunos países de América Latina”. Hasta allí le estamos agradecidos. Lamentable, su solidaridad de “revolucionario” lo condujo por la senda de su izquierdismo sempiterno que lo obnubila, para desgracia suya y nuestra también. Lo que dijo después fue aberrante y una ofensa para la mayoría del pueblo venezolano que está pagando por el caudal de los platos rotos en estos tiempos de revolución bonita:

“Defender la democracia liberal me parece que es importante para toda América Latina y para Venezuela. ¿Es difícil? Es muy difícil. Porque siempre está en el ambiente la destrucción física. Nuestras derechas no son democráticas. Una vez las derechas se hacen del poder, matan. Ese es el gran temor que hay en Venezuela”.

Una vez leído lo anterior, la pregunta es inevitable: ¿cuál es la derecha venezolana que mata? Habría plena justificación del temor indicado si la alusión

hubiese estado referida a los regímenes de Juan Vicente Gómez (1857-1935) y Marcos Pérez Jiménez (1914-2001); pero si el comentario apunta con obvio sesgo hacia los presidentes democráticos posteriores a la dictadura de Pérez Jiménez o hacia las figuras más protagónicas de la actual oposición venezolana (Juan Guaidó, María Corina Machado, Henrique Capriles Radonski, Leopoldo López, Manuel Rosales y Henry Ramos Allup), entonces no hay duda de que el presidente de Colombia desvaría.

La actual dictadura de Nicolás Maduro es la que se aparta de la democracia. Su última “elección” lo confirma. Su pretensión, como la de Hugo Chávez en su momento, es gobernar toda la vida, una aberración que acompaña a los dictadores con pretensiones sempiternas.

Segunda. El poeta venezolano Rafael Cadenas fue galardonado recientemente con el Premio Cervantes 2022, el máximo reconocimiento poético en el mundo de habla hispana. En una entrevista que por tal motivo le hizo el diario español El País, Cadenas dijo algo revelador: “Yo le debo mucho a España porque los premios me han permitido sobrevivir, ya que la situación económica que tenemos es muy limitada. Es un agradecimiento enorme que tengo”.

Lo antes dicho pone de manifiesto el distanciamiento que tiene esa prominente figura del sector cultural nacional con el gobierno de turno. Las implicaciones de tal hecho están a la vista de todos: Venezuela celebró en 2020 por primera vez el Día Nacional de la Poesía, jornada consagrada a homenajear el legado cultural de Aquiles Nazoa (1920-1976), a quien el Estado confirió en su centenario la condición de Portador Patrimonial de la Nación. En mayo de 2021, Maduro celebró por segunda vez el magno acontecimiento. Hoy, cuando el exponente mayor es galardonado con el Cervantes, Nicolás pasa agachado. Su molestia es más que obvia puesto que él prefiere honrar a los ya fallecidos, a los que no vivieron el desastre de su actual gestión.

Tercera. En la Venezuela revolucionaria de hoy todo tiene que funcionar con imposición militar, obedeciéndose sin chistar las decisiones del alto gobierno. Eso explica la censura y el bloqueo informativo que se ha producido a lo largo de este año con el cierre de casi 100 estaciones radiales. La información de lo que viene aconteciendo fue hecha pública por el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la

Prensa. La motivación de fondo de la antidemocrática medida es más que obvia: el gobierno revolucionario del conductor de Miraflores se asegura así que la radiodifusión roja rojita tenga una presencia determinante en futuros procesos electorales.

Es evidente que tres bandas son suficientes para conocer con precisión la situación que enfrentamos los demócratas venezolanos. Pidiendo entonces disculpas a Osmel Sousa, antiguo presidente de la Organización Miss Venezuela, concluimos nuestro artículo de hoy resaltando que así, así, así es como se bate el cobre en una gestión revolucionaria tan bonita como esta.

@EddyReyesT


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