En los actuales momentos en que la guerra en Ucrania está sobrepasando los 100 días, se hace indispensable reflexionar sobre el contexto global de las amenazas militares y económicas que se pueden presentar en el mundo en este mismo año 2022.

Entre estos casos destacan dos en especial: el de la 24a  provincia de la República Popular China, conocida en el argot popular como Taiwán, y otro tan o más preocupante, como es el del surgimiento atómico de la República Islámica de Irán.

Lo más dramático de estas situaciones es el involucramiento del gobierno de Nicolás Maduro en cada uno de los casos, lo que hace difícil imaginar en qué tipo de riesgos, de todo tipo, se está colocando a la nación y su población.

Veamos las particularidades:

1- Ucrania & Federación Rusa: en la actual guerra que ha creado una coalición de 42 gobiernos que prestan ayuda militar y económica a Ucrania, tratando de derrotar a Putin, con una «guerra de desgaste» donde se combinan las sanciones comerciales y las pérdidas de materiales de guerra, puesto que las pérdidas humanas son tolerables para la opinión pública que está alineada con el conflicto,  sin importar las razones de dicho apoyo, sea por monopolio mediático del gobierno o simplemente están convencidos del discurso paneslavista, que señala el predominio espiritual y político de Moscú sobre todos los pueblos de Europa Oriental hasta Asia Central.

En esta coyuntura existen aliados extracontinentales de Rusia, como Cuba, Venezuela o Siria, que tienen una clara dependencia en materia tecnológica y militar, lo que les coloca casi automáticamente en el campo «enemigo» de las naciones occidentales, por lo cual es cuestión de tiempo para que la radicalización de esta guerra conlleve a un escalamiento de las sanciones contra todos aquellos países que sean pasivos o neutrales en sus relaciones con el Kremlin, mucho más si tienen posiciones abiertas de apoyo, como el presidente Nicolás Maduro en la primera semana de guerra; mientras que en el presente se destaca el caso de Nicaragua, que autoriza la entrada de soldados de 7 países, entre ellos Venezuela y Rusia y, por extraño que parezca, hasta Estados Unidos, si acuerdan maniobras con el gobierno de Daniel Ortega.

La presencia de tropas rusas en América Latina es un desafío total al gobierno de Joe Biden, que aún no se recupera del desastre político y mediático de la retirada de Afganistán, donde dejó muy mal parado el prestigio militar y político de Estados Unidos,  fracasando de forma mucho más simbólica que en Irak, donde al menos sigue existiendo un gobierno ajeno a las protestas sociales de una gran parte de la opinión pública iraquí, que piden la salida total de tropas y diplomáticos.

No es exagerado pensar en una demostración calculada de fuerza, especialmente en un año electoral, donde los líderes del Partido Republicano apuntan a una gran victoria parlamentaria, que permitirá amarrar el resto de la gestión presidencial y volver a la Casa Blanca en 2024.

Es por ello que Venezuela debe evitar a toda costa el despliegue de unidades militares rusas en el territorio nacional, puesto que deja abierta la posibilidad de una intervención militar directa.

2- China & Estados Unidos: es sin duda la más peligrosa de las potenciales situaciones de conflicto, dada la potencia económica y militar de ambas naciones y la necesidad imperiosa de ganar un conflicto de escala global, para garantizar la hegemonía presente y futura de la humanidad.

Se presenta la situación de compartir los mismos aliados de la Federación Rusa y casos como Nicaragua que desea la construcción de un canal interoceánico, que compita con el Canal de Panamá, desarrollada y gestionada por la República Popular China,  convirtiéndose por vocación propia en enemigo estratégico de los intereses estadounidenses en materia comercial y de seguridad nacional. Se repiten igualmente en los contextos de Siria, Venezuela, Pakistán y muchos países de África, que están colocando sus infraestructuras y servicios públicos esenciales en manos de empresas chinas, que actúan sin ningún disimulo bajo las orientaciones estratégicas del Partido Comunista de China.

Incluso las naciones insulares de Oceanía, bajo la tradicional influencia de Australia, están abiertamente cayendo en la influencia política y económica de Pekín, por lo cual se hace más difícil para este gigante asiático, tener que seguir aceptando la existencia de la República de China (Taiwán) que sólo es reconocida por muy pocos países, siendo a su vez una base militar de Occidente y un gran aliado económico regional.

Como ocurriese con Hong Kong, que fue purgada de elementos políticos occidentales (democráticos y creyentes del Estado de Derecho), es vital para China asumir el control de la denominada provincia 24 y esto implica riesgos que no se dan en el caso ucraniano.

El presidente Biden no ha dejado lugar a dudas sobre la participación militar directa de Estados Unidos al lado de Taiwán, en caso de una invasión directa, lo que implica el uso de sus bases en Japón,  Australia y República de Corea (Corea Sur), por lo cual se desatará una guerra de proporción colosal, con armas de última tecnología y con grandes posibilidades de extenderse a todos los continentes,  dada la existencia de bases militares de ambas potencias en todo el mundo.

Al igual que en el caso anterior, Venezuela está en el bando que enfrenta a Estados Unidos y por ello, tiene el enorme riesgo de enfrentarse a represalias de todo tipo, pues en mi opinión es prácticamente imposible que un país pueda posicionarse en forma neutral en un conflicto de este tipo.

3- Israel & Irán: es tal vez el más cercano e inevitable de los conflictos, ante la cercanía de la República Islámica de Irán de tener sus propias armas nucleares y la posición desesperada de Israel de evitarlo, sin importarles el costo de dicho esfuerzo.

La realización de las maniobras militares denominadas «carros de fuego», donde se ensayó un escenario de guerra total con todos sus enemigos al mismo tiempo (Siria, Líbano, enclaves palestinos de Gaza y Cisjordania, ensayando ataques a muy largas distancias) es un mensaje contundente de que el Estado de Israel  y su liderazgo político van a correr todos los riesgos y pagar el precio que sea necesario para contener militarmente y tal vez hasta destruir a la República Islámica de Irán.

En este tipo de conflictos cabe esperar ataques terroristas en todo el mundo contra ciudadanos y propiedades israelíes y estadounidenses, convirtiendo a los aliados de Irán en miembros activos de dicha guerra, ya lo quieran o no, por lo que si analizamos con cuidado la historia militar de Israel, todos los presidentes y partidos políticos predominantes de dichos gobiernos están en peligro directamente de convertirse en blancos políticos-militares.

Recordemos que ya es un hecho público y notorio, que ya existe una guerra cibernética y asesinatos de científicos, técnicos y personalidades que trabajan a favor del gobierno iraní.

No puedo imaginar lo que pudiese ocurrir en América Latina, si ocurriese otro bombazo como el realizado en Buenos Aires, o un ataque suicida a otra embajada o sinagoga.

Esta vez, no puedo pensar que no se repitan represalias de todo tipo, por lo cual se debe ser muy responsable en señalar los peligros de muerte que se pueden presentar en nuestro país si este conflicto deriva en todo el mundo.

Es importante que se tome conciencia de que los problemas internacionales han destruido muchos países,  tal como ocurrió en la Guerra Fría, por lo que en medio de la cultura de paz, que tanto se predica, ojalá este escrito permita abrir los ojos a todos los implicados en tareas políticas que de forma implícita o explicita, tengan en sus raíces las semillas de la muerte y la destrucción.


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