El pasado 24 de febrero será recordado como el día en que Vladimir Putin decidió invadir Ucrania, sin que mediara una amenaza de guerra por parte de esta última. Entre otras razones, para hacerlo, Putin declaró la intención de reconstruir la patria eslava, un sueño anterior a la existencia de la URSS, y que asume como premisa que no hay razones para que Ucrania exista como nación soberana independiente. Por cierto, ello supone, también, que Bielorrusia, debería correr con la misma suerte. Es decir, se trata de una reunificación en forma compulsiva, a la fuerza, lo cual empezó desde la invasión a Crimea en 2014, península de Ucrania en el mar Negro, y su incorporación territorial a Rusia, luego continuó entre noviembre 2021 y febrero 2022 con el apoyo militar a las minorías rusas secesionistas de la región del Donbass, en la parte oriental de Ucrania, quienes se declararon como Repúblicas de Donetsk y Lugansk, autónomas e independientes, y como tal reconocidas el 21 de febrero de 2022 por Rusia, firmando ambas, enseguida un pacto de defensa mutua con Moscú.

Esta acción fue repudiada por Estados Unidos y la Unión Europea, en tanto que supone el atropello a una nación soberana, y un desconocimiento del orden internacional surgido de la posguerra basado en el respeto mutuo de las naciones, y el rechazo a que se modifiquen las fronteras establecidas y reconocidas a través de una acción militar.

En su defensa, el gobierno ruso alegó que la expansión de la OTAN hacia sus fronteras suponía una amenaza al violentar acuerdos establecidos y refrendados por negociaciones, que procuraban limitar la expansión de esta organización de defensa mutua hasta la Alemania Unificada. Vale recordar que en 1999, la OTAN se amplió hasta Polonia, Hungría y la República Checa, luego en 2004 abarcó Bulgaria, Estonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia, en 2009 sumó a Albania y Croacia, y en 2017 Montenegro, además se reconocieron como aspirantes a integrarse en ella a Bosnia-Herzegovina, Georgia y Macedonia del Norte. Por su lado, Ucrania, manifestó su interés a formar parte de la OTAN, aunque no ha sido calificada hasta ahora como aspirante.

La incorporación de Lituania, Estonia y Letonia, ex repúblicas soviéticas, llevó a miembros de la OTAN a compartir fronteras con Rusia, sin que eso fuera considerado por Moscú como una amenaza a su seguridad, incluso ya existían fronteras entre Rusia, Polonia y Lituania en el enclave de Kaliningrado, separado territorialmente de Rusia, con costas en el mar Báltico, sin calificar esa existencia como un peligro a la integridad de Rusia.

Sin embargo, la aspiración de adhesión de Moldavia, Georgia y de Ucrania, primero a la Unión Europea y luego a la OTAN, fueron consideradas por Rusia como amenazas que vulneraban su seguridad territorial, lo suficientemente graves como para que Moscú invadiera Georgia y reconociera secesiones separatistas, y luego aplicara la misma estrategia en Ucrania.

La reacción de repudio al gobierno ruso por parte de Estados Unidos y la UE acarreó la aprobación de crecientes y amplias sanciones económicas y financieras, y de apoyo militar indirecto a Ucrania, evitándose una confrontación directa con Moscú, aunque se advirtió de una escalada mayor en el conflicto de ser atacado algún integrante de la OTAN.

Una de las principales medidas aprobadas fue la salida de entidades financieras rusas del Sistema Internacional de Pagos, Swift, por sus siglas en inglés, y a través de los cuales se comparten mensajes que permiten saldar cuentas entre sus integrantes.

Bancos no excluidos

Sin embargo, algunos bancos no fueron excluidos por ser los canales financieros principales a través de los cuales realizan los países europeos los pagos a las importaciones de petróleo, gas natural y carbón procedentes de Rusia. Otra medida crucial fue la congelación de los activos externos en bancos estadounidenses y europeos del Banco Central y el Fondo Soberano de Rusia, por una cantidad de entre 460 y 630 mil millones de dólares.

La enorme dependencia europea de los hidrocarburos rusos ha evitado que se tomen medidas más drásticas contra Rusia y que se deje una puerta abierta para seguir comprándole recursos energéticos, aunque ello signifique financiar la guerra rusa en Ucrania.

Para Alemania, la economía más grande de Europa, embarcada en un plan radical de desnuclearización y empeñada en una transformación industrial basada en el uso de energía limpia, libre de emisión de CO2, la acción militar rusa fue un evento inesperado, ya que estaba a pocos días de dar curso a la conexión directa con Rusia del gasoducto Nord Stream 2.

En este caso, los planes de transformación de Alemania basados en energía limpia, iban a apoyarse, transitoriamente, en el uso crucial del gas natural, en su uso industrial y residencial, como recurso fósil menos contaminante que el carbón y el petróleo.

La fragilidad en cuanto a seguridad energética de Alemania, lo es para Europa en general, unos países más, otros menos, conllevando a un replanteamiento urgente de la dependencia de un país (Rusia), que de la noche a la mañana había decapitado su condición de suministrador seguro y confiable. Igualmente, las implicaciones políticas de la acción militar rusa hacía mucho más incierta la existencia misma de la UE, al colocar en la mira, hipotéticamente, el orden político surgido de la posguerra que garantizaba las fronteras de muchos de sus miembros.

Esta nueva realidad significó que tanto la UE, como Reino Unido, reevaluaran los planes de transformación energética basados en el plan verde de abrazar sin más dilación y con mayor tesón, la energía renovable; se trata ahora, de garantizar, transitoriamente, la disponibilidad de energía que permita mantener la actividad económica, para lo cual se urgió la reconsideración no solo de los retiros tempranos de 17 plantas nucleares, sino el alargamiento de  las fechas de cierre de plantas eléctricas a carbón. Además, en la definición de energía limpia se procuró una catalogación más amplia del uso del gas natural en su condición de energía puente en la transformación de la matriz energética hacia recursos de emisión neta cero.

¿Parques eólicos?

El aldabonazo ruso dejó traslucir la incapacidad del desarrollo actual de la energía renovable, para cubrir una falta súbita de energía como la de origen fósil procedente de Rusia, mostrando, en este caso, la irrupción inesperada de los factores de orden político entre las causas no lineales que impiden el logro de una transición energética ordenada, y en la cual, sin duda Rusia sería una gran perdedora, tanto en lo económico como en lo político, al verse Europa fortalecida en el uso masivo de energías renovables no sujetas a las variantes políticas, que suelen acompañar la dependencia petrolera o gasífera de países políticamente inestables y riesgosos.Pero la verdad es que al final del día no aparecieron los millones de paneles solares niparques eólicos en lugares ventosos, de los cuales hemos estado oyendo en los últimos treinta años a manera de predicas soñadoras y mitos paradigmáticos adornados en versos y canticos elevados al arco iris.

¿Quién suplirá al petróleo ruso?

Según cálculos de la Agencia Internacional de Energía (AIE) las exportaciones rusas de petróleo podrían bajar hasta 3 MMB/D desde abril, lo que representaría una disminución de casi 40% en las exportaciones diarias de petróleo de Rusia, y un faltante importante para unos mercados mundiales que ya lucían estrechos, con el agravante de que ni la OPEP Plus, de la cual forma parte importante Rusia, ni los productores de petróleo de lutitas en Estados Unidos, van a suplirlo, amén de esa dificultad, la producción de Kazajistán se vería afectada, temporalmente, con una caída en torno a 300 MB/D debido a los problemas sufridos por puertos en el Mar Negro por una tormenta. Los problemas de colocación de crudo procedente de Rusia, iban a terminar por afectar la producción de petróleo al carecer el país de suficiente almacenamiento. Con la falta de capacidad de acopio, la producción rusa podría caer entre 3,2 millones y 4 millones de B/D en abril bajo varios escenarios, según el Instituto de Estudios Energéticos de Oxford.

Vale señalar que según datos privados, las ventas de crudo ruso por barco pasaron de aproximadamente 2 millones de barriles por día (MMB/D)a casi cero entre el 15 y el 20 de marzo. En este descenso abrupto de las exportaciones rusas están incidiendo las sanciones directas que le aplicaron Estados Unidos, la UE y otros países que se sumaron después, así como las generadas como efectos secundarios de las primeras debido al riesgo reputacional.

Este cuadro panorámico, se entiende porque la AIE diseñó un plan de 10 puntos, basado, principalmente, en programas de ahorro por parte de los consumidores, con el fin de poder combatir por la vía de una menor demanda un faltante de 2,7 MMB/D, propiciado por la salida del crudo ruso.

Club de países aportan reservas

Al mismo tiempo, Estados Unidos y países aliados han anunciado en dos oportunidades ventas de petróleo de sus reservas estratégicas por el orden de casi 200 MMB, y acuciado por la gravedad de la crisis planteada por la guerra entre Rusia y Ucrania, y sus posibles efectos sobre un -de por sí- elevado precio de la gasolina en Estados Unidos, hasta niveles nominales récord, el gobierno de Biden aprobó una venta masiva de 180 MMB, a razón de 1 millón diario por 6 meses, a lo cual se unirán hasta 30 países aumentando el uso de reservas estratégicas hasta en 50 MMB adicionales a los de Estados Unidos. Es de señalar, que Estados Unidos no es la primera vez que drena  barriles de sus reservas estratégicas para fortalecer la oferta petrolera y así hacer bajar los precios del petróleo, ya lo vimos con Clinton, Obama y Trump, sin mayores éxitos significativos; el agregado es que ahora pareciera no estar solos en sus propósitos de intervenir el mercado.

Por cierto, que la OPEP Plus decidió en su reunión dela semana pasada (31 de marzo) continuar con su programa de aumento mensuales acordados en julio de 2021, y que tan buenos resultados ha dado. En esta oportunidad y de acuerdo con la modificación prevista en las bases de capacidad de producción para Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Kuwait, Irak y Rusia, el incremento mensual pasó de 400 MB/D a 432 MB/D, a partir de mayo. La organización extendida (OPEP Plus), con sede en Viena, no se hizo eco de las presiones de la AIE para incrementar su adición mensual, argumentando, que los mercados estaban bien abastecidos, y la reacción alcista de los precios del petróleo responde a factores netamente geopolíticos que escapan al control de la OPEP Plus. Además, los ministros petroleros de Arabia Saudita y EAU, acertadamente prefirieron preservar la unión de la OPEP Plus, y no mezclar los asuntos políticos de sus miembros. La palabra clave usada para esta posición fue compartimentalizar, es decir, separar los intereses petroleros propios, de los políticos.

¿Cambio ambiental mundial?

Por otro lado, también se añadió, desde la OPEP Plus, que la desinversión en materia petrolera a causa de la priorización de metas ambientalistas, ha mermado la capacidad de respuesta global de la industria frente a eventos que ponen en juego la garantía del suministro como es el caso de Rusia, agravado por representar su producción poco más de 10% de la producción mundial.

Para la AIE, la acción rusa acarrea un cambio en el orden energético mundial, con ribetes que recuerdan la Guerra de Yom Kippur (Oct. 1973), cuando al año siguiente (París, Nov. 1974) fue fundada esta organización de los grandes países consumidores y demandantes de petróleo, en el sentido de representar una oportunidad para introducir cambios que aceleren necesidades de transformación que se venían asomando, en el marco de las acciones urgentes demandadas por la ONU desde los informes del Panel Interclimático, y que llevó, dentro de la AIE al diseño de escenarios normativos donde se ponía fecha final a la inversión en petróleo, de cara a evitar que se agotara el presupuesto de emisiones de gases de efecto invernadero que evite que la temperatura promedio del planeta no ascienda 1,5°C, por encima de los niveles preindustriales.

Es decir, para la AIE es la oportunidad para acelerar los cambios estructurales en el consumo que permitan salvar el planeta, en el sentido de que la humanidad no puede seguir dependiendo de los fósiles, dada su incertidumbre política y efecto nocivo sobre el planeta, para el devenir de una vida sostenible.

No solo se trata de profundizar el cambio hacia la energía renovable, sino de avanzar en el desarrollo del hidrógeno, los acumuladores de energía para vencer la intermitencia de las generaciones eólica y solar (que también tienen sus falencias), el uso masivo de vehículos eléctricos e incluso de la adopción rentable a gran escala de las tecnología de secuestro del CO2 en la producción y transformación de fósiles.

Ponerle punto final a la energía fósil no será fácil ni tampoco está a la vuelta de la esquina como algunos afirman, tomando en cuenta que en la actual matriz energética los fósiles (petróleo, carbón y gas) ocupan 84% y hace 32 años ocupaban 88%, desde luego que es un escenario para el estudio y el devenir de lo que debería ser un planeta más sostenible en 2040, 2050 y 2060, según las fechas para lograr una economía de emisión neta cero según los distintos planes presentados por países desarrollados, y en desarrollo, en la reciente cumbre climática auspiciada por las Naciones Unidas en Glasgow, Escocia, en noviembre de 2021.

Suspensión de importaciones rusas

Sin embargo, lo que no es un ejercicio retórico y cargado de buenas intenciones, es la firmeza con la cual ahora los países dependientes de los recursos fósiles de Rusia, se están planteando de suspender en un lapso relativamente corto de tres a cinco años, o menos, las importaciones de petróleo, gas natural y carbón producido por Rusia, y esto cambia la estructura del orden energético internacional. No se trata de que el petróleo sea fungible y que en un marco de restricción de oferta y creciente demanda, alguien terminará comprando el petróleo ruso, y los flujos comerciales se redireccionen convirtiéndose China e India en los principales compradores de Rusia, al mismo tiempo, el petróleo producido en el Medio Oriente será reconducido hacia los clientes europeos que dejen de comprarle a Rusia. Estaríamos ante una especie de rebalanceo o reacomodo del mercado de los hidrocarburos.

Esta respuesta teórica de los mercados no se ha visto, a pesar del gran descuento con el cual Rusia está ofreciendo sus crudos. Los potenciales compradores rusos de este crudo, que es muy atractivo, se están privando de hacerlo por los efectos secundarios, o autoimpuestos de evitar involucrarse y estar sujeto a sanciones más tarde. Aquí nadie quiere complicarse con sanciones, pero tampoco quieren privarse de comprar un buen crudo a precios preferenciales (descuentos), tal como hoy lo hace Venezuela.

Por otro lado, las relaciones entre China y la India con los exportadores del Medio Oriente se basan en contratos de largo plazo, que persuaden a China y la India de engancharse en una dependencia de un suministro sobre el cual gravitan las actuales sanciones y otras que se están preparando.

Venezuela

Mientras esto pasa en los mercados internacionales, en Venezuela sigue sonando fuertemente la posibilidad de que Chevron pueda conseguir de parte de la OFAC una modificación de la actual licencia que solo le permite labores de mantenimiento en las empresas mixtas que tiene con Pdvsa. Sobre las demás empresas estadounidenses como Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes y Weatherford, no se ha dicho nada, pero igualmente van a resultar también favorecidas de darse tales flexibilizaciones.

Se ha especulado que Chevron quiere aprovechar la coyuntura política de la prohibición de importaciones de petróleo ruso por parte de Estados Unidos para tomar ventaja dado el gran atractivo que representa para el parque refinador, ubicado en los estados ribereños del Golfo de México, procesar el crudo ácido pesado venezolano. Además de poder presionar a Pdvsa -y dar tiempo- para el cobro de la deuda pendiente que supera los 1.700 millones de dólares.

Esta posibilidad pudiera significar un aumento de la producción de Chevron de 200.000 a 300.000 barriles diarios máximo, para finales de diciembre, y comportaría una inversión no menor a 2.500 millones de dólares, pero ello debe conllevar para la petrolera estadounidense el derecho a comerciar su producción dentro de un esquema, avalado por Pdvsa, bajo el cual pueda ir cobrándose la deuda, ya mencionada, de la corporación venezolana con la empresa norteamericana. Sin embargo, esto bien ha podido realizarlo Chevron antes de 2019 cuando se iniciaron las sanciones, y ¿por qué no lo hizo?

Aparte del interés de Chevron en las empresas mixtas (Petro-Piar), participan otras empresas socias de Pdvsa que pueden también sacar provecho de esta coyuntura (hay 28 empresas transnacionales en la F

faja del Orinoco y 10 en pozos de crudos convencionales), tanto para comerciar crudo que puedan verse estimuladas a reiniciar su producción, y enjugar deudas existentes y pagos de dividendos que están en tubería. Hay quienes señalan que esto puede tener luz verde de la administración Biden, sin necesidad de suspender las sanciones.

El ambiente creado por las conversaciones entre Estados Unidos y el gobierno venezolano ha dado lugar a probables escenarios de aumento de la producción petrolera en Venezuela, destaca lo revelado por Rystad, la consultora nórdica, quien estima que la producción puede subir hasta 1,15 MMB/D en tres a seis meses, y la capacidad de producción en cabeza de pozo hasta 1,5 MMB/D, pero nunca a 2 MMB/D para finales de este diciembre, tal como irresponsablemente lo prometieron Nicolás Maduro y su  ministro Tareck el Aissami, y menos aún a 3 MMB/D para finales del año 2023. No hay duda de que la ignorancia activa es audaz y atrevida.

Otros analistas son más pesimistas, ya que estiman que sin una inversión importante de recursos el aumento de la producción no iría más allá de 300 MB/D, y seguiría dependiendo del uso de diluentes para mezclar la producción extraída en la faja del Orinoco. Siendo así, la producción no podría sostenerse por encima de 1 millón de B/D. Reafirmamos, una vez más, nuestra ya conocida posición: Ni Estados Unidos está interesado en que Venezuela supla los suministros petroleros que dejará de proveerle Rusia, ni nuestro país está en capacidad de aumentar la producción para cubrir ese déficit petrolero en el mercado norteamericano. Con fábulas, mitos, leyendas, engaños y mentiras se sigue escribiendo la historia del petróleo en Venezuela.

 


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