Un adagio africano aconseja, “nunca subestimes a una persona de carácter sereno”. Así lo piensa Thomas Friedman, el prestigioso internacionalista del The New York Times al comentar la pasada semana el conflicto Ucrania-Rusia: “Si Vladimir Putin opta por retractarse de invadir Ucrania, aunque sea temporalmente, es porque Joe Biden, cuyos críticos de derecha sugieren que está sumido en la demencia, ha enfrentado todas sus jugadas con efectivos y singulares contraataques”.

En efecto, tal como lo describimos en un artículo anterior sobre este mismo tópico, Estados Unidos puso en práctica una acción basada en una doctrina y un sistema militar desarrollado para responder a estos desafíos que se conoce como Análisis Estratégico de Múltiples Niveles de Disuasión.

En el fondo de este conflicto subyacen dos propuestas que Putin presentó a Estados Unidos en diciembre exigiendo 1) que la OTAN no debía ampliar su expansión a Ucrania y 2) retirar su presencia militar a niveles de 1997. Estas propuestas no son compatibles con la soberanía de Ucrania ni con el realismo político. Rusia es un poder en franca declinación económica que trata de imponer su voluntad por la fuerza a la alianza militar más poderosa del mundo, incompatible con la realidad.

Estados Unidos y la OTAN han desplegado tropas y sistemas de defensas en Polonia, Bulgaria, Rumania, Latvia, Estonia y Lituania, los meros flancos de Rusia. El viernes Estados Unidos aprobó un contrato de 6.000 millones de dólares para suplir de tanques a Polonia. Biden, antes de comenzar las hostilidades, ha colocado a Putin en una posición diametralmente opuesta a su objetivo estratégico original.

Con la masiva movilización de tropas y sistemas ofensivos, la estrategia de Putin parecía destinada a desarrollar una amenaza increcendo, para presionar una salida diplomática considerando factores que erróneamente interpretó a su favor: 1) que se repitiera con Biden la débil respuesta de Obama cuando Putin ocupó Crimea y otros territorios de Ucrania en 2014; 2) que las grietas que dejó Trump entre la OTAN y Estados Unidos persistieran; 3) que el interés estratégico de Alemania, la primera potencia de Europa, estuviera a favor de Rusia en virtud de su dependencia como principal proveedor de energía; 4) contar con una agresiva oposición republicana a la administración Biden en base a las simpatías de Trump con Putin. Nada de esto ha ocurrido gracias a las habilidosas maniobras políticas y diplomáticas de Biden. Otro elemento que Putin probablemente desestimó es la necesidad imperiosa de Estados Unidos de demostrar fortaleza y decisión como un mensaje a un rival muy superior, China, que observa la respuesta de Biden ante su manifiesta ambición de recuperar Taiwán por la fuerza frente a la obligación de Estados Unidos de defenderlo.

Churchill decía que la primera baja en un conflicto era la verdad. Biden ha volteado este esquema patas arriba. La información de inteligencia que Estados Unidos ha divulgado de la movilización rusa no tiene precedentes históricos en un conflicto y sugiere un alto nivel de infiltración en los servicios de información y militares de Rusia, entendido publican una fracción de la información que deben manejar. Una embarazosa situación para Putin con repercusiones internacionales dada su conocida grandilocuencia. Como consecuencia de estas acciones de Estados Unidos, la esencia de la estrategia rusa se ha visto comprometida y en clara contradicción con lo que alegan públicamente. Estados Unidos ha hecho de esta amenaza rusa y del conflicto el más publicitado y detallado de la historia militar.

La estrategia comunicacional rusa aparece confusa, contradictoria y obsoleta, especialmente cuando sus anuncios no se corresponden con las movilizaciones de sus fuerzas armadas que Estados Unidos revela con detalles. La de Estados Unidos, por su parte, ha hecho del elemento sorpresa de Rusia, clave en cualquier maniobra ofensiva, un completo deshilachado. Con este sistema de múltiples niveles de disuasión Biden ha colocado a Putin, como solía decir el general Sherman en la Guerra Civil, en los cachos de un dilema; si Putin ataca, Biden lo anticipó pese a que Rusia siempre lo negó. Si Rusia desiste, el sistema de Niveles de Disuasión de Biden funcionó.

El pasado viernes Biden llevó la información de inteligencia a otro nivel indicando que ya estaba “convencido” de que Putin había decidido invadir en cuestión de días. Un nuevo y terrible dilema para Putin. Si invade queda claro que la inteligencia de Estados Unidos sabía cuándo tomó Putin la decisión, nada halagüeño para su descomunal ego, si no lo hace, es una prueba de que el sistema de Múltiples Niveles de Disuasión funciona. Este sistema, como hemos dicho antes, puesto en práctica por primera vez, tiende a centrarse en las capacidades militares y en el análisis de las motivaciones del adversario, sus intenciones y la estructura de su contrariedad. Un elemento fundamental es buscar un cambio de mentalidad o de conducta del enemigo. Un objetivo es manejar las percepciones y reacciones de determinados grupos que integran el enemigo a fin de poder enviarles señales claras, sin ambigüedades, para que las comprendan y reaccionen de una manera racional y predecible.

El complejo escenario de Ucrania

En su afán de obtener el apoyo de los grupos étnicos prorrusos de la frontera con Ucrania, Putin ha exacerbado el nacionalismo ucraniano en el resto del territorio. En un país cuyos ciudadanos han salido dos veces a las calles en el período posoviético para expulsar sin miramientos a gobiernos que percibían prorrusos, no es ociosa la preocupación por la reacción de los nacionalistas ucranianos.

El gobierno de Ucrania presidido por Volodymyr Zelensky se encuentra en una encrucijada que va más allá de la amenaza rusa. El medio que mejor ha analizado la delicada situación interna de Ucrania y sus dificultades para desarrollar una estrategia es The New York Times. El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, según este análisis, tiene pocas cartas que jugar en cualquier negociación con Moscú. Su mayor amenaza es una insurgencia de grupos ucranianos nacionalistas como el Axe Democrático y el Sector de Derecha, cualquiera que sea el curso que tome una invasión rusa. El gobierno de Zelensky ha instado a los partidos nacionalistas a armarse, pero es una espada de doble filo que amenaza no solo al Kremlin sino también al gobierno ucraniano, que podría verse sacudido y posiblemente derrocado por ellos si Zelensky accede a un acuerdo de paz que, en opinión de estos grupos nacionalistas, hace demasiado concesiones a Moscú.

El ministro de Relaciones Exteriores y el ministro de Defensa de Ucrania han dicho en los últimos días que el mayor riesgo que enfrenta el país es la desestabilización interna, no un ataque de Rusia. El análisis sostiene que Zelensky estaría asumiendo riesgos políticos extremos si una vez producida la invasión considerara un acuerdo de paz con Rusia. Oleksandr Ivanov, director de un grupo llamado Movimiento Contra la Capitulación, sostiene que “los diplomáticos no entienden que en Ucrania la sociedad civil tiene una mayor influencia en la política que los partidos políticos”. Para Zelensky, agregó Ivanov, “la amenaza de guerra es en realidad sólo una amenaza, mientras que una firma de compromisos con Rusia garantiza protestas generalizadas en todo el país”.

Yuri Hudymenko, jefe del partido Axe Democrático de Ucrania, declaró que “está listo para tomar las armas, pero no necesariamente contra Rusia, su ira se dirigirá contra el gobierno de Ucrania si otorga demasiadas concesiones a Rusia por la paz”. Como líder de Axe Democrática, uno de los grupos nacionalistas de derecha que representan una poderosa fuerza política en Ucrania, se oponen ferozmente a cualquier compromiso con Moscú. Rusia no la tendrá fácil. A medida que las tropas rusas se alejen de las adyacencias de la frontera oriental de Ucrania, la insurgencia ucraniana será más intensa y letal.

¿Cuál estrategia predominará? ¿Cuál será el resultado de esta confrontación? Carl von Clausewitz, el más prestigioso estratega y filósofo del conflicto, advertía, “la guerra es la provincia del azar”.

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