Semana intensa en Europa. El ataque del totalitarismo ruso a Ucrania no tiene justificativo alguno. La muerte de civiles y la política de destrucción de ciudades nos lleva al recuerdo el comunismo soviético. Infortunadamente el pueblo ruso estuvo sometido, históricamente, a visiones totalitarias.

Desde la Rusia zarista, pasando por los 70 años de comunismo despiadado y el stalinismo de los gulags, ampliamente denunciado por Aleksandr Solzhenitsyn, hasta la desintegración del Estado soviético (1991) con la Perestroika y Glasnot de Gorvachev que demostró que el comunismo simplemente no funciona, y el paso a una democracia muy débil, dominada por algunos Ward lords que se apoderaron de la Rusia de Yeltsin y la llevaron a una “modernidad” forzada sin mucho desarrollo de su sentido de democracia ni de integración europea.

Abusan de sus reservas de petróleo y gas, principalmente, y de las ventas que realizan a países europeos como Alemania que en su afán de “descarbonizar” y “desnuclearizar” su generación eléctrica se volvieron ruso-dependientes. Sin embargo, eso va a cambiar en breve tras las sanciones que Europa, y el mundo, está imponiendo a Rusia por la (fallida) invasión a Ucrania. La economía va a derrotar a la guerra.

Entre Rusia y Ucrania hay una historia de cientos de años y no es de las mejores. Rusia siempre buscó imponerse por sobre la sociedad ucraniana y no pudo hacerlo ni siquiera en la cumbre del stanilismo cuando se perseguía a todos los disidentes del Estado. En 2014 Rusia arrebató por la fuerza la región de Crimea y siguen sumando otro tipo de acciones desde Rusia en dividir el territorio, estimular al separatismo de algunas regiones ucranianas (especialmente fronterizas con Rusia, etc).

El presidente ucraniano, un abogado y ex presentador de televisión devenido en político de alta presencia moral estos días, está en las calles, en trincheras militares, defendiendo a su pueblo de la invasión. Ejemplo de liderazgo en tiempos de crisis.

Seguramente los hechos van a ir desarrollándose en la medida que pasen las horas y a riesgo de quedar desactualizados creo que es momento que Europa, terminando el invierno, estimule a 100% inversiones en cambiar su matriz energética (dejar de depender del gas ruso) y empezar a ser independientes energéticamente. En 2018 se los dijo en su cara el entonces presidente estadounidense Donald Trump que le parecía un despropósito que cientos de billones de dólares norteamericanos se presupuesten para defender Alemania y Europa y sin embargo billones de dólares generados en la economía alemana vayan a parar a arcas rusas producto de la compra de gas ruso. Eso debe cambiar inmediatamente. No se pueden comprar energía a quien luego agrede y ataca. Están fortaleciendo la economía de un régimen que busca venganza y que, al parecer, no le fue más que suficiente la amarga experiencia de las dos guerras mundiales (en teatro europeo principalmente) que causaron millones de bajas civiles.

El cambio de matriz energética (su independencia total del gas ruso), la inclusión de la nuclear (nuevamente) y renovables para la generación eléctrica en Alemania, Francia y otros estado europeos será un paso decisivo, al igual que mantener las sanciones (corte del SWITF Society for World Interbank Financial Telecommunication que permite transacciones bancarizadas a nivel global) y corte de vuelos a Rusia serán medidas que van a hundir en próximos meses la economía rusa que de todas maneras nunca fue robusta. El precio de la guerra y de la agresión de los dirigentes rusos a un estado moderno y liberal como Ucrania va a traer consecuencias nefastas para la economía y sociedad rusa, además del obvio establecimiento de un tribunal internacional de justicia, tipo Núremberg (1945) para juzgar por crímenes de guerra a todos los dirigentes de Rusia.

Hoy las guerras se ganan con dinero y tecnología. Y Rusia no tiene ni lo uno ni lo otro. La amenaza de “utilizar” las nucleares no pasará de ello: la economía rusa no da para una guerra de alta tecnología ni sostenible en el tiempo. La gente está protestando por millones en calles rusas (6.000 detenidos en Moscú), pronto la falta de servicios y alimentos van a generar caos en esa sociedad cuyos bancos ofrecen tremendas tasas de interés (ficticias) para evitar la retirada de dinero de los usuarios.

La historia de todas formas debe demandar mayor acción a Estados Unidos, su pasividad y su pereza la ponen en cuestionamiento. No es correcto que el papel de “policía global” (que se lo ganaron luego de la segunda guerra mundial y de la guerra de Corea) lo mal utilicen. Dejen de ver Euphoria y dedíquense a evitar que totalitarismos ciegos invadan o destruyan países.

Debe haber paz sí, pero no al precio de desmembrar Ucrania ni ninguna nación. Y debe volverse a aplicar la fórmula de desarme a aquellos países agresores, como ocurrió con Alemania después de su derrota en 1945 que dejó las armas y empezó a crecer siendo un país liberal y democrático, en paz sin agredir a nadie.

#IStandWithUkraine

Foto: Campos de Trigo en Ucrania / Google

@BorisSGomezU


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