A semanas de cumplirse el primer aniversario de la invasión militar a gran escala de la Federación Rusa, denominada por los mismos rusos como “operación militar especial”, pero que según los ucranianos es la continuación de la invasión y anexión de la península de Crimea por Rusia en 2014, han acontecido hechos asombrosos que deben ser dignos de estudiar por analistas y politólogos del presente y el futuro, como son los siguientes:

1.      Impacto de la corrupción administrativa y la falta de transparencia informativa

A pesar de ser el tercer país del mundo en presupuesto militar hasta el año 2022, habiendo realizado una profunda y enorme reforma militar que apuntaba hacia la profesionalización y uso de la alta tecnología en las Fuerzas Armadas Rusas, es ahora cuando se hace evidente en el campo de batalla y no en los impresionantes desfiles de la Plaza Roja de Moscú que el tradicional valor y capacidad de aguantar sufrimiento de los soldados rusos no está acompañado por el suministro logístico, los equipos militares modernos y cualquier otra cantidad de detalles inadmisibles en una superpotencia militar.

Para quienes recordamos la Guerra de las Malvinas, el Reino Unido trasladó un ejército a 12.000 kilómetros de su país, manteniéndolo en el mar durante semanas, hasta que la flota británica logró crear condiciones adecuadas. La importante hazaña fue superada con creces por la Guerra del Golfo (1990-1991), en la que Estados Unidos y sus aliados, ante la imposibilidad de ubicar sus tropas en las ciudades y ofender la fe musulmana, especialmente por la presencia de mujeres en sus fuerzas armadas, llegó a colocar en el desierto 600.000 soldados (3 veces las tropas rusas en Ucrania). Todos los problemas de abastecimiento, adiestramiento y despliegue imaginables fueron resueltos con éxito, por lo cual uno se pregunta cómo es posible que 200.000 o 300.000 soldados rusos tengan problemas logísticos con un país vecino que conocen perfectamente por razones históricas y políticas.

La respuesta concreta está en la falta de controles y evaluaciones dentro de las Fuerzas Armadas Rusas, especialmente grave si tomamos nota que durante los últimos 5 años antes de la invasión de 2022 anunciaron la realización de maniobras militares de decenas y hasta centenas de miles de soldados. No hay otra explicación para que no detectaran todas estas deficiencias que una cultura de complicidad y encubrimiento de muchísimos oficiales generales, que hicieron creer al alto mando político lo que era solo propaganda para el consumo de la población doméstica y los medios de comunicación extranjeros. Esto sin duda explica decisiones tan absurdas como invadir Ucrania sin la debida preparación, ni asignación de la totalidad de sus fuerzas para la tarea en cuestión.

Es aquí donde es preferible hacer público los sistemas de armas que fallan (Estados Unidos está lleno de ejemplos de este tipo de fracasos en equipos), así como conocer las vergonzosas deficiencias operativas, tal como ocurre en la Bundeswehr (Fuerzas Armadas Alemanas), en tiempos de paz, que descubrir que no funcionan en tiempos de guerra, ni los equipos, ni los que valientemente mueren usándolos, como son los soldados.

Tanta irresponsabilidad política solo puede ser comparada históricamente con las brutales decisiones de Estados Unidos en 1919 y 1946, de desguazar y desmantelar sus Fuerzas Armadas en más de 90%, que tuvo como resultado la desastrosa Guerra de Corea, donde inició el conflicto en 1950 con demasiadas deficiencias operativas, que no son objetos de este artículo. Lo mismo ocurriría en Vietnam, donde parece que ningún político observó las causas de la derrota francesa en Indochina y la victoria militar inglesa en Malasia, Birmania, Grecia, Omán, entre otros países donde las guerras irregulares eran la norma estándar del conflicto en sí. Más allá de los soldados y comandantes de campo, Putin debe ubicar a los verdaderos responsables de sus aflicciones en el Ministerio de la Defensa.

2.      Falta de análisis riguroso de la situación política global

Es realmente increíble pensar que los técnicos y especialistas de la política exterior rusa no se dieran cuenta de que una invasión de Ucrania era la oportunidad perfecta para “matar varios pájaros de un tiro”, por parte de sus enemigos (esencialmente la OTAN), quienes se anotaron los siguientes éxitos:

·         Incautación de centenares de miles de millones de dólares estadounidenses, en bienes patrimoniales de la oligarquía rusa en decenas de países.

·         Cierre de los medios globales de comunicación rusos, en muchos países, como RT, Sputnik, además de muchas otras plataformas multimedia menos conocidas, debido a ser clasificadas como medios de propaganda.

·         Reducción y prácticamente sustitución de las exportaciones energéticas rusas (carbón, gas natural y petróleo/derivados), en mercados muy importantes que han sido sustituidos por materias primas de Australia, países árabes o Estados Unidos.

·         Reducción muy sustancial de relaciones diplomáticas, culturales, científicas, deportivas (expulsión casi total de eventos internacionales), con muchos países importantes,  que pueden tardar muchos años en ser subsanadas.

·         Prohibición de adquirir productos de alta tecnología o materiales estratégicos, desde los países desarrollados hacia la economía de la Federación Rusa.

·         Congelación muy sustancial de las inversiones extranjeras directas desde los países desarrollados hacia Rusia, con pocas excepciones como China.

·         Retiro de un gran número de empresas extranjeras en Rusia y control o incluso expropiaciones de instalaciones de empresas rusas muy importantes.

·         Reconocimiento profundo y detallado de las capacidades militares rusas en el campo de batalla, esto implica conocer las tácticas, tecnologías, metodologías de gestión de todas sus Fuerzas Armadas, excepto las unidades atómicas, biológicas y químicas (se les denomina Fuerzas Estratégicas), dándoles a los Estados Mayores de la OTAN la posibilidad de estudiar todas las medidas y contramedidas necesarias a futuro.

·         Creación de una sombra de duda sobre la efectividad militar de las armas rusas, frente a las armas de tecnología occidental (quién podría dudar que los lanzacohetes HIMARS son los protagonistas históricos de esta guerra en 2002).

·         Apertura mundial del sistema Starlink del magnate industrial Elon Musk, sin el cual la guerra no hubiera durado debido a la destrucción de los sistemas convencionales de comunicación de mando y control, que se usan en todos los ejércitos, pero que solo un puñado de países tiene instalado en el espacio exterior.

Hay muchos otros factores que por prudencia política, sensibilidad humanitaria y tacto social no se deben mencionar en público, pero que indican sin duda una serie de fallos garrafales en materia de planificación de política exterior en cuanto a los escenarios previstos políticamente para después de la invasión, incluyendo las graves consecuencias que tendrá sobre la política de muchos países africanos, asiáticos y latinoamericanos.

Pero esos detalles son otra historia…


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