Ayer en la tarde pasé por una calle de una zona residencial muy prestigiosa del municipio Chacao en Caracas que estaba en mal estado. Mi acompañante me comentó que aquella calle ciega había estado en aún peores condiciones durante mucho tiempo. Seguidamente, me dijo que no entendía cómo unas familias, con tanto músculo financiero, no habían sido capaces de entender que lo que más les convenía era ponerse de acuerdo, aportar recursos a un fondo y arreglar las “troneras” de la calle. A fin de cuentas –concluyó– los únicos que se perjudicaban eran quienes residían en esa calle y los carros que se dañaban eran solamente los de ellos.

Coincidencialmente, en la mañana estuve conversando con mi amigo Alberto Martínez, quien me mostró con orgullo dos videos que mostraban el logro que habían alcanzado durante el fin de semana. Me referiré a este logro más adelante porque deseo exponer los antecedentes.

Recordarán las incesantes lluvias que afectaron a nuestro país durante el último trimestre del año pasado. Este tipo de precipitaciones prolongadas –aunque no tormentosas– produjeron la saturación de los suelos que es una amenaza a los taludes, terrenos inclinados, rellenos, cortes. Mayor es la amenaza cuando no se han canalizado apropiadamente los cursos naturales de las aguas.

En la vía hacia la población de Turgua, en jurisdicción del municipio El Hatillo del estado Miranda, la carretera –de tierra para aquel entonces y ya en mal y precario estado pero transitable– quedó obstruida por derrumbes, deslizamientos, zanjas, hundimientos y desniveles que impidieron el paso vehicular. Apenas las motocicletas eran capaces de sortear los obstáculos.

Una o dos semanas después del bloqueo total de la vía, los ciudadanos pobladores de Turgua y de las zonas aledañas hicieron llegar a las autoridades de la Alcaldía de El Hatillo solicitudes de asistencia para el despeje de las vías. Se necesitaba la intervención de maquinaria pesada capaz de remover los volúmenes de tierra y barro para paliar la situación.

Me relata Alberto –residente del área cercana a la población de Turgua– que las autoridades municipales enviaron obreros y maquinaria para despejar la vía. La asistencia fue corta e insuficiente y los daños no reparados se incrementaron.

Conozco a Alberto desde hace más de 25 años. Esmerado, laborioso, responsable e ingenioso trabajador, no pudo culminar sus estudios formales porque tuvo que comenzar a trabajar desde muy joven para colaborar en el sustento familiar. Las carencias de estudios formales y las económicas fueron factores motivadores para él. Su ingenio, su constante curiosidad y sus deseos de aprender para ser el mejor no conocen de “peros” y se ha formado en diferentes oficios hasta dominarlos. Ciertamente que conoce la palabra “difícil” pero no la pronuncia en sus conversaciones ni está presente en su trabajo. Nuestras conversaciones –durante cada café que nos tomamos juntos regularmente– incluyen el anuncio de un nuevo proyecto, una nueva iniciativa o una mejora de ideas, proyectos o iniciativas anteriores. Y si la fuente de información a la cual debe recurrir para lograr su objetivo o superar un obstáculo se encuentra redactada en inglés o en alemán o en italiano…pues lo dicho: él no conoce de “peros”.

Decepcionados por la inútil y frustrante espera, él y un buen y numeroso grupo de vecinos decidieron “ser” y “hacer”. “Ser” quienes solucionan sus problemas y “hacer” lo necesario para lograrlo. Llevan ya numerosos fines de semana arreglando su carretera.

El pasado fin de semana culminó el proyecto de colocar una tubería a modo de torrentera para canalizar un curso subterráneo de agua que amenazaba la integridad de la carretera. Los videos a los cuales me referí anteriormente mostraban a un conjunto de personas –hombres y mujeres– que habían cavado transversalmente una zanja en la carretera a una profundidad de quizás dos o tres metros con sus picos, palas, azadones y carretillas. Previamente, habían formado una tubería cortando, soldando y anillando tanques de agua de hierro ya usados y desechados de aproximadamente 70 cm de diámetro a los cuales les aplicaron capas de pintura antioxidante. Bien apoyada sobre una superficie aplanada, la tubería fue luego cubierta con la tierra apropiadamente apisonada.

El final del video mostraba el júbilo de los vecinos de Turgua que habían decidido “ponerse en movimiento”: “ser” y “hacer”. Y creo que este no es el final de la historia de la reparación de la vía a Turgua.

Dios guarde a V. E. muchos años,

@Nash_Axelrod.


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