Según los científicos, la mentira es algo intrínseco en el ser humano y todos mentimos, pero explican que los políticos lo hacen más. “La falta de honradez es contagiosa”. Cuando las mentiras tienen éxito, es más tentador mentir. «Las mentiras empiezan a repetirse. Pueden tener un efecto constante, incluso si ya fueron desacreditadas”.

Los regímenes totalitarios se mueven con las mentiras y apariencias que difunden a través de su hegemonía comunicacional. Además, creen que son suficientes para anestesiar a toda resistencia democrática que pueda emerger. No obstante, como a todo farsante siempre les llega la hora en la que el pueblo descubre las verdades verdaderas y termina por no creerles ni las verdades más irrefutables. Las verdades no se compran y menos las tangibles. En el contexto de la política, el gran teórico de la mentira institucionalizada fue el doctor Goebbels, ministro de propaganda del gobierno nazi, quien sustentaba en su teoría que toda mentira repetida mil veces termina por convertirse en una verdad. Pero, en un mundo globalizado por la era de Internet y de las redes sociales, las mentiras cada día tienen poco espacio, se desmontan por su propio peso y sustancia, derivándose poca efectividad en su perversa intencionalidad.

Es evidente que el compromiso revolucionario se mide precisamente en momentos de crisis, manifestando apoyo a un régimen sin duda con muchas fisuras; pero que, aun así, representa la mejor opción de lucha social ante una oposición que, a pesar de su discurso en sentido contrario, no termina de reconectar con los estratos sociales D/E. Para muchos analistas políticos, una oposición con muchas estrategias de cambio que no terminan de fraguar, menos convencer a la mayoría de los venezolanos para salir a las calles y hacer fuerte presión a un régimen agotado.

Son tiempos de elecciones regionales y municipales, el amarre popular del chavismo se ha debilitado con el devenir histórico. Sin embargo, la sala situacional de Miraflores con revisar su big data y mover lo que les queda de militancia tendrían posibilidades estratégicas de seguir ganando espacios en minoría. Los recorridos proselitistas de la revolución presentan un aspecto gris. El gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) está enfrentando conflictos de intereses para motivar a sus dirigentes comunales y promotores del voto en las zonas populares, antiguos bastiones rojos, rojitos. Comienzan a abundar spots publicitarios ofreciendo promesas y soluciones en la radio y la televisión, sobre la base de la mentira.

En síntesis, el régimen flota desesperadamente sobre la magia de los medios de comunicación para mostrar lo que no existe, lo que no han hecho durante 20 años en el poder central. Esta realidad se articula perfectamente con las expresiones muy críticas de algunos dirigentes revolucionarios que afirman que el gobierno de calle o los programas sociales han sido “puro pote de humo”, situación que se visualiza y se siente en el rechazo en los sectores hacia los líderes y funcionarios del régimen. Además, es significativo cómo últimamente la mayoría del pueblo chavista no sale a recibir ya con emoción a su máximo líder bolivariano Nicolás Maduro cuando los visita con todo su equipo de alto gobierno para darle arranque algunos de los programas estratégicos de “gobierno de calle”. Esta postura no es más que una notable indiferencia hacia las diversas gestiones, según nuestros números es valorada en 85,1% de rechazo, incluso en los sectores populares del país los estoicos revolucionarios se unen a los opositores. Sin miedo se atreven a decir que viven de puras mentiras y algo más: que están pasando hambre… Los estratos sociales D/E de la población, que en su mayoría fueron fieles al “comandante eterno”, valoran la gestión de Nicolás Maduro como muy mala y sin expectativas en 85,5%. Si el país transita por una crisis profunda en lo económico, político y social, las diferentes crisis inician de manera hasta natural las configuraciones de las distintas turbulencias que emergen con fuerza en su momento histórico por el desespero de la gente al no ver una luz al final del túnel en sus exigencias existenciales.

Es relevante revisar el análisis cuantitativo de abril 2013, mayo 2018 y diciembre 2020. Nicolás Maduro está atrapado en diversos nudos críticos, con una precaria popularidad y un capital político en decadencia. Se encuentra dentro de un laberinto con una sola salida: negociar. No obstante, se llena de arrogancia y mira los intereses exógenos para construir narrativas ante una realidad política-electoral.

Tendencia histórica de la decadencia del voto Chavista: Presidenciales 1998. Chavismo: 3.673.685 // Oposición: 2.863.619. Constituyente abril 1999. Chavismo: 3.630.666 // Oposición: 300.233. Constituyente diciembre 1999. Chavismo: 3.301.475 // Oposición: 1.298.105. Presidenciales 2000. Chavismo: 3.757.773 // Oposición: 2.530.805. Revocatorio 2004. Chavismo: 5.800.629 // Oposición: 3.989.008. Parlamentarias 2005. Chavismo. 1.871.419 // Oposición: no participó. Presidenciales 2006. Chavismo: 7.309.080 // Oposición: 4.292.466. Reforma 2007. Chavismo: 4.404.626 // Oposición: 4.521.494. Regionales 2008. Chavismo: 5.541.942 // Oposición: 4.712.621. Enmienda 2009. Chavismo: 6.310.482 // Oposición: 5.193.839. Parlamentarias 2010. Chavismo: 5.423.324 // Oposición 5.674.343. Elecciones presidenciales 2012. Chavismo: 8.191.132 // Oposición: 6.591.304. Elecciones regionales 2012. Chavismo: 4.853.494 // Oposición: 3.883.037. Elecciones presidenciales 2013: Chavismo 7.505.338 // Oposición: 7.270.403. Elecciones municipales 2013. Chavismo: 5.216.522 // Oposición: 4.373.910. Elecciones parlamentarias 2015. Chavismo: 5.625,248 // Oposición: 7.728,025. Elecciones regionales y municipales 2017. Cuestionadas por la parcialidad cínica del árbitro electoral. Elecciones presidenciales mayo 2018. Consideradas fraudulentas por no ser competitivas, construidas por sus entramados jurídicos-políticos como traje hecho a la medida para mantener a Maduro en Miraflores. Elecciones parlamentarias 2020. Con tendencia negativa el voto y reveladores datos cuantitativos de la crisis política en el chavismo-madurismo.

 

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