Los diálogos en México se están adelantando bajo un marco de felicidad dibujado estratégicamente por el régimen que encabeza Nicolás Maduro en Venezuela. En tu país. En primer lugar toda la atención del mundo está dedicada al Mundial de Fútbol que se empezó a realizar en Qatar desde el pasado 20 de noviembre. De manera que la opinión pública global se ha desplazado desde la guerra Rusia-Ucrania (siempre habrá grandes distractores atravesados) hacia el Medio Oriente, no por las históricas y ancestrales guerras de esa región y si por la pasión del balompié. Ya el tema de la pandemia del COVID y sus secuelas económicas y sociales están empezando a pasar a un segundo plano. En Francia, Alemania, España e Inglaterra los televisores están pendientes de los resultados de sus selecciones en el campo de juego y de pasar a los octavos, cuartos, semifinales y finales. En Estados Unidos y Canadá también hay suficientes sumatorias de entretenimientos en esa dirección. De manera que enhebrar una narrativa y un discurso como el que se construyó hace tres años para apuntalar el sietemesinismo político del régimen interino del “apoyo de Estados Unidos más 60 países adicionales” en este momento en que se colocan frente a frente todo el régimen y un sector de la oposición a negociar por el presente y el futuro de Venezuela, es tanto como ladrarle a la luna en justificaciones y argumentos, pero sin la luna, sin el perro y sin los ladridos, que es bastante en el decir; mientras nos mantenemos felices a nuestra manera.

Y ese es el entorno de las orillas de la bolita del mundo, en como están las noticias de Venezuela y su situación mundial como para que esa entente entre la representaciónque hacen los emisarios de la revolución bolivariana encabezados por el señor Jorge Rodríguez y un sector de la oposición que está representado por el señor Gerardo Blyde posen para la obligante fotografía de rigor, en una mesa tan larga como la que dispone Putin para recibir y conversar con sus visitantes incómodos, se estrechen la mano con la sonrisa forzada y después se despidan hasta que la próxima gandola de oxígeno con destino hacia Miraflores se tramite por iniciativa del gobierno. Siempre la iniciativa parte desde allí.

¿Y en Venezuela cuál es el ambiente? Obvio que no están ajenos a la fiesta del fútbol desde Qatar. Desde esa burbuja económica que se desplaza desde Las Mercedes hasta la isla de Margarita y algunas de las ciudades más importantes del país se vende la idea de las mejoras y los avances en el lema de que el país se está arreglando. Adicionalmente están en la borrachera inducida de las inauguraciones de centros comerciales, de las fiestas de la belleza, de conciertos en el Poliedro, del retorno de muchos artistas e influencers desde las redes sociales con fanfarria desde el fondo de bienvenida de la cromointerferencia de color aditivo de Carlos Cruz-Diez en el aeropuerto internacional de Maiquetía, de las conversaciones entre el gobierno colombiano y el ELN bajo la mediación de Miraflores; y en algunos momentos se regresa al ratón político y económico del día a día para parir la comida, para la infructuosa búsqueda de las medicinas, para el transporte y para preservarse en la seguridad personal; y sin la certeza de las garantías de los derechos humanos de todos, de la libertad de todos los presos políticos, sin las posibilidades de unas elecciones libres donde los 7 millones de venezolanos que hacen parte de la diáspora criolla alrededor del mundo tengan la posibilidad de ejercer el voto y el regreso al terruño. Se llama trabajar para el presente como poseídos por la línea estratégica de Eudomar Santos en el como vaya viniendo vamos viendo. Esa es la rutina de la gran mayoría de los venezolanos que en algún momento sufre el país y en otro lo disfruta por cuotas. Es una suerte de tobogán de la felicidad del presente donde se alternan los dolores del alma, los del espíritu y los del cuerpo con algunos amagos de felicidad que sorprenden. Ese es el país que se negocia en México –que también tiene una selección en el Mundial– para lograr un ambiente de elecciones presidenciales libres y con garantías. Una bandera que ha levantado la representación opositora en un pliego desde el país azteca, mientras el régimen lleva otras peticiones leoninas; entre otras la libertad de Alex Saab y la disposición libre y en fastrack de 3.000 millones de dólares retenidos por muchos de los países cuyas selecciones de fútbol están en este momento en Qatar, y el retorno de las inversiones petroleras al país, las cuales son parte de las sanciones solicitadas para el régimen por ese sector opositor con el que negocia.

La prenda final del régimen es su permanencia en el poder. Es su Rosalinda. Y se sentará en México, en Curazao, en Noruega, en España, en Francia, en Qatar, y en cualquier parte del mundo a negociar con ese sector de la oposición aun perdiendo todo su dinero y habiéndose quedado sin un centavo; pero a la Rosalinda que le garantiza ad eternum su permanencia en el poder no la va a negociar ni a jugar en esa partida de dados cargados que se llama los diálogos y la negociación del régimen con cuatro o cinco personajes de la oposición.

El país mayoritario se mantiene feliz. Mientras abriga la esperanza de un cambio político que no se vislumbra ni en el corto ni en el mediano plazo, se nutre emocionalmente de las ñapas visuales que le llegan a través de las redes sociales de un país que no conoce, de las imágenes del Black Friday, de sorprenderse por un restaurante exclusivo levantado en una grúa, de suspirar por pasear en el recién inaugurado y exclusivo centro comercial Avanti a sabiendas de que nada de lo que se expone en las pulidas y colosales vitrinas está al alcance de su bolsillo. Mientras tanto, lleva un apretado y esperanzado control del GoFundMe para tratar la dolencia de un familiar cercano o para solucionar alguna otra necesidad. En la vista de los precios inabordables de Prada, Gucci, Christian Dior, Karl Lagerfeld, Carolina Herrera, Jean Paul Gaultier se le va todo un trazo de felicidad que exprime al máximo. Sabe que al trasponer las lujosas antesalas de esas instalaciones esta la otra realidad. Distinta a la que disfrutó con un aire acondicionado al máximo y con gente elegante y bien bonita saliendo de las tiendas con bolsas full con los logos de Balenciaga, Givenchy, Louis Vuitton, Lacoste, Chanel, Armani. Ese país mayoritario ignora en sumo grado que en México están negociando, con una representatividad que está en duda, su presente y su futuro conforme a una lista de mercado que ya se ha debatido sin resultados en otras oportunidades y desde donde el régimen se retira siempre con el presente en la mano y la oposición no se lleva siquiera una ñinguita de futuro. Ante tanta realidad repetida, esa mayoría prefiere sustraerse y disfrutar de la felicidad visual de un magnifico traje que no se va a poner, unos carísimos zapatos que nunca en su vida se calzará, un reloj que no lucirá ni en sueños y un televisor en el que jamásverá un Mundial de Fútbol.

Nuestro país está feliz. Tanto como si estuviera en Doha en primera fila disfrutando uno de los tantos encuentros del mundial.

Rosalinda nunca viajará a esos diálogos y negociaciones entre el régimen y un sector de la oposición. Y eso lo sabe el señor Blyde.

De todas maneras desde México el resultado del partido es 4 goles a 0 a favor del gobierno, entre ellos 2 autogoles representados por la libertad de los presos políticos y las garantías para el voto expatriado y las elecciones presidenciales. Los otros dos fueron penaltis por el regreso de la Chevron y los millones de dólares represados que van para ¿la ayuda humanitaria?

La mayoría de los venezolanos perdieron en México, pero tu país esta feliz. El próximo Mundial es en 4 años.


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