El arrollador triunfo del Partido Popular en las elecciones autonómicas y municipales del domingo en España produjo una consecuencia inmediata. Menos de 24 horas después, el presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, adelantó para el 23 de julio las elecciones generales, en principio previstas a realizarse en el final del otoño.

«Asumo en primera persona los resultados y creo necesario dar una respuesta y someter nuestro mandato a la voluntad popular», dijo Sánchez, tan breve como serio, desde el Palacio de la Moncloa, sede de la presidencia de gobierno. «El sentido del voto traslada un mensaje que va más allá», interpreta el dirigente socialista que gobierna desde 2018 y está acostumbrado, como recuerda la prensa española, a las decisiones arriesgadas. «Cree que en dos meses tendrá más opciones que en seis», apunta el análisis de elDiario.es.

Aunque los comicios del domingo tenían carácter local ーse elegían más de 8.000 municipios y 12 de 17 gobiernos autonómicosー se constituyó en una suerte de primera vuelta electoral ante la proximidad de las elecciones generales, que ahora están más cerca. También en un referéndum sobre el gobierno de las izquierdas ーPSOE, Podemos y expresiones regionales nacionalistas y a la izquierdaー que perdió enorme poder en municipios y comunidades autonómicas.

El Partido Popular, que hace apenas 4 años sufrió uno de sus más grandes reveses electorales, superó en votos a los socialistas, se impuso en 8 de las 12 autonomías donde se votó ーincluida la muy importante Comunidad Valencianaー, gobernará en las 8 capitales de Andalucía, hasta en la muy apetecida Sevilla, y obtuvo la mayoría absoluta tanto en la Comunidad como en la Alcaldía de Madrid. La andaluza es la comunidad más poblada del país y solía ser un feudo de los socialistas hasta hace poco. No le falta razón a los diarios y portales de España cuando hablan de un tsunami electoral.

«Los ciudadanos han dicho basta. Hasta aquí hemos llegado», dijo el líder del PP Alberto Núñez Feijóo, a quien ya le ven cara de presidente de gobierno, al comentar el adelanto electoral y pedir a los españoles que le den «una mayoría incontestable y contundente para iniciar un nuevo rumbo político». La va a necesitar para formar gobierno si resulta ganador el 23 de julio pero, con casi toda seguridad, requerirá el apoyo de Vox, que superó con éxito su primera experiencia en una megaelección como la del domingo y se consolidó como la tercera fuerza política del domingo. Un socio incómodo como lo fue Podemos para el PSOE.

Ciudadanos que llegó a sumar 1,9 millones de votos en las anteriores elecciones autonómicas, desapareció del escenario político y Podemos, sufrió un serio descalabro que lo asoma a un destino similar.

En poco más de 50 días se vuelve a las urnas. Los medios consideran el adelanto electoral como un suicidio político para Sánchez, pero coinciden en que no tenía una mejor opción. Vienen semanas tensas en las que los socialistas sembrarán temor ante un posible gobierno PP-Vox. Y los populares insistirán, como el domingo en la noche, que se volverá a imponer la «centralidad frente al radicalismo».


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