El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se suma al de un pequeño grupo de líderes que se han contagiado con el covid-19 y en algún momento de la evolución de esta pandemia han mostrado el patrón de restarle importancia al virus, incluida la gravedad de la pandemia y los riesgos para la salud pública.

En el mes de julio, el presidente de Brasil anunció que era positivo para el virus y dijo públicamente que estaba tomando hidroxicloroquina, el medicamento de efectos no probados contra el coronavirus. Durante meses había ignorado la distancia social en numerosas manifestaciones y animaba a las multitudes en sus salidas de la residencia presidencial, a menudo sin mascarilla.

El presidente de Bielorrusia, quien restó importancia a las inquietudes acerca del virus tildándolas de “psicosis” y aconsejó beber vodka para mantenerse sano, dijo en julio que se había contagiado del virus pero que era asintomático.

El contagio del presidente norteamericano coincide con la publicación de un estudio de la Universidad de Cornell, financiado en parte por la Fundación de Bill y Melinda Gates, en el que se alega que Donald Trump es probablemente el factor más importante de desinformación e “infodemia” sobre el covid-19.

El estudio afirma que cuando las personas son engañadas por afirmaciones falsas sobre la naturaleza y el tratamiento del covid-19, es menos probable que sigan los consejos de los funcionarios de salud y en consecuencia contribuyan a la propagación del virus. Trump ha contradicho los consejos de sus principales expertos médicos, quienes recomiendan evitar eventos sin la protección de las mascarillas y personas muy cerca unas de otras, poniendo en riesgo a los asistentes y sus contactos. «Me pongo una mascarilla cuando creo que lo necesito», dijo.

Trump recientemente se  enfrentó al  director de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), quien había descartado que una vacuna contra el coronavirus pueda estar disponible masivamente antes de mediados de 2021 y dicho que el uso de mascarillas puede ser más efectiva que la vacuna para evitar contagios. En el pasado debate presidencial en Cleveland, el presidente sugirió que el Dr. Anthony Fauci, principal experto en enfermedades infecciosas del país, compartía su escepticismo sobre la precaución clave del covid, cuando hemos visto al experto durante meses rogando a la gente que use máscaras.

La actitud de Trump ha tenido un efecto evidente en la conducta de muchos de sus votantes, en especial los hombres. Según una encuesta de Gallup en julio, 44% de los norteamericanos usa mascarilla siempre que está fuera de su casa y 28% con mucha frecuencia. 11%, a veces. 16% raramente o nunca. Los porcentajes son diferentes en el caso de los votantes republicanos. 36% de estos no la usa nunca o pocas veces. 18%, a veces. 54% de las mujeres la lleva siempre. En el sondeo los  hombres es 34%.

No es posible saber dónde específicamente se contagió, pero se ha sugerido que el evento organizado por la Casa Blanca el sábado 26 de septiembre, con la asistencia de 150 invitados para presentar a la candidata al Tribunal Supremo, la jueza Amy Coney Barrett, pudo haber sido lo que llaman un “evento de superpropagación” del virus. Solo los periodistas y los militares presentes llevaban mascarilla. No había ninguna distancia de seguridad entre los asistentes. ni en el jardín ni dentro del edificio. Varios de los asistentes han confirmado en los últimos días que son positivos para la prueba del virus.

Es algo extremadamente raro en el pasado ver  a  un presidente contradiciendo a sus representantes en temas sanitarios.

Quizás el hecho de ver que el presidente de Estados Unidos se sumó a los 35 millones de contagiados en el mundo, aun con toda la protección que tiene, sirva como experiencia de aprendizaje y refuerce el adecuado cumplimiento de las medidas para imponer el “cordón sanitario” más efectivo contra el virus. Los mejores deseos a la pronta recuperación del presidente de Estados Unidos.

@santiago bacci

 


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