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Debo reconocer que nuestra capacidad de asombro es sencillamente infinita frente a razonamientos intelectuales, de los que muchos hemos sido admiradores, por vidas dedicadas al estudio, a la academia y a los análisis e ideas de posibles modos de edificar un mundo mejor. Atendiendo a las complejas realidades que se nos presentan en las sociedades de hoy, por la intercomunicación global con la expansión de la revolución cibernética y científico-tecnológica ¡en un mundo que es cada día más un pañuelo!

Hurgando entre la Ciencia Política, filósofos y pensadores a partir de lo cuales reflexionamos un tanto sobre los procesos actuales, compartí con ustedes mi pasado artículo acerca del sentido común, los razonamientos y las experiencias, donde dejé ver mi admiración por uno de mis preferidos, Leonardo Da Vinci, y la fuerte valoración que doy a las experiencias frente al «razonamiento lógico», pasando por René Descartes, Hobbes y John Locke, para tratar «asuntos politológicos».

Hace unos años, de Francis Fukuyama, tuvimos su libro El fin de la historia y el último hombre (1992). Había ocurrido ya la caída del Muro de Berlín, y la desaparición de la Unión  Soviética. Ese año 1992 se producían en Venezuela dos intentos de golpe de Estado por parte de algunos oficiales venezolanos, que años más tarde llegaron al poder político apoyados por un grupo de “intelectuales” para implementar el caos socialista actual.

Los punzantes argumentos del profesor Samuel Huntington de Harvard (1927-2008) en su libro Choque de civilizaciones y la observación del orden mundial (1996) de cierta forma daba respuesta al libro del Fin de la historia y…” de su alumno Francis Fukuyama. Desarrollando una línea de artículos en los que demostró con sus análisis y experiencia de años un correcto diagnóstico, en mi opinión. La importancia de poder anticipar la implementación de políticas que reconozcan las realidades de profundas diferencias culturales-religiosas con determinadas naciones del globo, pueden ayudarnos a conjurar las posibles amenazas a la paz y a la solución de problemáticas en zonas neurálgicas del mundo.

América en la encrucijada (2006), también de Francis Fukuyama, intentó revisar su propia visión del neoconservadurismo frente a anteriores apreciaciones planteadas en sus escritos. Aquello ocurría luego del gobierno de Bush y en su aproximación hacia el año electoral de fin de la etapa 2000-2008, como una suerte de viraje de su posición.

¿Qué ha estado ocurriendo desde 2008 hasta 2020 en los Estados Unidos de América? Las rectificaciones históricas ejecutadas en tratados internacionales y manejos internos para mejorar su economía, la justicia interna y política exterior, en estos apenas últimos casi cuatro años del presidente Trump en la Casa Blanca, se pueden evaluar desde una eficaz dosis de sentido común que le ha imprimido a soluciones necesarias frente a las que no habían funcionado: ni para la sociedad americana, ni para la mundial.

Derivando en extraordinarias expectativas futuras, gracias al franco mejoramiento del nivel de calidad de vida ocurrido para el pueblo americano en tan corto plazo, y a pesar de estar afectados por una pandemia ocasionada por extrema irresponsabilidad china, los cambios significativos en el diseño y construcción de un nuevo y mejor mundo requieren de esa dosis de liderazgo con sentido común que el gobierno de Donald Trump-Mike Pence le han logrado imprimir a su gestión.

Cuando se aproxima el final de esta etapa 2016-2020,  con estas elecciones de Estados Unidos son claves de hacia dónde se moverá nuestra sociedad planetaria, que expectante, de alguna forma u otra, se pronuncia e intenta influir por diversos medios sobre el modo como debería votar el pueblo americano.

La mayoría de los ciudadanos de los Estados Unidos de América, aún sin percatarse totalmente de la tremenda presión e inversión de recursos que presuntamente se están haciendo desde centros de poder de países hostiles a su nación, ha comenzado a ponderar la política de Trump como de profunda naturaleza patriótica y están logrando alinear la posibilidad de una victoria de tremenda significación histórica.

El reto para el pueblo americano ha sido en estos años, y es así en los días restantes de la votación hasta el 3 de noviembre, hacer su manifestación inequívoca de esperanza para abrirse nuevamente hacia adentro al cambio, ratificado el líder que está logrando volver a esa América de valores y principios occidentales irrenunciables, avanzar hacia una nueva etapa de mayores niveles de desarrollo humano y civilizatorio,  despejando el humo incendiario de los que disfrazados de progres pacifistas y lúcidos intelectuales.

Más allá del Halloween, exhibiéndose con prominentes caretas de premios Nobel y demás, van llevando desde la destrucción a las calles de las ciudades americanas hasta la eminencia de guerras con países a los que no han sabido poner la línea roja con el pasar del tiempo. Al mismo tiempo han alcahueteado firmas de tratados que han permitido que se inunden de drogas, delincuencia y desolación las ciudades americanas. Apostando al desastre americano para retomar su poder y seguir sirviéndose del mismo desorden, deben encontrarse con las fuerzas patrióticas de una nación de fe, libertad, justicia y democracia, que ya han comenzado ha retomar la grandeza de una América toda, que en la encrucijada tome su camino de pueblo luchador y victorioso, en una casa unida como lo soño Abraham Lincoln.

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