“Y así el año de quinientos setenta, tomaron por abogada y patrona de la ciudad a Nuestra Señora de la Paz, e hicieron la última mudanza al sitio en que hoy permanecen, que es un valle de temperamento sano y muy templado, y parece les sirvió la protección que para su común quietud, que ha mantenido aquella república hasta los tiempos presentes con tan general sosiego y unión entre los vecinos, que sólo por cumplimiento necesitan de justicia; pues en igual conformidad unos con otros, ni saben lo que es litigio, ni conocen la discordia; y deben tal beneficio al  benigno influjo de su cielo, que basta saber, que uno ha nacido en Trujillo, para que en la común estimación sea reputado por de afable natural, de noble trato y de una intención sana y sin malicia”. 

Así escribió, – con ligeras omisiones para hacer la cita más corta – José Oviedo y Baños en 1723 en la Historia de la Conquista y Población de la Provincia de Venezuela, parte de su crónica sobre la ciudad de Trujillo, que el 24 de enero próximo celebra la festividad de su Santa Patrona.

Este talante tiene basas más remotas, pues quienes habitaban estos lugares antes de la Conquista eran integrantes de la nación cuica, quienes eran personas sedentarias, agricultores y cuyo nombre significa “hermanos de las tierras altas” y la paz era la cualidad principal, según el historiador Mario Briceño Perozo.

Cuando se asientan aquí los colonizadores españoles lo hacen para trabajar y permanecer, y son diversas las historias de uniones estables entre mujeres y hombres conquistados y conquistadores. Lo que no quita que los Cuicas fueron exterminados por las guerras y por el mestizaje. Quedan sí la toponimia, diversos elementos del lenguaje y las costumbres de solidaridad y trabajo en común ya estudiadas por diversos investigadores.

Los fundadores hispanos ya contaban con la vocación trabajadora de los cuicas, que eran un poco más de 20.000 habitantes, hábiles artesanos del algodón y de la arcilla, gente decente y culta. Los abusos de unos pocos acabaron con la armonía inicial, sin embargo, el sincretismo se inicia y se va conformando una identidad caracterizada por la consolidación de familias estables, una armoniosa red de centros poblados que servía de lugar central a sus comarcas, por el trabajo productivo en haciendas y establecimientos artesanales, por la presencia de una activa sociedad civil, una iglesia progresista y un confiable gobierno local que fue vanguardia en su época. La primera escuela superior de Venezuela se funda aquí, cuando Fray Pedro de Ágreda en 1574 creó la Escuela Superior de Teología y Artes, y junto con ella se conformó un excelente ambiente cultural y educativo.

El 24 de enero se celebra el día de Nuestra Señora de la Paz, patrona de los trujillanos y es tiempo propicio para retomar una propuesta que desde hace tiempo hemos compartido diversos paisanos. Se trata de con base en estos y otros elementos adelantar un proyecto que pudiera llamarse: “Trujillo: lugar de la paz”.

Es tradición de nuestra Iglesia Católica que las solemnes y concurridas ceremonias se celebren en la ciudad capital, y luego la imagen recorra todo el territorio del Estado, en reafirmación de que no solo la ciudad de Trujillo está consagrada a su cuidado. Incluso en muchas ciudades de Venezuela los trujillanos se reúnen y comparten la misa y algunos otros actos, en reafirmación identitaria.

La figura de la Virgen de la Paz también es el colosal monumento que se eleva elegante y majestuoso al este de la ciudad capital, no solo como un homenaje a la Santa Patrona, sino a la paz mundial. Es una de las estatuas más grandes del mundo y la paloma que sostiene su mano derecha simboliza el ruego por la paz en nuestro planeta.

A estas manifestaciones relativas a la paz, Trujillo tiene otras muy importantes que suman argumentos como para que el punto de apoyo a un gran proyecto de desarrollo humano trujillano gire alrededor del tema de la paz.

El primer asilo de América se dio aquí, cuando Trujillo estaba en el sitio de Boconó, al proteger el alcalde Diego García de Paredes a su paisano extremeño y fundador de Mérida Juan Rodríguez Suárez, que estaba condenado a muerte en Bogotá por diversos delitos de carácter político.

Está la tradición de la famosa “Piedra Mónica” que, al ser tocada por algún perseguido, este adquiría un derecho a ser escuchada su defensa. Al igual que la protección que daba la Iglesia a algún acusado que acudiera a un templo.

Los Tratados de Trujillo, de noviembre de 1820, son dos monumentos a la paz y representan, el Tratado de Armisticio y el de Regularización de la Guerra, no sólo el reconocimiento de la Corona Española a la nueva República, sino el nacimiento del derecho humanitario en el mundo. Parecida significación tiene el encuentro entre Simón Bolívar como Presidente de Colombia y Pablo Morillo como representante de la Corona de España. Dos personas que traían sobre sus espaldas las terribles consecuencias de la guerra a muerte, y que fueron capaces de reunirse en el pueblo de Santa Ana, conversar y acordar un trato humano a las víctimas del conflicto.

El encuentro de Bolívar y el obispo Monseñor Lasso de la Vega el 21 de marzo de 1821 es otro hito para fundar en la tradición histórica esta propuesta, pues representa el primer encuentro de las nuevas repúblicas americanas con la jerarquía de la Iglesia Católica. Luego de este encuentro Bolívar va a sellar la independencia de Venezuela en Carabobo e iniciar la campaña del sur. Lasso de la Vega va a Mérida, San Cristóbal, Cúcuta y a Pamplona, se incorpora al Congreso Constituyente de la Villa del Rosario, firma la Constitución de Colombia y despliega una intensa campaña en favor del reconocimiento de las nuevas repúblicas por parte de la Santa Sede.

Está también la figura del Dr. José Gregorio Hernández como la persona más conocida y querida del pueblo venezolano, en toda su geografía y en toda su historia. Un personaje que ofreció su vida en holocausto para lograr la paz del mundo y murió apenas supo que se firmaba la paz en Versalles, luego de la Primera Guerra Mundial.

Estos y otros acontecimientos o circunstancias ocurridas en Trujillo pueden ser la base para dibujar un proyecto de desarrollo con base a la paz, un elemento que la humanidad clama como uno de sus más caros anhelos. Especializar al estado Trujillo en el tema de la paz involucra diversas iniciativas y procesos, todas de gran magnitud y trascendencia, que tendría muchos efectos multiplicadores de gran impacto para la elevación de la calidad de vida de los trujillanos y contribuir con el desarrollo humano integral de Venezuela. Aquí caben mil iniciativas, creativas e innovadoras.

El objetivo es hacer del estado Trujillo “El lugar de la paz”. Un territorio donde la paz se valore y se viva. Y sirva como espacio adecuado para la conciliación, los acuerdos y la solución de conflictos, para lo cual habrá que prepararse. Que la gente venga a nuestro estado a disfrutar de la naturaleza, de la calidad de nuestra gente atenta y educada, de la sabrosa gastronomía, sus paisajes y sus pueblos, sus artistas, su red de ateneos – que habrá que rescatarlos – y de Isnotú y todo lo que significa ser la tierra natal de José Gregorio Hernández,

Se trata de tejer un proyecto que tenga la fuerza impulsadora de los tiempos iniciales, pero lanzado a las exigencias del hoy y del futuro. Un mundo que sufre todo tipo de violencias, desde las económicas, ideológicas, políticas, la exagerada globalización de la codicia, el calentamiento del clima y otras consecuencias de modelos violentos, vale la pena apostar audazmente por un modelo de desarrollo que en vez de una velocidad vertiginosa, de cambios manipulados por unos pocos centros de poder que solo buscan el lucro, encontrar alternativas más humanas, que brinden sosiego y vida auténtica a las personas, a las familias y a las comunidades, y posibilidades de recuperación a la madre tierra.

Anclar en la paz el gran proyecto de la construcción del Trujillo posible, sería el más grande acierto que pudiera tener la comunidad y su liderazgo en toda su historia. Hago votos por que esta celebración de la Patrona de Trujillo “Nuestra Señora de la Paz” nos ilumine a todos, para poder encontrar el camino que nos conduzca a despertar esas energías que están allí a la espera de que emerja el gran sueño trujillano.

Trujillo tiene con qué y si nos lo proponemos podemos hacer de la paz el eje de nuestro proyecto histórico. Darle densidad a nuestro capital social, que es darle calidad a nuestras conversaciones, capacidad a nuestra escucha, espiritualidad a nuestras acciones y respetabilidad a nuestras instituciones. El camino es la paz, y para eso los trujillanos tenemos la protección de nuestra patrona a La Virgen de la Paz y la inspiración nuestro santo el Dr. José Gregorio Hernández.


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