En esa joya tan especial de la literatura venezolana que fue prologada por Miguel Ángel Asturias y que lleva por título Esta tierra de gracia, Isaac J. Pardo escribe: “Desde La Española y con letra tan hermosa que bastaba con ella para ganarse la vida – según dice su hijo Fernando- escribió Cristóbal Colón a los Reyes Católicos la relación de su tercer viaje a las Indias del Mar Océano (…) Había levado anclas en la villa de San Lúcar el 30 de Marzo de 1498 (…) El 31 de julio subió a la gavia un marino de Huelva llamado Alonso Pérez y vio al poniente tres montañas (…) y tan seguro de sí estaba el Almirante que anotó sin vacilar: ‘yo lo esperaba el lunes antes’. Acercáronse a la tierra en horas de la tarde y Colón la bautizó Isla de la Trinidad”.

Desde allí el afortunado navegante pudo divisar una tierra hacia el poniente y la llamó Tierra de Gracia, lo que hoy es nuestro amado país. Hermanados pues inician ambos territorios su andar histórico; el prehistórico comenzó mucho antes: concretamente en el caso de Trinidad los primeros asentamientos humanos se remontan a un mínimo de 7000 años.

Después de descubierta por Colón, la isla fue poblada por los españoles y mucho más adelante (1777) formó parte de la Capitanía General de Venezuela. Pero Trinidad fue ocupada por los británicos en 1797, tras la firma del Tratado de Paz de Amiens, suscrito por los gobiernos de Francia, España e Inglaterra. Fue apenas en 1962 que la isla se libró completamente del lazo anglosajón.

Cuando el petróleo comenzó a alimentar en grande a la economía venezolana, fueron los trinitarios los que emigraron a nuestro país. Hoy, producto de la catástrofe revolucionaria, son los venezolanos los que buscan refugio en Trinidad. En el siglo antepasado y también en el pasado, muchos venezolanos que huían de los regímenes de fuerza o las dictaduras de entonces, encontraron refugio en dicha isla.

Quienes con regularidad nos sumergimos en el mar de los libros, tenemos una razón adicional para apreciar a esa tierra hermana y su gente: allí nació V. S. Naipaul, en 1932, quien fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura (2001). Sus maravillosos libros y ensayos están muy cerca de nosotros. De su larga lista de éxitos me limito a resaltar tres joyas: El curandero místico (1957), Una casa para Mr. Biswas (1961) y La pérdida de El Dorado (1969). Todas esas creaciones nos acercan a la isla y su maravillosa gente de variado origen.

Pero, como dice la canción, “esas son las cosas que me alejan de ti”: las acciones de las autoridades trinitarias contra nuestros emigrantes son reprochables en grado sumo. La seguidilla de eventos en los que se ven involucrados venezolanos, independientemente de su género, edad o condición, nos llenan de hartazgo. Las tensiones migratorias están allí.

Pero más allá de las molestias que nos causan una que otra acción de algunos funcionarios descocorados de la isla, que contravienen tratados internacionales (la Declaración Universal de Derechos humanos, así como la Convención del Estatuto para los Refugiados de 1951 y de su protocolo de 1967), así como la cercanía del gobierno trinitario con la dictadura venezolana, realmente el gran responsable de todo lo malo que nos acoquina es el régimen que preside Nicolás Maduro Moros. De no ser por sus políticas económicas irracionales y salvajes, otra sería nuestra situación. No hay derecho para que una nación con las riquezas naturales que tiene Venezuela esté pasando por la experiencia calamitosa de hoy.

Lo cierto y verdadero es que el simple sentido común nos dice que la mayoría del pueblo trinitario está totalmente en desacuerdo con las prácticas inhumanas que llevan a cabo unos pocos funcionarios desalmados de la bella isla de Trinidad contra los venezolanos que, desesperados, prefieren correr el riesgo de morir en plena travesía. Y no tenemos ninguna duda de que, en este mundo o el otro, los responsables directos de nuestras múltiples desgracias tendrán que rendir cuentas.

@EddyReyesT


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