De izq. a der., Anna Frank, Hannah Arendt (Foto Getty Images) y Marianne Kohn Beker (Foto Vasco Szinetar)

Hanna Arendt (n Johanna, Alemania 1906-Nueva York 1975). En su denso y extenso legado de filosofía política destacan el esencial Los orígenes del totalitarismo (1951) y el más controversial Eichmann en Jerusalem (1963), ambos condensan autobiografía, estudios doctorales y debates académicos que sientan las bases conceptuales para distinguir con claridad el autoritarismo dictatorial del régimen de dominio total y sus resultados a lo ancho, largo y profundo de la historia universal. Partiendo de la época que le tocó padecer el acoso persecutorio del nazismo.

Activó su judaísmo de sionista secular analizando críticamente los detalles de “su pasión por la supervivencia” como el arma más potente de liberación hasta demostrar que todo gobierno totalitario es producto de una sistemática “banalidad del mal” su frase más divulgada y menos entendida, pues en su obra el adjetivo “banal” lejos de significar frívola superficialidad, al contrario, muestra de qué modo la maldad ideológica se implanta políticamente, partido único de fanatismo excluyente sustentado por una burocracia militarmente organizada, maquinaria policial que controla y dispone desde la cuna hasta la tumba el destino de sus esclavos, pues implanta obligatorias costumbres (hábitos “banales”) que conducen a la sumisión rutinaria hasta consagrarse como ley constitucional.

Fue, ha sido, es y será el acta natal de todos los imperios totalitarios con sus etiquetas a diestras y siniestras, hoy igualmente populistas. En una de muchas cartas a su maestro Karl Jaspers resumió la meta de su complejo criterio filosófico global de esta sencilla manera: “…que todos puedan elegir libremente dónde pueden desarrollar su responsabilidad política y en qué tradición cultural se encuentran más cómodos”

Anna Frank (n Annelies Marie, Alemania 1929 -1945 en el campo nazi de exterminio Bergen-Belsen).

Perseguida su familia por la Gestapo, recibieron protección en una buhardilla en Amsterdam, en la ya invadida Holanda donde por dos aterrados años de claustrofobia se defendió con la imaginación y escribió sus precoces reflexiones de adolescente sobre la inhumana condición de “culpable” que pierde el aire puro y el derecho a existir sólo por pertenecer a una creencia milenaria distinta a la del poder en el trono. En 1947 sus páginas fueron publicadas por su padre Otto, sobreviviente de Auschwitz.

De aquel Diario, siempre vivo, brota llanto en letras: «Debe ser horrible sentir que no se es necesario», «Déjame ser yo misma», «Lo que se hace no se puede deshacer, pero se puede prevenir», «Hay un poco de belleza en el sol, la libertad, en nosotros mismos”.

Marianne Kohn Beker (Venezuela, 1932-2017). Doctorada en Filosofía por la Universidad Central de Venezuela (UCV) donde perteneció a la privilegiada promoción que tuvo como magister al filósofo español Juan David García  Bacca. Profesora, investigadora y adjunta al decano de la Facultad de Humanidades, cuando el escritor y crítico literario José Fabbiani Ruiz ejerció ese cargo (1959).

Su trabajo interpretativo y pedagógico se centra en las fuentes éticas moralizantes que fundamentan los derechos humanos y sus continuas violaciones antes, durante y después del genocidio hitlerista. Labor extendida fuera de las aulas universitarias desde conferencias, textos, disertaciones diálogos, conversatorios y la fundación en Caracas, su ciudad natal, del Espacio Ana Frank que desde 2006 promueve actividades motivadoras del respeto al otro y la valentía moral como valores fundamentales para la coexistencia entre quienes configuran por naturaleza y ley a la sociedad venezolana.

A partir de la presente semana esta asociación sin fines de lucro lanza su edición del primer volumen de tres que rescatan la intensa, extensa y dispersa obra completa de su creadora. Se titula El arte de vivir, el oficio de escribir y otros ensayos, prologado por Luz Marina Barreto, titular docente investigadora de Filosofía en la misma UCV.

Al nombre propio que comparten las tres tocayas se añade sin distancia temporal una pregunta tan actual y oportuna que perfora los oídos, humedece los ojos y acrecienta los gritos: ¿Por qué persisten y aumentan los totalitarios regímenes mundiales destructores del humanismo democrático, imitando en diversas escalas y malignos estilos al criminal segregador odio racial, religioso y político que oficializó el imperial nacionalsocialismo nazi a través del Holocausto?

Respuesta que lleva implícita la salvación liberal legítima o lo contrario. Sin medias tintas, en eso estamos.

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