Once de los diecinueve países latinoamericanos están gobernados por la izquierda, o sea, por partidos miembros del Foro de Sao Paulo o del Grupo de Puebla. Solo en el último año ganaron en Chile, Colombia y Brasil. Pero en el trimestre pasado han recibido tres golpes políticos, que frenan su plan de refundar los países con un modelo socialista o de prolongarse en el poder.

En Chile, la derrota de la nueva Constitución izquierdista, en el plebiscito del 4 de septiembre de 2022, con 62% en contra, enterró el plan de refundar el país. El nuevo proceso constituyente acordado tiene límites que aseguran mantener las instituciones democráticas, la separación de poderes, el respeto a las libertades y a la propiedad privada.

En Argentina, la condena por corrupción a Cristina de Kirchner, expresidenta de la República y principal fuerza política del gobierno actual, con seis años de cárcel e inhibición política permanente, golpea severamente las posibilidades de reelección dentro de un año.

En Perú, un fallido golpe de Estado, seguido de la destitución del presidente por el Congreso y su posterior detención, frena el proceso de refundación socialista del país.

Los tres acontecimientos reflejan grandes deficiencias de esos gobiernos de izquierda: 1. Su incapacidad para gobernar efectivamente, que contrasta con su gran capacidad de propaganda y agitación, que han sido claves para ganar las elecciones. 2. Su corrupción generalizada. Llegan al poder a favorecer a sus familiares y amigos, sin cumplir con lo ofrecido en campaña, de mejorar la condición de vida del pueblo. 3. Su irrespeto a las instituciones democráticas, que son esenciales para el crecimiento económico sostenido.

En la primera ola de gobiernos de izquierda en los 2000 llegaron a tener el poder en diez países y lo perdieron en la mayoría, a pesar de contar con la sustancial cooperación petrolera venezolana, cuando producía y exportaba millones de barriles de petróleo diariamente, lográndose preservar la democracia, excepto en Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Con estos tres golpes, la segunda ola de gobiernos de izquierda, que además enfrenta condiciones económicas desfavorables, está debilitada, lo que genera la expectativa que se pueda volver a preservar la democracia en Latinoamérica.

Los nicaragüenses debemos restablecer la democracia y la libertad, para contribuir a una América Latina totalmente democrática, que es el mejor sistema político para lograr progresar en paz y libertad.


El autor es presidente de honor del Partido Conservador (PC) de Nicaragua.


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