1. Es criminal, desde cualquier ángulo que se vea, la forma en la cual el régimen de Maduro trata la pandemia. Esto hay que pararlo. Creí útil el acuerdo en el marco del Covax para traer las vacunas, sobre la base del reconocimiento de una realidad: Maduro hoy controla lo que queda del sistema de salud, cuyos profesionales han sido sacrificados sin escrúpulo alguno por Miraflores; Estados Unidos ha congelado recursos hasta el restablecimiento de la democracia; y este país está dispuesto a permitir su uso para las vacunas con la anuencia de Guaidó.
  2. Estuve y estoy de acuerdo porque la tregua es un momento de las guerras. El régimen libra una guerra contra el país y manipular con la vacuna, con la cuarentena, con fantásticas curas, mientras centenas de miles se enferman y no se sabe cuántas mueren, es un crimen brutal. Si se puede llegar a esa tregua para curar a los enfermos, enterrar los muertos y preservar los vivos, hay que hacerlo.
  3. Todos los factores involucrados tienen que hacerlo. No es necesario ni útil decir que el régimen se está abriendo al diálogo para unas elecciones y para un renacimiento económico, ni ninguna de esas pamplinas. Focalizarse en el tema de la salud pública es lo esencial: qué se requiere, cuándo, cómo, con negociadores confiables para facilitar el proceso. Alguna organización internacional de relevancia, un grupo de gobiernos importantes o personalidades como el Papa.
  4. Hoy los ciudadanos le temen tanto al virus como a las medidas de Maduro para evitarlo porque intuyen –en realidad, saben– que son esencialmente políticas, vinculadas a otras escaseces como la de combustible. No hay credibilidad y los más pobres saben que de estar enfermos y caer en manos de la policía o sus variantes, los castigos, confinamientos y tratamientos, pueden ser un infierno equivalente.
  5. Si se pone en primer lugar a los ciudadanos hay que hacer todos los esfuerzos para que la tregua permita la vacunación masiva e incondicional de todos, en primer lugar del personal de salud, muchos de los cuales han fallecido por estar en la primera línea. A cada momento sabemos de alguien cercano que ha contraído la enfermedad o que ha muerto por esta.
  6. En caso de que el régimen no se avenga a una tregua para la vacunación, lo cual es una operación gigantesca, financiera, logística, sanitaria y administrativa, vale la pena pensar en que se imponga, esta vez “sí o sí”, una operación humanitaria internacional sobre Venezuela con la suficiente protección para que no pueda ser impedida por los jenízaros en el poder.
  7. Los ciudadanos de todas las escalas sociales están día a día ocupados en defenderse de los monstruos habituales como el de la ruina; desde hace un año en la búsqueda de protección frente al virus, en un frenesí de medicinas que parecen ayudar a prevenir o a curar, en vitaminas que a lo mejor sirven, en tés recomendados, y sobre todo con la conciencia de que cada cual solo cuenta con su entorno familiar y amistoso, donde cada uno de sus integrantes anda en idéntico terror.
  8. Todos sabemos que la única forma real de preservar la vida de los ciudadanos es en el marco de la libertad; la seguridad es inexistente bajo un régimen criminal; pero hoy, dada la catástrofe social o hay una tregua para atacar el virus o hay una operación internacional humanitaria sin la anuencia del régimen.

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