Gerenciar recursos amerita muchas habilidades y sin lugar a dudas, la transparencia y la rendición de cuentas son de las fundamentales, más aún cuando esos recursos son públicos. A muchos no les gusta rendir cuentas, al contrario, les molesta, se indignan cuando se les exige, pero debería ser obligatorio para todo funcionario y hacerlo de manera permanente.

La transparencia es gerenciar/manejar recursos o estar en una posición y mantenerse alejado de prácticas “oscuras”, de corrupción, de tráfico de influencias, sin ningún problema a mostrar lo que se hace en esa posición o administrando los recursos. Es una cualidad de la actuación que busca mostrar la realidad de los hechos. La transparencia se practica día a día y sus resultados son beneficiosos para la administración pública y para el país.

Por otra parte, rendir cuentas implica brindar toda la información posible sobre cuándo, dónde, cómo, por qué, etc., se utilizaron los recursos, además de dar explicaciones que ayuden a la evaluación de la gestión. La rendición de cuentas también debería ser algo obligatorio de todo servidor público y su ocurrencia no solo sirve para evaluar gestión sino también para imponer medidas correctivas o sanciones ejecutorias si se considera que sus acciones han violado las leyes. Con una rendición de cuentas frecuente, el funcionario da muestras de no esconder nada y tener una gerencia transparente.

Quien no rinda cuentas o no administre/gerencie con transparencia, está atacando directamente las instituciones. El deterioro institucional es una enorme debilidad que tiene Venezuela, una limitante a su desarrollo y al crecimiento económico. Las instituciones son uno de los pilares de la sociedad, por lo que trabajar en Venezuela en rendir cuentas y gerenciar con transparencia, es una manera de rescatarlas, es reconstruirlas para el bien toda la población. El valorar a las instituciones, en especial en Venezuela, debería ser un símbolo de diferenciación a la hora de la comparación política.

Diferenciarse no es solamente criticar, gritar “el régimen” o “la dictadura”, lanzar proclamas o hablar de otras ideologías, mostrar diferencias implica hacer las cosas de la forma más transparente, colocando en cargos públicos no a miembros del partido o a los amigos sino a los más competentes, dejar a estos trabajar de forma independiente y no entrometerse en las decisiones para favorecer al partido o una visión política, significa trabajar sin poner trabas a las exigencias de rendir cuentas. Lamentablemente, la diferenciación cuesta observarla en algunos experimentos que hemos tenido recientemente, los cuales han terminado, de forma lógica, en fracasos.

Ojalá y se entendiera, que ser transparentes, rendir cuentas, respetar las instituciones, no solo te hace diferente a lo que criticas, sino que ayuda al país.

 


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