El que quiera encontrar santos en los partidos políticos literalmente está errado y se parece mucho al señor que pretende comprar una caña de pescar en una panadería. Los partidos políticos se conforman con personas comunes y corrientes, por supuesto con algunas virtudes o rasgos que hacen de esos políticos el que sobresalgan y asuman un liderazgo y protagonismo, y se conformen dentro de una clase dirigente y en algunos casos en una élite.

Venezuela ha tenido referentes de “verdaderos” líderes y políticos de la talla de un Rómulo Betancourt, Andrés Eloy Blanco, Leonardo Ruiz Pineda, Enrique Pérez Olivares, Rafael Montes de Oca, Pedro Pablo Aguilar, Carlos Andrés Pérez, Jovito Villalba, Abdón Vivas Terán, Andrés Velásquez, Teodoro Petkoff, Leonardo Ruiz Pineda, Guillermo García Ponce, Pompeyo Márquez, Luis Miquelena, Pedro Ortega Díaz, Jesús Rondón Nucete, Simón Alberto Consalvi, Alberto Lovera, Raúl Leoni, Oswaldo Álvarez Paz y muchos más que por espacio no nombramos.

No hay dudas de que en la política venezolana se produjo un bajón en términos de liderazgos políticos y del propio nivel y desempeño de las instituciones. Salvo excepciones (que las hay y ojos en casi todos los partidos) los políticos de estos últimos años son miopes, precarios, pobres de discurso, formación y calle, aspectos que no han sido necesarios o requeridos para hacerse de los cargos y en muchos casos enriquecerse. Parafraseando al gran sociólogo alemán Max Weber viven de la política, no para la política.

Las personas en su libre albedrío tienen todo el derecho de cambiar sus apreciaciones, valoraciones, inquietudes, creencias y demás. Sin embargo, pareciera que en los últimos años abundan los políticos tránsfugas que van pasando de partido en partido, como subirse en un taxi, bajarse y subirse en otro taxi, algunos son dirigentes de “teclado”, es decir, su actividad se reduce al WhatsApp o el Telegram. El tema en cuestión es que no hay visión, compromiso, responsabilidad y verdadera vocación y espíritu público. Se transforman en mercaderes de la política.

La calidad de la democracia se mide por la solidez de sus instituciones, y estas últimas por quienes integran las mismas. Parte de la tragedia nacional la tenemos en estos políticos de medio pelo, chapuceros e impúdicos que han asumido la política como una vulgar mercadería sujeta a precio y compra venta y no estamos hablando solamente del gobierno o del PSUV, sino de la oposición y los diversos partidos agrupados en la misma.

A los venezolanos nos ha tocado soportar y tragar duro y amargo porque nos han obligado a comulgar con la infamia, con la insensatez, con el descaro, con lo deshonesto, lo profano y obsceno, y repetimos, somos conscientes de que los partidos políticos no son órdenes sacerdotales o casas de retiro espiritual.

Pero lo registrado en la Venezuela contemporánea con esta nueva casta de políticos incultos, algunos con grandes fortunas, empresarios, pescadores de fortunas y oportunistas es repugnante y deplorable. Mientras el venezolano común pasa necesidad, hambre, situaciones de miseria y bajo todo punto de vista degradantes a la condición humana, sin medicinas, carentes de atención médica y pare usted de contar estimado lector, en paralelo existe una horda de políticos disfrutando las mieles del poder, comen en los mejores restaurantes del país y extranjero, whisky de escocia del de mejor calidad y añejamiento, viajes, ocio y negocios por doquier, estos políticos tienen tiendas, comercios, acciones, camionetas último modelo, algunos yate y otros incluso aviones jet.

La historia política reciente de Venezuela es horrenda, oscura, plagada de excesos, asimetrías y paradojas. Cómo le podemos explicar al común, al venezolano de a pie que las reservas, las arcas del Estado venezolano están vacías después de segundo boom e ingreso petrolero en nuestra historia, pero además a causa de empréstitos innecesarios y muchos sin la autorización han generado deudas astronómicas con China, Rusia, Irán y otros países.

Nunca el país y la sociedad venezolana registró tanto deterioro, tanto retroceso en la arista y materia que queramos evaluar, desde salud, infraestructura, educación, productividad, gestión, seguridad. Las expectativas de los venezolanos nos las han derrumbado, y ello explica buena parte del éxodo o diáspora (la mayor a nivel mundial después de Siria). Ahora bien, el tema no es literalmente quedarnos pegado en esa realidad dura, agreste y lapidaria sino precisamente detenernos a pensar sobre la importancia de sólidos partidos, de una clase política seria, educada y responsable que permita recuperar un rostro de mayor decencia, transparencia y servicio de la política y con ella sus ejecutantes o representantes.

Partimos de la premisa que la política y la democracia que no viven su mejor etapa, estas últimas siguen estando en deuda hacia sus ciudadanos que reclaman pudor, seriedad, mayor decencia y honestidad de quienes ejercen la política, no postulamos una visión u oficio angelical, pero sí una actividad que tenga decoro, ética y honestidad en función de un proyecto colectivo y loable que calificamos de democrático.

En ese orden de ideas la crítica hacia la política, sus actores y prácticas pareciera ser expresada por un número cada vez mayor de voces, cuestión esta que es un síntoma distintivo con relación a otras épocas. Frente a este panorama encontramos importantes planteamientos de autores españoles (Innerarity, Maestre, Bilbeny, Vallespín, Cortina y Camps), de autores italianos (Bobbio, Esposito, Marramao, Bovero, De Giovanni, Morlino,  Zolo y Pintacuda), de autores franceses (Hermet, Rosanvallon, Todorov y Rouquié) y latinoamericanos (Lechner, Mires, García Canclini, Flisfisch, Garretón y Ramos Jiménez) y otros, que abogan y son partidarios de la imperante necesidad de repensar a la política democrática en perspectiva crítica y revisionista.

El horizonte actual de la política y la democracia a nivel mundial es complejo y confuso y se entremezcla con crisis ecológicas, migraciones, xenofobia, flujos financieros, desempleo, terrorismos variados, nuevas esclavitudes, la reducción del Estado y sus consecuencias, pobreza, desempleo, pandemias y demás situaciones y fenómenos que requieren respuestas, decisiones y soluciones en beneficio de nuestros ciudadanos. La política debe recobrar su papel estelar de nobleza y servicio, y hacerlo precisamente a través de la democracia y del andamiaje institucional que la sustenta frente a las tentaciones de corte autoritario y populista muy típicas de la región. En Venezuela lamentablemente hemos retrocedido, así como ingresamos tarde al siglo XX bajo la dictadura de Juan Vicente Gómez, cíclicamente se repite la historia al estar rezagados en pleno siglo XXI no sólo con un régimen híbrido, reaccionario y desfasado en el tiempo sino unos políticos indocumentados y pueriles que pululan en el gobierno y también en la oposición. Amanecerá y veremos.

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