Hoy todos sentimos cómo el mundo transformó drásticamente producto de la pandemia del covid-19, haciéndonos tomar conciencia del cambio como constante. Cada nuevo hito en tecnología, en medicina, en biotecnología, en nuevas fuentes de energía, inteligencia artificial, etc., y además la presión pública exigiendo un tema clave para la humanidad, como es preservar el ambiente, nos viene indicando claramente cómo hoy en día las empresas más valoradas son las tecnológicas, obligando a las empresas en sus diversos sectores “tradicionales” a transformarse, o de lo contrario desaparecerán.

El proceso de transformación que vive el mundo es evidente, esto a su vez implica el desarrollo de estrategias, planes que nos permitan estar mejor preparados para lo que viene, una realidad que nos plantea el reto de aproximar nuestro futuro.

Con la política petrolera que se ha desarrollado, sobre todo en estos últimos 20 años, basada fundamentalmente en el paradigma fiscal de la renta petrolera con un Estado empresario del sector y buscando en los precios del petróleo la solución mágica a los problemas económicos, el régimen que usurpa el destino de nuestra nación quiere condenarnos a la pobreza, la mendicidad y la destrucción de nuestros tradicionales valores como sociedad y en ese camino negarnos el futuro.

Haber convertido al país en ultradependiente del ingreso petrolero no nos ha servido como impulsor de otros sectores productivos y ha mantenido nuestro desarrollo económico anclado a los vaivenes del precio hoy aún más grave, pues no representamos nada en el mercado.

El modelo económico actual, además de perverso para el ciudadano, es insostenible. Hoy sabemos que a la economía de Venezuela no le será suficiente con el ingreso petrolero y por lo tanto se requiere un cambio de modelo económico, con base en reformas estructurales para ser competitivos, generar riqueza, y de esta manera tener un estado del bienestar para la gente e insertarnos en el siglo XXI.

En los últimos 20 años, Venezuela ha sufrido una sistemática destrucción de su economía y con ella todas las fuentes de trabajo. La industria petrolera nacional ha sido blanco selectivo de la corrupción, la ignorancia y de las peores prácticas. Los daños han sido cuantiosos y su recuperación plantea retos de gran magnitud.

En días recientes he tenido la oportunidad de participar en una reunión de la Comisión de Energía y Petróleo, conjuntamente con otro grupo de conocedores del tema. Agradezco la invitación de los diputados Elías Matta y Luis Stefanelli, así como a los demás parlamentarios, para plantear ideas sobre cómo prepararnos para los cambios en el sector petrolero, que cada día más se transforma hacia el desarrollo de un portafolio energético. Veremos en un relativo corto plazo cómo todas las empresas petroleras se mueven hacia empresas energéticas.

Sostengo que el centro del nuevo paradigma debe ser la nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos. Hoy se hace obligatoriamente necesaria para renacer de la destrucción y recuperar la industria petrolera, desarrollándola hacia su transformación. Naturalmente, el proyecto de la nueva ley tiene áreas de mejora y es precisamente importante lograr el consenso, lo cual daría un impacto positivo a quienes observan a Venezuela como una oportunidad y crearía un elemento de confianza el futuro por venir. Actualmente, también hay una propuesta de reforma parcial de la ley actual de hidrocarburos, mucho de su contenido ya se estipula en el proyecto de la nueva ley. La integración de los dos proyectos en uno sería una excelente señal de cómo el país se pone de acuerdo por la vía del consenso.

En su exposición de motivos la nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos elimina la participación obligatoria del Estado en las actividades, se establece el acceso abierto del sector privado en toda la infraestructura y cadena de valor del negocio. La versión actual incluye tanto las áreas de aguas arriba como de aguas abajo. Aun cuando en su contenido la exposición también reconoce cómo el sector de los hidrocarburos se transforma hacia la energía, la urgencia del país sugiere que se acelere ese proceso y este instrumento legal debe ser palanca para estimular el nuevo alcance energético.

Se crea la Agencia Venezolana de Hidrocarburos para dar mayor transparencia, siendo un ente técnico y económico para los procesos de participación del sector privado y de los entes del Estado en condiciones iguales y competitivas, para someter sus ofertas de negocio a la agencia. Es muy importante la alineación y claros el alcance entre el rector de la política petrolera el ministerio del ramo, que por cierto se reserva el área del mercado interno y las tareas de la agencia como ente.

Sin lugar a dudas, la Agencia Venezolana de Hidrocarburos es para el manejo profesional, transparente y competitivo, sin los vicios del actual sistema corrupto de la usurpación. Por último, la nueva ley deroga todo el entramado legal existente elaborado por la supuesta revolución, razón de la destrucción de la industria petrolera.

La nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos, por ser el núcleo de la nueva arquitectura legal del sector, debe contener e incorporar, además del desarrollo de la producción de crudo, su almacenamiento, transporte, distribución y disposición en  terminales y puertos por parte del sector privado hacia las exportaciones petroleras. No obstante, un sentido más explícito de Estado como promotor del desarrollo económico interno es necesario. En función de ello, hay oportunidades por desarrollar, tanto en la  integración horizontal como en la vertical, e incluso en energías alternativas y más limpias.

Una oportunidad importante es incorporar plenamente al sector privado a la expansión de las actividades de transporte, distribución hasta los hogares y la industrialización del gas asociado y no asociado, dentro de las energías alternativas y amigables con el ambiente. Estas actividades del gas, ya con mucho retraso en su implementación, impulsarán el empleo, liberarán para la exportación líquidos que hoy se queman en el sector termoeléctrico y dejarán al talento de los emprendedores la transformación del gas natural en nuevas industrias y nuevos productos. En este sentido, el regulador deberá en conjunto con el ministerio respectivo y las variables del mercado, establecer una adecuada política de precios y tarifas que haga factible las economías de proyectos de transmisión y la esencial distribución y comercialización hasta todos los hogares, sustituyendo así direccionalmente el consumo de LPG. De esta manera, la reconstrucción del sector impulsará y hará sentir su efecto dentro del país, y permitiendo la ventaja competitiva con respecto al costo de la energía para desarrollar y recuperar otros sectores de la economía.

Un aspecto relevante lo representan los recursos financieros necesarios para la recuperación del Estado, sus instituciones y la infraestructura física. La economía pospandemia vislumbra un escenario difícil para la recuperación mundial y la competencia por recursos. La aparición descollante de la producción de petróleo proveniente de esquistos y una oferta petrolera abundante hacen suponer precios moderados prolongados, y nuestra política fiscal e impositiva deberá tomar en cuenta estas consideraciones para ser flexible, dinámica y de fácil ajuste, dotando de la rentabilidad necesaria a yacimientos maduros, nuevos descubrimientos y diversos proyectos de explotación. El núcleo fiscal de la regalía e impuestos en conjunto tendrán un rol determinante para atraer inversiones, no olvidemos que hay muchos otros países interesados en promover y atraer inversiones, casos como  Brasil, Colombia, Guyana, Ecuador. También debe considerarse como un factor, el canje (SWAP) de la deuda soberana y de Pdvsa bajo las condiciones actuales del mercado como un mecanismo para su reducción y utilizarla  parcialmente como instrumento de pago por participaciones de las oportunidades de negocio que desarrolle la agencia.

El mundo se moviliza y se transforma cada día, las nuevas tecnologías, el cambio climático y el cada vez mayor uso de energías renovables, nos hacen pensar sobre qué existirá más allá del petróleo, por lo que debemos ser visionarios y comenzar desde ya nuestro proceso de transición hacia una industria energética.

Nos esperan grandes retos, tenemos una gran responsabilidad con nuestros hijos y con la sociedad venezolana como un todo, tenemos una prioridad para poder lograr las ideas de cambio, de oportunidades, que todos en su mayoría deseamos para Venezuela. Lo primero es no sucumbir ante los obstáculos y estar  centrados en derrotar al régimen usurpador, al Estado fallido, para que salga del poder cuanto antes,

@JFernandeznupa

 

 


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