En la asentada presencia de depresión económica e hiperinflación, los «ingenieros» financieros del Banco Central de Venezuela, en un movimiento antinatural, han añadido un riesgo adicional a los presentes en los bancos que conforman nuestro sistema. La ingeniería financiera emplea técnicas que permiten solucionar problemas en finanzas y por lo común no se utiliza para crearlos. Antes de la Resolución 19-09-01 un crédito comercial tenía el riesgo del crédito. Luego de tal resolución tiene, adicionalmente, el riesgo del tipo de cambio. Tal es la ingeniería financiera “contra natura” que materializan los técnicos del BCV: aumenta el riesgo del sistema bancario, en lugar de disminuirlo.

En su trabajo titulado «El riesgo de créditos indexados en moneda extranjera», publicado en 2018, Jerzy Zemke de la Facultad de Econometría de la Universidad de Gdansk en Polonia, nos ilustra lo sucedido en el mercado de créditos hipotecarios de Polonia (Zemke J., 2018. «The risk of credit indexed with foreign exchange«, Studia Ekonomiczne, Zeszyty Naukowe Uniwersytetu Ekonomicznego w Katowicach, ISSN 2083-8611 No. 353).

Desde el año 2000, los bancos en Polonia ofrecen un peculiar producto: un préstamo hipotecario en zlotys polacos pero indexado a francos suizos. La variabilidad del costo del crédito en respuesta a las fluctuaciones del tipo de cambio es un efecto obvio, pero un defecto significativo del producto pasó inadvertido: dadas las características de las economías, detrás de las cuales está la tasa de cambio entre los zlotys polacos y los francos suizos y aun amortizando capital e intereses, el balance del préstamo, la cantidad remanente por pagar, aumentaba permanentemente en lugar de disminuir.

Si bien en las cláusulas de tales contratos de préstamos está incluida una en la que el tomador del préstamo declaraba su conocimiento y entendimiento de la situación del préstamo, tal como lo establece el aparte d) del artículo 2 de la Resolución 19-09-01 del BCV, ninguna cláusula especificaba las consecuencias del riesgo del tipo de cambio. De acuerdo con Zemke, el crédito hipotecario así indexado a los francos suizos no es consistente con el principio básico del crédito, ello en virtud de que el balance del crédito en moneda doméstica depende de la dirección que tome el tipo de cambio. En palabras más sencillas, el préstamo así indexado se ha convertido en un producto derivado. ¿Saben los clientes comerciales de nuestro sistema que de ahora en adelante no están obteniendo un crédito sino comprando un producto derivado? Evidentemente que no.

El Banco Central de Venezuela se ha convertido así en un desnaturalizador de la intermediación y del crédito al convertir este último en un producto derivado. La idea que subyace detrás de un crédito comercial es que las instituciones financieras cofinancien el costo de resolver los problemas comerciales de sus clientes debido a los altos costos transaccionales que tales problemas exhiben. Con los fondos obtenidos por el crédito bancario, el problema se resuelve inmediatamente mientras que el pago por el uso de este dinero se puede programar y se hace poco a poco. Es un proceso ganar-ganar en el que los clientes resuelven su problema comercial y el banco intermedia y se gana lo suyo.

El otro tema que abona a favor de la evidente desnaturalización del crédito comercial, y del concepto financiero que ata el retorno con el riesgo, es la tasa de estos créditos. Por estos días una letra del tesoro americano a 1 año está alrededor de 1,60%. La Resolución 19-09-01 establece la tasa de estos créditos así indexados entre 4,00% y 6,00%. Lo anterior se traduce en una tasa que es tan solo de 2,5 a 3,75 veces la de un instrumento sin riesgo. El anterior multiplicador representa muy bajo riesgo dada la situación venezolana. Al inicio de la crisis argentina en el año 2001 y con paridad uno a uno entre el peso y el dólar norteamericano, la tasa que cobraba un banco por prestar era al menos 5 veces que las establecidas en la Resolución 19-09-01 del BCV. Lo anterior indica que con la resolución pierden los clientes y pierden los bancos.

A diciembre de 2014, los créditos comerciales conformaban el 29,11% de la cartera bruta del sistema bancario venezolano. Para agosto de 2019, estos créditos conformaban el 66,13% de la cartera bruta y los ingresos por cartera de créditos conformaron el 69,11% del total de ingresos financieros. Lo anterior quiere decir que un gran porcentaje de los ingresos financieros del sistema bancario provino de los créditos comerciales. Tales cifras permiten deducir que si desaparecen los créditos comerciales del balance del sistema bancario venezolano, su margen operativo neto se haría negativo. Por otra parte, si los créditos comerciales no desaparecen y los clientes de los bancos son inducidos por el desgobierno imperante a comprar el producto derivado (que no crédito), entonces aparecería la morosidad con lo cual el ingreso de una cartera de créditos bruta conformada mayormente por créditos comerciales también disminuiría.

El caso es que una banca con resultados negativos es la excusa perfecta y el paso previo, para una intervención-estatización.

Touché para el BCV.


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