Es llover sobre mojado decir que en Venezuela los derechos humanos valen nada. Pero eso no puede taparnos los ojos. Los integrantes de la organización no gubernamental Foro Penal lo saben y por eso llevan las cuentas de los presos políticos. Lo malo es que por reiterativa la información, a veces se olvida la gravedad.

Ninguno de los 323 venezolanos que están presos por razones políticas debe estar encarcelado. Tampoco deberían estar sometidos a medidas procesales 9.364 personas porque eso no es libertad. Poner a una mujer de más de 70 años a presentarse ante los tribunales o dejar a un diputado en arresto domiciliario son sencillamente formas de tortura.

Ese número de presos debe estar en la conciencia de cada venezolano, porque cada una de esas personas es inocente y lo único que ha hecho es decir lo que piensa. En algunos casos ni eso, como los muchachos que fueron encarcelados por hacer labores de fumigación. ¿Y de qué los acusan? De instigación pública y agavillamiento.

El régimen es experto en inventar procesos en contra de los que abren la boca, pero también en contra de los que miran mal, de los que están en el lugar equivocado en el momento equivocado o de los cantan una canción que no sea de Alí Primera o Silvio Rodríguez. El objetivo de estos arrestos es sencillamente despertar el terror en la población, porque bien que han dejado en claro los cuerpos de seguridad del PSUV -les queda muy grande decir que son del Estado- el mensaje de que quien entra en esos calabozos no sale.

Las condiciones de reclusión de estos inocentes ya se conocen en todo el mundo. Y son tan crueles los rojitos que ni siquiera se preocupan en disimular. Pareciera que no les importan los informes de las oficinas de las Naciones Unidas ni las denuncias que cursan en la Corte Penal Internacional. Pero la situación de los presos políticos en Venezuela es una más de las vejaciones a las que el régimen tiene sometidos a los ciudadanos y por eso hay que hablar de ello siempre.

No queda más que levantar la voz, ayudar a organizaciones no gubernamentales como el Foro Penal a alertar sobre esta crueldad. En El Helicoide, en los calabozos del Sebin, en Ramo Verde y en muchas otras mazmorras ven perder su vida periodistas, médicos, estudiantes, militares y hasta adolescentes que no han cometido delito alguno. Algunos, incluso, hasta con boleta de excarcelación emitida.

Desear una Venezuela libre, que se encamine al progreso, que sea justa con sus ciudadanos, que les dé oportunidades de ser libres y de alcanzar sus potencialidades no es un crimen.


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