En 17 días de guerra las fuerzas policiales de Rusia han detenido a 13.563 personas que han salido a manifestar en contra de la invasión en 147 ciudades de ese país. A Vladimir Putin no lo apoyan ni sus connacionales en esta confrontación que se inventó contra Ucrania, y si además se le suma que el mundo entero ha reaccionado de la misma manera, a estas alturas debe haberse dado cuenta de que no va a salir victorioso.

Cuando se habla del “mundo” no quiere decir precisamente los gobiernos y sus ejércitos, que han reaccionado de manera tibia aunque saben lo que significa la amenaza que representa Putin. El peor enemigo que enfrenta el mandatario, además del tremendo rechazo entre los propios rusos, es la gente que está dispuesta a pelear junto a los ucranianos para defender la libertad. Se habla de al menos 25.000 personas que se han enlistado para combatir al gran ejército. Y los cálculos que se manejan apuntan que llegarán a 100.000.

Lo que ha despertado el valor del pueblo ucraniano es la solidaridad de muchas personas, con experiencia militar o no, que han sentido la necesidad de ayudarlos a defenderse de un Goliat que sin razón desea robarles su dignidad. El ejército ruso se enfrenta con unos soldados amalgamados por un sentimiento común, sin importar su procedencia, que luchan por lo que se ha entendido como la libertad del mundo entero. Los que están decididos a empuñar un arma por Ucrania saben que esto tiene repercusiones en su propio país, y por eso se unen.

Pero, ese sentimiento de luchar juntos por un objetivo común no se reproduce entre las filas rusas, que han demostrado estar desmotivados y muchos hasta han desertado. Seguro que Putin no contaba con eso, pues como mandatario totalitario que es, debió pensar que si los mandaba a matar ucranianos todos iban a hacerlo sin chistar. Resulta que su ambición de poder no se ve reproducida en unos soldados que lo más probable es que piensen dos veces antes de atacar a un hermano, pues al fin y al cabo Ucrania tiene muchos vínculos con Rusia. Pero los que quedan lo están haciendo a mansalva, y eso es lo que más duele.

Lo otro es la guerra económica y de comunicaciones que quizás tomó por sorpresa a Putin. Tampoco se trata de decisiones de gobiernos, aunque ha habido algunas. Son las compañías, desde las más banales hasta las más renombradas, las empresas que mueven el dinero y generan el empleo que tanto necesita Rusia; los inversionistas y los grandes capitales; los gigantes de las comunicaciones. El rechazo y el cerco económico es lo que más debe dolerle al mandatario ruso y es una estocada que lo hace sangrar de muerte.

Esta es una guerra sin precedentes. Todo el mundo está implicado, aunque solo se libre en suelo ucraniano, por ahora. Los que han decidido participar lo han hecho llevados por la solidaridad más que por intereses políticos, y esa es la gran diferencia. Ojalá sea pronta la derrota del invasor.


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