De izq. a der., Ayn Rand, Yayoi Kusama y Michelle Yeoh

Por Andrea Rondón García, doctora en Derecho de la UCV y miembro del Comité Académico de Cedice Libertad; y Marianella Castro Mata, abogada con maestría en Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid

En el mes de marzo se conmemora el día internacional de la mujer y aunque es de amplio conocimiento que la fecha responde a diferentes hitos que comienzan desde la protesta en 1948 en Nueva York por tener derecho a voz en una convención para abolir la esclavitud, pasando por las Cumbres de Copenhague (1910 y 1911), los movimientos en Europa entre los años 1913 y 1917 y la posterior declaración de la ONU el 8 de marzo de 1945 , en buena parte del tercer mundo el mes de marzo continúa girando sobre temas vinculados al papel tradicional de la mujer en la sociedad, es decir, al de esposas, al de madres y al de cuidadoras en el hogar.

Estos hechos, indiscutiblemente útiles para la evolución de los derechos de la mujer parecen no ser suficientes, en algunos lugares del mundo, para motivar la evolución de su papel social; por ello, estimamos procedente recopilar más hechos que aunque de carácter aleatorio, alimentan en un sentido constructivo la conmemoración del mes marzo, ya no sólo para la igualdad de los derechos, sino para la superación de barreras sociales modernas vinculadas al género, como por ejemplo el papel de las mujeres de tercera edad en la sociedad actual.

En este sentido, este mes se cumplió otro año más de la muerte de Ayn Rand (San Petersburgo, Rusia, 2 de febrero de 1905-Nueva York- 6 de marzo de 1982), escritora y filósofa rusa que sentó la bases del Objetivismo, corriente filosófica basada en la realidad objetiva (los hechos son los hechos, independientemente de los sentimientos y deseos); que la razón es el único medio que posee el hombre para percibir dicha realidad; que el hombre necesita una moralidad (no fundamentada en la fe) que puede ser provista a través de la lógica y que el mejor sistema político y económico es el capitalismo.

Pero más allá de su rol como intelectual deseamos destacar aquí su fuerte convicción por defender su individualidad, lo que la llevó a ser una figura disruptiva en distintos ámbitos en la primera parte del siglo XX, época en la cual la mujer estaba muy limitada en el ejercicio de sus derechos y libertades, sin perder de vista que para finales del mismo siglo y viviendo la tercera edad Rand continuaba siendo una mujer independiente, activa y disruptiva.

Ahora, situémonos en la Unión Soviética de principios de siglo. Ayn Rand logra un permiso para viajar a Estados Unidos en principio por corto tiempo y sólo para visitar a sus familiares, pero su intención era no regresar nunca más a Rusia. Esto lo hizo con apenas 21 años. Al principio se ganaba la vida escribiendo guiones para Hollywood, de hecho, la forma más didáctica que encontró para expresar sus ideas y reflexiones fueron en sus novelas: Los que vivimos, Himno, El Manantial, La rebelión de Atlas.

Rand no se ató a lo que la revolución bolchevique impuso a principios de siglo. Ella no permitió que le impusieran un Mandato de vida (como expresa en Himno). En este sentido, la preeminencia del Yo; una oda al hombre y la critica a las imposiciones colectivistas; son características de su literatura, lo que le valió en varias oportunidades muchos rechazos para publicar sus libros en los Estados Unidos en plena época del new deal.

Como escritora de principios del siglo pasado es sumamente interesante el peso que le da en sus novelas a sus protagonistas femeninas. Por sólo mencionar dos ejemplos: Libertad 5-3000 y Dagny Taggartd.

El 11 de agosto de 1967, con 62 años, Rand dio una entrevista televisada con Johnny Carson, en ella además de exponer su pensamiento y defender su ateísmo ante una sociedad religiosa y conservadora, algo verdaderamente increíble para una mujer de su edad en la época, también marcó un momento en el prime time televisivo para un show de entretenimiento, el de destacar a una mujer por su trayectoria e ideas y no por capacidad de entretener o por su belleza.

El reflejo de ese espíritu irreverente también destaca hoy en día. En la época actual la que corrección política gana terreno; donde todavía a las mujeres se les cuestiona no tener hijos o no tener una familia conformada; donde pareciera que a cierta edad desean enviarnos a la «Casa de los Inservibles».

También en el mes de marzo, no murió pero si nació la japonesa Yayoi Kusama (Matsumoto, Nagano, Japón, 22 de marzo de 1929), artista plástica, poetisa y escritora, que también emigró a la tierra de las oportunidades para desarrollar su concepto pero dentro del movimiento del Pop Art. Como inmigrante asiática logró, sólo con su trabajo y la profundidad de su concepto, ganar el reconocimiento del mundo del arte e influenciar a sus pares masculinos, ya aventajados en el mercado estadounidense en los años sesenta, como Any Warhol y Claes Oldenburg, en una época dónde era complejo que una mujer emigrara en solitario para desarrollar conceptos artísticos.

Kusama en su juventud se rebeló a la imposición del canon “maestro-discípulo” que imponía la escuela japonesa, en consecuencia emigró de Japón a Estados Unidos con 27 años, convencida que en el país de las oportunidades desarrollaría de forma libre sus conceptos artísticos y su vida, sin soportar a un “sensei”; ambos objetivos los ha logrado de forma espectacular, pero en su juventud, como inmigrante, no tuvo el reconocimiento en el mercado del arte de forma simultánea que sus pares masculinos, hecho sobre el cual hace referencia en su propia autobiografía y distintas referencias de la época dan fe de como la artística plástica tuvo que ser auxiliada económicamente, en diversas oportunidades, a pesar de que ya tenía reconocimiento en el medio artístico.

Al día de hoy, la artista, cuenta con la colaboración de superestrellas de Hollywood, que posan como elementos dentro de su obra, además de presumir de dos colecciones con su sello creativo con la marca francesa Louis Vuitton, al punto de que en la actualidad parece más mediática y conocida que la de cualquier otro exponente del movimiento del Pop Art.

Ahora bien, lo interesante no es sólo su mérito como artista, sino la edad en la que se ha consagrado a nivel global; por poner un ejemplo, a una mujer de su tiempo en las sociedades latinoamericanas se le rendiría homenaje siendo fotografiada en fotos familiares con sus nietos, Kusama, que no tiene hijos, se retrata actualmente dentro de su obra con 93 años.

El 12 de marzo de 2023, por otra casualidad de calendario, gana el Oscar como mejor actriz principal Michelle Yeoh (Ipoh, Malasia, 6 de agosto de 1962), lo gana a la edad de 60 años, después de más de 30 años de carrera rompiendo varios esquemas dentro del mundo del cine.

Yeoh fue coronada como Miss Malasia en 1983 y representó a su país en el Miss Mundo en el mismo año, sin embargo y contra todo pronóstico, ha desarrollado y desarrolla una carrera como actriz especializada en artes marciales en la industria cinematográfica asiática, poniendo en primer plano otros aspectos de poder en torno a la figura de una mujer originalmente celebrada por su belleza.

Su trabajo ha sido tan trascendente en este tipo de papeles que la actriz practica artes marciales en la vida real, y al día de hoy es la referencia femenina por excelencia en este género cinematográfico, tradicionalmente masculino.

Antes de recibir el Oscar estaba por retirarse de su carrera como actriz por estar relegada a papeles secundarios o de apoyo a otros actores de acción, de hecho la película premiada, Todo, en todas partes, al mismo tiempo y que inspiró el título de este artículo, iba a ser protagonizada por el actor Jackie Chan, quien rechazó el papel que Yeoh terminó interpretando, esto generó un importante cambio en el enfoque y en el impacto de la obra.

En su discurso de agradecimiento dijo algo que quedará grabado para todas las mujeres en la industria del cine y fuera de ella: “’No dejes que nadie te diga que ha pasado tu mejor momento”.

Vemos aspectos de la vida de estas tres mujeres que las unen y nos inspiran. Las tres tomaron el control de su carrera y de su vida, superando las restricciones de su entorno, logrando el desarrollo libre de sus ideas y disciplinas (todo), superando las limitaciones que aún pretenden imponerse en algunas sociedades a la mujer (en todas partes), de forma casual una muere, otra nace y la última es premiada en el mes de marzo.

En otro hecho casual ninguna de las tres fue o ha sido madre, pero en diversas oportunidades, las tres han reconocido la importancia del rol maternal públicamente, lo que revela que para ellas no existe conflicto con el importantísimo papel social de la maternidad, sino posiblemente con la presión para imponerlo, que es algo diferente.

El mes de marzo es un mes para conmemorar la vida y obra de mujeres como estas, que hicieron oír su voz de forma alta, clara y libre. Es una época para seguir trabajando por lograr el equilibrio de la balanza social que abarca también la carga familiar; obviamente debe haber espacio para discusión consciente, racional y coherente, dirigida a superar las verdaderas barreras de género que persisten en pleno siglo XXI. Sin embargo, en ningún caso debería ser un mes para promover celebraciones vacías del día de la mujer, ni para manifestaciones extremas de pequeños grupos de feminismo radical a los que lamentablemente se les da demasiada difusión, impidiendo que trascienda un mensaje constructivo. Hoy escogimos a estas tres mujeres, pero la lista es mucho más larga y escribimos este artículo con la convicción de que seguirá siendo así.

IG:@mcastromata


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