Del poeta español Antonio Machado, el mismo de “caminante no hay camino…” es la frase: “Demos tiempo al tiempo, para que el vaso rebose hay que llenarlo primero”. Considero que este símil se ajusta magníficamente a la situación que hoy vive la oposición venezolana en sus diversas versiones y tonalidades llenas de grises.
Primero que nada, estas fuerzas políticas necesitan solucionar en buena medida las colosales situaciones hostiles que los colocan unos frente a otros. A veces, de manera absurda, nos encontramos más cerca de los adversarios o de los enemigos, como gusta llamarnos el régimen de Nicolás Maduro, que de los compañeros de la misma causa que luchan por restaurar la democracia entre nosotros.
Este largo prólogo es una vuelta para llegar a la evidente conclusión de la imperiosa necesidad de que los partidos políticos se reestructuren, se acomoden por dentro, ordenen la casa antes de establecer las estrategias adecuadas para llegar a un apropiado y profundo acuerdo con el resto de los partidos políticos y con los representantes de la sociedad civil organizada que también comparten la idea de participar en las elecciones presidenciales previstas para el año 2024. Estamos contestes en que, para llegar hasta aquí, es necesario un tiempo holgado que permita sanar las profundas heridas causadas en estos últimos largos meses.
No es verdad que no haya puntos coincidentes entre la oposición en asistir a las elecciones presidenciales. Del mismo modo, en las restauraciones internas de las organizaciones partidistas. En la escogencia del candidato presidencial en elecciones primarias abiertas, es decir, donde tengan derecho de participar todos los venezolanos militantes políticos o independientes. De todo esto se desprende que aquel candidato que salga favorecido en ese proceso electoral será respaldado por el resto de los participantes para enfrentar al candidato del régimen responsable de la destrucción del país y de la desmembración de las familias venezolanas.
Según mi óptica, hay algunas individualidades, algunas organizaciones minúsculas que se dicen de oposición, que están más cerca del régimen, que son más coincidentes con ellos, me refiero al madurismo, que de la oposición misma. De manera que no debe perderse tiempo en convencerlos para que se acerquen. Lo más conveniente es estar lo más lejos posible de ellos. Si en algo debe insistirse, donde se debe ser severo, es rechazando a los inmorales, a los corruptos, a los deshonestos, a los sátrapas. A los causantes del derrumbe del país, del caos y la miseria de una nación que pudiera ser boyante. Considero que los adversarios del gobierno de Nicolás Maduro, la oposición, deben ser más enfáticos en este tema. Hacer mayor hincapié en combatir este flagelo, convertirlo en lema de campaña y no ser tan pacato cuando de denunciar la corrupción se trata…
Resumiendo lo planteado, el tiempo que queda por delante no da para la inercia. Es mucho lo que hay que hacer. Hacia dentro y fuera de los techos de los partidos políticos. Cada aspirante a ser el preferido para representar la oposición, ser su candidato presidencial, para lograrlo tendrá que recorrer el país como si fueran unas elecciones nacionales, digamos, palmo a palmo.
Las profundas debilidades de todos los partidos políticos, sin excepción, esas graves carencias, esas dificultades, aunque parezcan incongruentes serán las que privarán para deponer todas las diferencias y decidirse, indivisos, a empujar en bloque con la vista fija en Miraflores. 90% de los venezolanos sabe lo que es pasar hambre. Seis millones de compatriotas han abandonado el país y a sus familiares. Han visto como se les muere el hijo en los brazos por falta de atención médica. Adolecen de los servicios públicos más básicos. Ganan el salario más bajo del mundo. Estos, finalmente, asqueados de tanto vejamen, no votarán jamás por un candidato chavista a la Presidencia de la República. Pero, de igual manera, es indispensable la unidad. Un coherente programa o plan de gobierno para que nuestros paisanos, cuasi mártires, se entusiasmen en ir a votar…