Nunca entendí la inclusión de Maikel Moreno en la trama del 30 de abril. En este caso, sí le doy la razón a quien sostiene que con delincuentes no se negocia. Se puede negociar con delincuentes, pero hacerlo no aplica necesariamente para todos los casos.

¿Para qué se necesitaba un pronunciamiento del TSJ en la supuesta conspiración de ese día, o del siguiente? Luce como rebuscado. ¿Para qué necesitaba Vladimir Padrino una justificación proveniente del tribunal para actuar y asumir el control dentro del supuesto esquema de la conspiración? ¡Si a la Fuerza Armada solo le basta declarar que el gobierno de Maduro se apartó de la Constitución y buscar su aplicación! El general Figuera ha dicho que fue, entre otras cosas, un problema de reales que no se garantizaron.

Todo tenía que ser muy sospechoso para quienes estaban del lado opositor en la trama. Pero parece que no lo fue. Ninguna unidad militar se manifestó el 30 de abril. El Alto Mando y sus diferentes unidades se cuadraron con Padrino, quien al final se cuadró con Maduro. Y eso también debió haberse previsto, si es que es verdadero lo que se ha contado de los sucesos del 30 de abril. ¿De dónde iba a sacar apoyo militar el entonces jefe del Sebin, el general Christopher Figuera, si no venía de al menos una de las unidades comandadas por el Alto Mando? ¿Se le iban adherir a voluntad, sin una coordinación previa?

Según el colega Javier Ignacio Mayorca: “En la víspera de la jornada del 30 de abril, unidades militares emplazadas en diversas partes del país recibieron un radiograma en el que se les ordenaba reforzar la vigilancia perimetral de las instalaciones, repasar los planes de reacción inmediata e incrementar la supervisión a los parques de armas para evitar posibles ‘saboteos’. “En Aragua –dice Mayorca–  cuatro oficiales y un sargento de la Aviación presumiblemente intentaron tomar dependencias de la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (Cavim), con la intención de apoderarse del parque de armas. En este incidente resultó herido un mayor, a quien le atribuían el liderazgo del grupo insurrecto. Dos primeros tenientes y un efectivo de tropa profesional se dieron a la fuga” Y  concluye: “Esto quiere decir que, si bien lo sucedido el martes en Caracas sorprendió a muchos actores políticos, ya en la Fuerza Armada se manejaban informaciones que hacían presumir la inminencia de otra asonada” (http://www.crimenessincastigo.com/).

Ello no tenía por qué sorprender a quienes del lado opositor estaban en la jugada. Figuera contó que Vladimir Padrino y el jefe de la Casa Militar, el general Hernández Dala, sabían que él estaba buscando contactos del exterior (había sido supuestamente contactado por un agente de la CIA). Figuera no hizo explícito claramente con qué intenciones. Pero según él, Hernández Dala lo remitió a un tercero (un personaje acusado de ser testaferro de chavistas en el gobierno) para que canalizara las cosas por allí, y fue entonces cuando Figuera se enteró del supuesto involucramiento del presidente del TSJ, Maikel Moreno, en los planes para generar acciones que llevaran a un cambio de gobierno.

En el relato grabado del general Figuera, divulgado por AlNavío, luce como si quien se ha considerado como su mentor, el general Hernández Dala, no le hacía mucho caso, mucho menos Padrino. Quien supuestamente le contó lo que ya estaba planificado fue Moreno, quien desconocería la asamblea nacional constituyente, mientras Hernández Dala y Padrino se ocuparían de la parte militar, controlar el orden público y sacar a Maduro. Ni Hernández Dala ni Padrino hablaron de esto directamente con Figuera, según se desprende de lo dicho por él mismo.

Figuera dice que se aventuró a liberar a Leopoldo López y adelantar las acciones del supuesto plan, previsto para el 1° de mayo,  entre otras cosas, porque se había enterado de que lo iban a apresar a él. De ser esto cierto, entonces no tenía nada que hacer enviando a Leopoldo López con su escolta a La Carlota, a menos que ello fuera una medida de distracción para ver cómo huía del país. Ha podido liberar a López y desaparecer. Pero parece que López y Guaidó se acogieron a un plan destinado a fracasar desde el lado militar. De nuevo, del lado opositor ¿Guaidó, Leopoldo López, Voluntad Popular, y sus colaboradores de otros partidos, creyeron que apostándose cerca de la Base Aérea Francisco de Miranda iban a lograr que las fuerzas armadas venezolanas salieran a respaldarlos y con ello provocar un cambio de régimen? ¿A voluntad?

Esa situación no es igual a la que se presentó el 11 de abril de 2002, cuando no solo había una verdadera multitud a dos o tres cuadras del Palacio de Miraflores, sino que Águila 1 pidió que se ejecutaran planes previstos de represión al máximo de la población alzada, y el comandante del Ejército y algunos de los oficiales más cercanos a Chávez desacataron la orden. Podía haber ocurrido una masacre, que los altos oficiales militares de entonces se negaron a ejecutar. Además de la gran manifestación hacia el palacio de gobierno, se unió la circunstancia de que había un tipo distinto de oficiales superiores en las fuerzas armadas, que incluso como los de ahora, no estaban dispuestos a cargar con la responsabilidad  de reprimir con la fuerza deseada por el comandante en jefe a la población civil.

Juan Guaidó y el liderazgo político que lo acompaña, están obligados a entender, y más ahora, con el fracaso político de los sucesos del 30 de abril pasado, que el guión del cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones suena muy bien, pero tiene que estar acompañado de una cuarta pata, negociación. Guaidó afirma que ha aprendido de los errores de aquel día. Ojalá. Nadie del régimen, civil o militar, va a ceder el poder voluntariamente, convencido de las buenas intenciones del liderazgo democrático, así se esté cayendo a pedazos el país. Es natural que quieran preservar ciertas garantías, para algunos de orden político, para otros de orden personal, y para otros más de orden político y personal. Más claro aún, lo político es dar alguna posibilidad al chavismo de quedar vivo. Lo personal serían garantías de la preservación de la libertad.

Habrá delincuentes con los cuales habrá que negociar y habrá otros con los que no se puede ceder. Los narcotraficantes no pueden aspirar a ser perdonados. A los violadores de derechos humanos habrá que verlos caso por caso. Pinochet siguió mandando en Chile como militar, durante un periodo de “transición”.

Una de las consecuencias que trajo el 30 de abril fue que Diosdado Cabello salió mejorado en la correlación de fuerzas dentro del chavismo en el poder. Se fue Christopher Figuera, que estaba –según él mismo ha dicho, del lado de Maduro, que a su vez confía (o confiaba) más en Padrino que en Cabello, y fue sustituido en el SEBIN por el general González López, de quien se dice es ficha de Cabello. Esto se agrega a que la jefatura de la Policía Nacional y unidades de la policía judicial pasaron a militares identificados con el ministro Reverol, mientras que las FAES quedaron bajo la jefatura de “Miguelito”, un personaje que se ha vinculado a los colectivos.

Sí hombre, todas las opciones están sobre la mesa. Personalmente, he estado de acuerdo con que ese mensaje, porque una buena estrategia debe contemplar todas las opciones válidas, aun las menos deseadas. Pero entre todas esas opciones no pueden quedarse afuera el diálogo y la negociación. Nadie va a ceder el poder a voluntad. Hay que ofrecer cosas concretas. ¿Cuál es el papel que jugará la Fuerza Armada, con los jefes actuales de sus distintos componentes, en la transición?, por ejemplo. ¿Qué ve la Fuerza Armada que es bueno para ella como conjunto con un cambio de régimen?

Si no se desea conversar ni negociar, entonces no todas las opciones están sobre la mesa, sino que queda una sola, la opción militar, y esa es no solo la menos deseada, sino la más difícil de todas, porque se quiere que desde adentro, sea voluntaria, y desde afuera… Bueno, ya Trump como que se olvidó de ella. La galletica se le puso dura (“That Maduro is a tough cookie”).


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