El negocio detrás del sufrimiento

¿Te has preguntado quiénes ganan en un escenario de agitación social, confrontación política y alteración extrema del orden público? Cuando hablo de “ganar” me refiero a riqueza económica, no a beneficio político ni a rédito social. ¿Te has preguntado para quién es un negocio la convulsión de una nación, el estremecimiento y la sacudida? Te pido que te detengas un segundo, dos, veinte…, y lo pienses, piénsalo bien. ¿Quién gana? ¿Hay un negocio detrás del sufrimiento humano? ¿Será posible?

Piénsalo… 

El dinero de la demencia

Es mucho dinero, muchísimo el que está en juego. Las cantidades son solo tan asombrosas como reales, mil millonarias, dinero, mucho dinero, sumas que podrían cambiar el presupuesto nacional de centenas de países del mundo. Dinero “limpio”, dinero legal, dinero aceptado por el convencionalismo social, dinero chic, dinero “cool”, pero dinero proveniente de la consternación y el pesar, dinero que necesita crear zozobra y fragilidad. Dinero que necesita roto tu espíritu.

Mientras más nervioso estés, mientras más atemorizado estés, alguien gana.

La pastilla para dejar de ser humanidad

Un país estalla justificada o injustificadamente, su situación interna se encrespa, los ánimos se alteran, la ansiedad prevalece, somos un “manojo de nervios”, no sabemos qué hacer y nos recomiendan una pastillita, sí, una pastillita que calma o una pastillita para dormir u otra para despertar, una para la ansiedad o para el déficit de atención, una más fuerte para no sentir emoción alguna, para no sufrir, para no amar, para no vivir, para no ser un ser humano, pastillas de todos los sabores y tipos para todos los sentimientos universales y ancestrales de la humanidad. Pastillas para dejar de ser humanos, para ser autómatas, pastillas para ser nada.

¿Quieres una?

El Frankenstein nuestro de cada día

¿Y quién es el mago que te convierte en espécimen o energúmeno? ¿Quién es ese “profesional” de la mente capaz de crear monstruos insensibles o maniquíes ambulantes? ¿Quién es el doctor Frankenstein de la nueva humanidad? ¿Quién es ese que gana un inverosímil dineral mientras tú dejas de sentir o mientras tú vives como ha vivido el ser humano desde que tiene memoria: experimentando sentimientos, amores o angustias? ¿Quién es ese que necesita de tu sufrimiento, de tu dolor, de tus nervios para ser algo?

Ese es el psiquiatra y la industria farmaceuta –de pócimas– que representa.

El veneno del espíritu

Soy hijo de psiquiatra, conozco muy bien ese malicioso ámbito. Sé, por ejemplo, que en el cien por ciento de los casos, los asesinos en serie –todos– que toman un rifle, una pistola o una metralleta y disparan a diestra y siniestra en una escuela, un concierto o un lugar público matando insensiblemente a centenares de inocentes consumían –todos sin excepción– drogas psiquiátricas; sé que los asesores principales de Hitler, Stalin, Milosevic, Bin Laden o Chávez han sido psiquiatras; sé que mi padre nunca me permitió tomar una droga psicotrópica (psiquiátrica) porque –según él– son “venenos asesinos del espíritu humano”. Sé que un psiquiatra vive de crear ambientes de locura.

Por eso mi padre –para mi suerte– mandó para el carajo su psiquiatría; lo entendió a tiempo.

Los negocios de la inhumanidad

Sé que uno de los negocios más grandes que existe en la actualidad es la industria farmaceuta, solo comparable con la venta de armas. Sí, armas y drogas psiquiátricas: los negocios del siglo XX y XXI. Sé que las compañías psiquiátricas necesitan tensión, agitación, demencia y guerra para subsistir. Pero también sé que desde que aparecieron hemos padecido las más crueles matanzas públicas, dos guerras mundiales, guerras frías y calientes, millones de seres humanos muertos, tiranías psiquiátricas como las de Venezuela o Cuba, desenfrenos, insensibilidades, sé que desde que apareció –la psiquiatría– surgió una nueva humanidad, un Frankenstein psicosocial. Sé que mucha de la insensibilidad, inmoralidad y crueldad –no toda– que experimentamos está detrás de una pastillita. Los hay quienes la toman y quienes no. Eso marca una enorme diferencia en el futuro de la civilización.

Piénsalo…

@tovarr


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