Se normalizan todo tipo de concepciones y conductas en estos tiempos a los que yo llamaría peligrosos. Los que crían en ocasiones no saben si lo hacen bien, hasta que el individuo bajo su tutela, es un adulto. Aquellos que prefieren no abrigar descendencia poseen lógicas y razonables justificaciones, y seguramente algo de miedo. Comportamientos inaceptables bajo el resguardo de la ética y la moral, se replican como producidos industrialmente. Afectividades aparentemente sólidas, cuyos lazos no son sujetos a escogencia, parecen ser cada vez más débiles. Los especímenes con avanzado razonamiento, caminan solos en sociedad, como zombis con contacto mínimo de supervivencia.

Reiterativo o no, los tiempos vislumbran peligrosos, las decisiones parecen pesar más que antes, no porque sean atraídas con mayor fuerza por la tierra, sino porque cuanto más descuidada sea una determinación, aumenta las variabilidad de efectos y consecuencia que acarrea. Hay quienes traducen mis palabras asociándolas al miedo, pero no es realmente como las concibo, huéspedes de mente y corazón. Al contrario, las admito precavidas y trasgresoras de lo absurdo inconsciente o lo moderno impositivo. Después de todo, lo que se anide debe hacerse con la mayor de las cogniciones posibles buscando auto desafiar y confrontar las intenciones propias, esas que no se comentan en voz alta.

Identificando la amenaza, más allá de la sensación de seguridad como la de frio o calor, se engullen algunas filosofías arqueadas por individuos oscuros repletos de malas intenciones, manipuladores de oficio y escurridizos al autocontrol. Seres de poca luz que se alimentan de incautos, en todos los niveles de las esferas de poder e influencia social. El riesgo es permanente, sensorialmente poco abrumante, pero creciente exponencial en el detrimento de lo valorable que fundamenta el ser.  No hay cese en las acciones de quienes transitan en esta atmosfera de oscuridad, sus días y noches se acortan a pesares, desolaciones y sufrimiento, como únicos frutos del mal.

En tiempos de penumbra frenar, buscar el fundamento de la vida y aprender a pensar y obrar con amor, será un bálsamo que abrigue y preserve con respeto la vida; coloreando los caminos, destilando aromas de sanidad y embebiendo corazones en un refrescamiento. Esta nueva atmósfera alinea espíritus a un diseño original, donde la creatividad, reconciliación, paz y confianza invaden el peligro estandarizado. Lograr esto, requiere más que esfuerzo y determinación, se necesita intervención divina, esa que no podemos autoproveernos o sintetizar. Al contrario, es aquella que solo puede recibirse dando las gracias y reconociendo nuestra propia insignificancia.

No vivimos con tiempo prestado, como dicen los poetas, creo que vivimos con el tiempo justo para aprender, inspirar y dejar una huella. Lo demás, probablemente sean menudencias propias del afán y las interacciones de las cuales difícilmente alguien pueda librarse. La semilla que deseo esparcir en esta valiosa oportunidad, es la de discurrir con realismo la insignificancia de la vida, cuando se vive ajena al afecto y sin propósito, algo que solo se va descubriendo en el transitar y con reservorios de paciencia y generosidad. Sembrando amor en campos ajenos para un día cosechar en tierras inhóspitas, es decir, donde menos lo esperabas.

No tenemos todas las respuestas, ni mucho menos las herramientas, pero si corazones dispuestos y llenos de esperanza en aquel que no defrauda, por ello construyo templanza frente al hado.

@alelinssey20


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