El día de hoy se cumplen 37 días desde que se decretó la cuarentena social en Venezuela, uno de los requisitos fundamentales para la prevención de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus que sigue ocasionando un gran impacto mundial: no solo desde el punto de vista de la salud pública en 213 países, hasta los momentos, sino también de la repercusión económica que ha sido una tragedia en todos los aspectos. Países desarrollados o del primer mundo que se caracterizan por sistemas de salud y económico muy sólidos han sufrido los estragos de esta devastadora situación. Tiempos de pandemia muy complicados para la humanidad. No obstante, para nuestro país se han tornado extremadamente difíciles y era de esperarse.

Por lo que percibimos con relación a la cuarentena impuesta, esta  no va a ser suficiente como una de las medidas prioritarias de prevención. Tenemos un sistema de salud precario, así como fallas en los servicios básicos como agua y luz, las cuales persisten y quizás más agudizadas en el interior del país, lo que convierte a Venezuela en un país muy vulnerable. A todo lo anterior se suma  el alza de la divisa, la hiperinflación y, por si fuera poco, la crisis de gasolina que ha llegado a niveles de gran alarma. Además, los incendios forestales simultáneos en diferentes lugares de la ciudad capital, que afecta a la población de los sectores aledaños. Incluso  se llegó al extremo de tener que evacuar a todo un hospital como El Algodonal, centro de salud centinela, pues uno de los incendios se produjo en una de las áreas forestales que rodean a dicho centro. ¿Podrá Venezuela aguantar los embates de esta pandemia? ¿Estamos ante una tormenta perfecta, como se ha reseñado en algunas publicaciones?

La hiperinflación devastadora e indetenible a la que estamos sometidos la mayoría de los venezolanos, y a la cual no se le se ha dado respuesta ni solución, ha mermado de manera dramática el poder adquisitivo. Y si tomamos en cuenta que un gran porcentaje de la población se sustenta y mantiene con el trabajo del  día a día, esto hace que el pronóstico se torne cada vez más oscuro para poder sobrevivir en medio de esta pandemia. A esto se le agrega el miserable salario que reciben los trabajadores públicos en los diferentes sectores, haciendo énfasis en educación y salud. Lo que perciben por quincena no alcanzaría para comprar ni un cartón de huevos en los actuales momentos. Ni se diga el costo de las medicinas.

Medicamentos esenciales como analgésicos y antiinflamatorios no bajan de 500.000 bolívares y un envase  de alcohol al 70%  con un contenido de 240 cc no cuesta menos de 400.000 bolívares, y ¡tan indispensable que se ha convertido este producto en la actualidad! Así mismo, los precios de los medicamentos para el área cardiovascular, por dar un ejemplo más, también son superiores a los 500.000 bolívares.

Medicinas y alimentos serán totalmente imposibles de adquirir a muy corto plazo por el ciudadano común, pues para los privilegiados y poderosos no representará problema alguno.

Es indudable que la mala administración, aunada con la corrupción, ha conducido a una debacle económica en nuestro país, con una divisa que superó la barrera de lo inesperado, lo cual se pronosticaba. Y parece que su alza será progresiva e indetenible, y todo esto en plena pandemia.

La crisis de gasolina, que quizás en este momento esté en su máxima expresión o es probable que dentro de poco se llegue al colapso total si no hay una pronta solución, ha resultado la gota de agua que rebasó el vaso. Todos los expertos en la materia coinciden en que siendo Venezuela uno de los países con mayor reserva de crudo se ha llegado a estos extremos. Esta situación ya estaba aconteciendo antes del covid-19.

El deterioro progresivo de la industria petrolera ha sido de tal magnitud que actualmente ninguna refinería se encuentra operativa. Recientemente trataron de activar la refinería de El Palito, pero aparentemente los resultados fueron infructuosos. No obstante, para poder abastecerse de gasolina hay que hacer colas de muchos kilómetros y esto es alarmante: crece el desespero del personal de salud  indispensable para poder trasladarse a los hospitales, así como el de los que transportan alimentos; y no pasemos por alto la gran aglomeración de motorizados, un caldo de cultivo para el covid-19.

Los pacientes crónicos que necesitan trasladarse se han visto afectados, pues han sido víctimas de la restricción por parte de las fuerzas de seguridad que han tomado el control  del racionamiento impuesto para la gasolina en los pocos establecimientos de servicio asignados.

Mientras, se percibe una opacidad informativa por parte de los organismos oficiales que nos ha llenado de incertidumbre. En Venezuela no sabemos si apenas estamos entrando o si vamos a salir lo más pronto posible de los embates del covid-19. Así estamos en tiempos de pandemia

@mariayanesh


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