Cuando se estrenó la película Joker, magistralmente interpretada por Joaquin Phoenix, ésta despertó críticas entre quienes percibían que más que una denuncia sobre la injusticia social y el “bullying” que habían transformado al personaje de la cinta en un sangriento asesino que eventualmente se transformaría en la Némesis de Batman, la película era una justificación de la violencia contra la brutalidad policial y la represión social. Confieso que esta película me afectó mucho no solamente por la historia terrible del personaje sino porque efectivamente podía interpretarse como una apología a la violencia social alimentada por una mezcla de resentimiento y segregación.

La imagen inquietante de un hombre disfrazado de Joker apareció en las recientes violentas manifestaciones en Minneapolis, en protesta por el brutal asesinato de George Floyd, un hombre negro arrestado por presuntamente intentar pagar con un billete falso de 20 dólares. Floyd fue asfixiado hasta la muerte bajo la rodilla de un oficial de policía, Derek Chauvin, quien lo mantuvo en una agonía interminable de más de 8 minutos, mientras él y sus compañeros hacían caso omiso a las múltiples expresiones de asfixia del hombre bajo su custodia. La frase  “No puedo respirar” se escucha con claridad en los videos que se han hecho virales en Internet sobre el atroz incidente.

La imagen del Joker se ha hecho recurrente en manifestaciones publicas y nos recuerda de manera brutal la estrecha conexión entre los íconos del cine, y la postura pública de los “influencers” en los medios sociales, sobre la comprensión que la gente puede llegar a tener de los hechos y las realidades. En paralelo con una protesta ciudadana que exigía la aplicación de la ley y que se encausara por homicidio a los policías responsables del asesinato de Floyd en plena vía pública, se desarrollaban acciones violentas que destruían propiedades y amenazaban la vida de gente inocente. Dos vertientes fundamentalmente distintas de la protesta: la una guiada por la orientación de construir participación ciudadana y exigir la aplicación de la ley, la otra guiada por el resentimiento y la percepción de exclusión y discriminación. Una explosiva combinación que solamente puede ser corregida en términos positivos a través de la aplicación de leyes justas que no discriminen a los ciudadanos,  el ejercicio activo de la política, la educación ciudadana y la creación de oportunidades para los sectores más débiles social y económicamente.

Las carencias de la sociedad norteamericana para corregir el origen de los episodios de matanzas colectivas y acciones de violencia discriminatoria de los cuerpos policiales, y las inequidades en la aplicación de la justicia, especialmente contra negros y latinos, se quedan en pañales frente a lo que está ocurriendo en Venezuela. En los Estados Unidos todavía existen instituciones fuertes y separación de poderes que son elementos fundamentales de la poderosa democracia norteamericana. En Venezuela, la destrucción de la instituciones y la transformación del Estado literalmente en una empresa criminal han generado la aparición de antihéroes que en la imaginación de la gente son, paradójicamente, el último recurso de protección y defensa contra los abusos del régimen.

El último y más conocido antihéroe de la saga venezolana es conocido como alias Wilexis. En su página de Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Wuileisys_Acevedo ) se anota que “Wuileisys Alexander Acevedo Monasterios (Caracas, Venezuela, 1986) conocido también por su alias de Wilexis, es un criminal, narcotraficante y pran venezolano, máximo líder de la delincuencia en Petare, estado Miranda. Él junto a su banda delictiva se encuentra en conflicto armado contra otros líderes criminales locales y autoridades policiales y militares de Venezuela, entre ellas Cicpc, FAES, Sebin, PNB, BAE y la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) junto al CONAS.” En otras fuentes se reseña, algo que mucha gente ignora, que Wilexis fue designado en algún momento como Juez de Paz en Petare por el entonces alcalde José Vicente Rangel Avalos. Cuando esta designación ocurrió ya Wilexis tenia una bien construida carrera como pran, y su nombramiento evidencia la manera alevosa y artera en que el chavismo concibe su alianza con sectores criminales para ejercer el control de la población. No menciona Wikipedia que alguna gente piensa que Wilexis y otros líderes negativos, pranes y similares, pueden ser el origen de una revuelta popular en contra del régimen de Maduro, algo que en sí constituye una evidencia dramática del grado de desesperanza que reina en algunos sectores de la población.

Las figuras de Joker y Wilexis, cada uno en sus espacios y dentro de sus características específicas, tienen mucho en común y son letalmente peligrosas para cualquier ejercicio democrático de reconciliación en sociedades profundamente divididas como la nuestra. El entusiasmo y la devoción que despiertan en ciertos sectores nos deben llamar a una profunda reflexión sobre hasta que punto damos por sentada la libertad y la democracia y cuanto hay que estar dispuesto a arriesgar para recuperarlas cuando están en peligro.


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