A los venezolanos nos ha correspondido sortear una infinidad de situaciones, desde familias partidas o separadas por el éxodo o diáspora, pasando por pérdidas físicas producidas por el covid o distintas enfermedades, situaciones degradantes a la condición humana y pare usted de contar, estimado lector. Los venezolanos tenemos un catálogo de situaciones difíciles y sin embargo somos una especie “extraña” porque muy a pesar de los quebrantos, dolores y más, el espíritu guerrero, combativo y de lucha no lo perdemos, incluso con la procesión por dentro somos capaces de brindar un abrazo y una sonrisa.

Las últimas navidades no han sido precisamente de abundancia, además, la pandemia nos tocó duro y no hay hogar o familia en Venezuela que no haya perdido un ser querido producto del covid. Venezuela cierra un 2022 duro en términos de una economía desorbitada y agravada por la falta de una verdadera formulación de una política económica, fiscal y monetaria lo que se traduce en pulverización del signo monetario, destrucción de la capacidad de ahorro y poder adquisitivo, sobre todo para los empleados públicos que ganan en bolívares, y un deterioro generalizado de los niveles de alimentación, entre otros casos por la imposibilidad de acceder a la canasta alimentaria.

Pero igual estamos registrando un fenómeno inédito y por ende que no tiene antecedentes y es objeto de estudios en nuestras universidades y escuelas, y tiene que ver cómo la situación económica condujo a una extinción del matrimonio dado que un porcentaje muy pequeño de nuestra población puede casarse, comprar algunos enseres mínimos y acceder a tener un techo y por ende a tener hijos. De tal manera que tendremos un descenso brutal en las cifras de matrimonio y de natalidad. Venezuela se convertirá en una sociedad como algunas europeas, prácticamente sin jóvenes, algo realmente insólito.

Una cantidad importante de nuestra juventud se fue del país literalmente a probar en búsqueda de oportunidades, trabajo, estudio y un sinfín de proyectos que en el país no podían emprender. El tema es complejo y no pretendemos politizarlo, pero no podemos ser neutros en el tratamiento de algo tan relevante. Esta revolución le cortó las alas a nuestra juventud al no darle las oportunidades que generaciones enteras tuvieron, desde acceso a estudio, trabajo digno, salarios, poder adquisitivo y el normal desarrollo que implicaba casarse, tener hijos, vivir dignamente. Y lo más lamentable es que las historias de muchos de los jóvenes que se nos fueron no son de éxito, como sí otras. Los venezolanos nos convertimos en extranjeros, en judíos errantes regados por todo el mundo.

Estas líneas no pretenden dejar un sabor amargo o ser apocalípticos, pero sí expresar la indignación que como venezolanos nos produce lo que hemos venido observando. Estamos en tiempo de adviento, de preparación, meditación y reflexión, y como sociedad, como familia e individualmente debemos hacer un balance de todo. No es un tema de flagelarnos o destruirnos como venezolanos, pero sí hacer una pausa para evaluar nuestras conductas individuales y colectivas.

Somos una sociedad con muchos aspectos positivos, algunos no muy comunes en otras latitudes. Nuestro gentilicio más allá de cualquier crítica es emprendedor, entusiasta, generoso, honesto, gregario y demás. Cómo nunca antes Venezuela requiere de sus buenos hijos, de solidaridad, de apoyo y de dejar a un lado sentimientos nada sanos que además de separarnos nos enferman. No olvidemos que el estómago es el segundo cerebro y tanto estrés, ansiedad, tristeza y para usted de contar justificada o injustificada sencillamente nos producirá enfermedades.

Estos tiempos de adviento son precisamente para sanar, para dar pasos, para emprender y no se necesita esperar a la medianoche del 31 de diciembre de 2022 para tomar decisiones; y, repito, en lo personal o en lo colectivo, plantearnos cambios, retos, tomar decisiones.

Necesitamos recomponer el país, recomponer la familia, recomponer el trabajo, recomponer la pareja. Este país y cada familia venezolana y por supuesto cada venezolano merecemos volver a tener paz, sosiego, oportunidades. Ese país hay que parirlo con trabajo, esfuerzo, valores, sinceridad, buenos hábitos, con el concurso de nuestras universidades y con partidos sólidos y verdaderos servidores.

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