Están por tanto fijados los tiempos de la sucesión de los entes según la ley de un antes y un después necesario y justo, no exento de violencia para los entes entre sí: ahora tú, luego aquel, más tarde yo y el otro… Anaximandro

El tiempo avanza de manera inexorable. Algunas veces de manera fatal; las más de las veces, el tiempo representa una esperanza para lograr el éxito a través de los cambios, del aprendizaje; por supuesto que de los errores se obtienen buenas experiencias. El tiempo actúa como catalizador que ataja los errores y como consecuencia conduce hacia el éxito. Sin embargo, la relatividad del tiempo como el de la distancia, se ajustan con sentido lógico en vía hacia el pragmatismo. A sus efectos, maleables de acuerdo a nuestros beneficios más inmediatos.

Forzando un poco la barra para dejar atrás este punto medio etéreo, y vistas así las cosas, la elección primaria que se realizará este 22 de octubre puede afirmarse que se encuentra al cruzar la esquina, prácticamente mañana. Pero de la misma manera, ahora es cuando queda tiempo por delante para llevar a cabo toda una campaña que puede ubicar en primer lugar de preferencia a cualquiera de los aspirantes a candidato presidencial por las fuerzas opositoras; hay mucho que decir: proyectos, programas, los planes, las destrezas, puntos de vista sobre la unidad y la actitud con el adversarios. Estos entre otros puntos, deben conocerlos los potenciales electores: la convivencia, por ejemplo, hoy día va a la par de lo económico, de lo ético, de la educación o servicios públicos. En lo esencial, sin aquello no se logra esto. Decía semanas atrás que la democracia en Venezuela vive una crisis existencial, sufre un período de no comprensión y de cambios profundos. Con base en estos dos elementos esenciales: comprensión y cambio profundo, deben actuar los líderes y los ciudadanos. Poner de su parte para comprender las razones de los cambios y virajes que se están dando y que se seguirán dando hasta después de las elecciones presidenciales.

Frente a una crisis económica cada vez más profunda y más lejana del espejismo del lema: “Venezuela se arregló”, el gobierno se encuentra sumido en un atolladero nunca visto antes. La semana pasada, por ejemplo, la ministra de Educación le hizo saber a los maestros y profesores que se olvidaran de aumentos de sueldos por la sencilla razón de que ellos no disponen de recursos económicos para cubrir esas justas reivindicaciones como consecuencia de las sanciones económicas impuestas por el gobierno según ella. A la par se desata una fuerte persecución en contra de altos funcionarios del gobierno, diputados y militares vinculados con hechos de corrupción en la empresa PDVSA, otrora modelo de eficiencia y honestidad en el globo. Es evidente que estas persecuciones en contra de los corruptos dentro del oficialismo traerán fuertes embestidas, ataques y delaciones que acarrearán consecuencias políticas irreconciliables, entiéndase políticas, que son adversarios, casi enemigos, entre los dos o tres grupos que rivalizan dentro de la médula del oficialismo por apoderarse del poder.

En resumidas cuentas, no deben cesar los esfuerzos por hallar vías de acuerdos y convenios unitarios. Acuerdos a través de cuotas de poder que estén ajustadas a los aportes electorales que cada una de las organizaciones provean para el éxito del candidato que surja de las elecciones primarias. No es suficiente reconocer el triunfo de quien resulte triunfador el 22 de octubre, es preciso incorporarse al trabajo hasta llegar a la meta, Miraflores…

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