Es cierto que somos seres por naturaleza sociables y que nos gusta la compañía, lo cual disfrutamos mucho, pero también es verdad que el tiempo que pasamos en soledad, con nosotros mismos, puede ser igualmente beneficioso. En primer lugar, propicia que afiancemos la autoestima, potenciemos nuestro ingenio, mejoremos  internamente, de manera que, a su vez, logremos optimizar nuestra conexión con los demás y con el entorno.

El deseo de estar contigo mismo no es  una experiencia negativa, por el contrario, existen evidencias de que valorar esos momentos puede traducirse en aportes mentales, sociales y emocionales. Lo oportuno en estos casos es enfocarse para tener efectos favorables. Debemos identificar las circunstancias en las que requerimos esa soledad con el fin de reforzar el empuje y la firmeza necesaria para seguir adelante, superando el agotamiento o las frustraciones.

La soledad siempre ha sido interpretada de forma negativa, pero existen muchas personas que por elección propia destinan esos períodos para analizar y reflexionar sobre las preocupaciones o las decisiones que tienen que tomar. Sin embargo, estar a solas con tus pensamientos propicia una serie de debates mentales internos que pueden llegar a ser intimidantes. Por otro lado, brinda la oportunidad de salirse de la rutina, romper los esquemas y permitir que la mente se libere.

A veces experimentamos angustia, cansancio, desaliento, agotamiento y no sabemos que requerimos tiempo a solas para mejorar la forma en la que nos sentimos. En ocasiones debemos aprovecharlo para bajar la presión, el ritmo, para relajarnos, no responder a las demandas de los demás y despreocuparnos de los otros, lo que facilita el descubrimiento de nuevas ideas. En esos casos representa tener la ocasión para dedicarnos un tiempo apacible y de tranquilidad.

Estos momentos son oportunidades para  no hablar con nadie,  no tener obligaciones, no preocuparte por las opiniones de otros, desarrollarnos a nosotros mismos como individuos y descubrir nuestros propios intereses. También ayuda a evaluar las distintas situaciones, cómo nos afectan las personas que nos rodean, qué tenemos en común, para descartar aquellas de quienes no disfrutamos su compañía.

No olvidemos hacer un esfuerzo para tomarnos esos períodos necesarios y escuchar nuestros pensamientos, analizar las emociones presentes en nosotros, evitando todo tipo de distracciones, buscando el equilibrio ideal según nuestras propias necesidades. Debemos procurar que en esos momentos seamos nuestra más importante prioridad y así nos dediquemos a potenciar las herramientas y habilidades que nos permitirán enfrentar las situaciones difíciles.

 


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