La tercera temporada de The Boys, ha sido la más salvaje, extravagante y surreal hasta ahora. Con escenas inclasificables, abundante sexo superheroico y todo de tipo bromas subidas de tono, escandaliza y fascina a partes iguales. Pero lo que resulta más intrigante es que entre semejante combinación algo resulta evidente. The Boys rompe paradigma incluso en mostrar el escándalo. Y para prueba, la profusión de desnudos frontales masculinos. Un hito inédito en la multipantalla. 

Y The Boys se atrevió con el desnudo frontal masculino. Una frontera que pocos argumentos televisivos han transgredido. Y mucho menos, a la manera en que la serie de Prime Video lo hizo hasta ahora. No solo se trata de una forma confrontación notoria (y con un complicado punto de vista) sino, una declaración de intenciones. El seriado de Eric Kripke no solo muestra la desnudez masculina con absoluta libertad y sin cortapisas. Al mismo tiempo, limitó los desnudos femeninos de cualquier tipo. Lo que de una u otra forma, crea una nueva mirada sobre la forma de contar el sexo y lo erótico en la cultura pop.

Por supuesto, la serie de Prime Video es un experimento narrativo a gran escala. Basada en el cómic del mismo nombre de Garth Ennis, el programa comenzó como una controversial provocación al género de superhéroes. Pero poco a poco, se ha hecho cada vez más complicada y extraña. En especial, cuando su elemento subversivo se extendió más allá del género superheroico. Más osada, brillante y sólida, la serie se atreve con una crítica frontal a los medios masivos, las redes sociales y la sociedad hipertecnificada. Pero en especial, con la hipocresía cultural y la forma en que impacta la manipulación de estereotipos y cánones.

En su primera temporada, The Boys se burló de nuestra cultura a través de la ruptura de la cualidad moral de los superhéroes. Por primera vez, los símbolos del bien contemporáneos de la cultura pop, no eran parte del establishment. O en cualquier caso, lo eran, pero de una forma retorcida y violenta que dejaba claro la oscuridad debajo de los emblemas culturales de la bondad. Se trató de una jugada arriesgada en medio de las franquicias heroicas en la pantalla grande. Y una que triunfó de manera clamorosa gracias a la habilidad de Kripke para tomar lo mejor de Ennis y modularlo en un discurso nuevo.

En su segunda temporada, el recorrido incluyó desde alusiones directas al poder como herramienta, la corrupción de medios y tergiversación de la historia como recurso. Y también sexo. No solo entre un enfermizo Homelander —cuyas perversiones ya se habían explorado en los capítulos anteriores— sino la forma en que la sexualidad podía ser poder. Uno, en un mundo de superhéroes retorcidos, codiciosos y crueles. Para su final de temporada y con una estampa de Homelander mastubándose contra el perfil de la ciudad, el mensaje fue claro. La condición de lo erótico, la lujuria y el sexo en The Boys estaba supeditada al fin de explorar en la oscuridad colectiva.

El cuerpo desnudo, el poder y el miedo en The Boys 

La tercera temporada de The Boys desafía cualquier límite. Desde escenas extravagantes e inclasificables, hasta todo tipo de giros argumentales inexplicables. Los nuevos capítulos de los chicos malos del mundo superheroico son una combinación de desenfreno y provocación desconcertante. Pero también, una deliberada reinterpretación del imaginario colectivo sobre el desnudo, el sexo y el poder. Todo en pequeños guiños simbólicos de considerable interés.

Hasta ahora, la cultura pop ha tenido reparos y también, una serie de preguntas sin responder sobre el desnudo masculino. A diferencia del femenino —sobreexplotado y en general utilizado de forma corriente en producciones de todo estilo—, el masculino rompe una barrera incómoda. Tanto, como para que cuando ocurren, el debate alrededor de su importancia sea inevitable. O en cualquier caso, lo bastante relevante como para lograr el cuestionamiento inmediato del motivo por el cual se incluye.

En 2011, la película Shame de Steve McQueen mostró un desnudo frontal del actor Michael Fassbender que levantó polémica. Tanta, que a pesar de ser considerada una de las películas más relevantes del año, fue ignorada en la temporada de premios. Antes de eso, en 1971, Malcolm McDowell lo había hecho en A Clockwork Orange. En el filme, Kubrick utilizó el desnudo para indagar sobre la misoginia de Alex Delarge. En ambas películas, la desnudez masculina fue una forma de expresar ideas complejas que impactaron en la trama de forma poderosa.

Y en la tercera temporada, el poder y la vulnerabilidad penden de un pene 

Lo mismo ocurre con The Boys, en que la profusión de penes en todo tipo de situaciones ha levantado algunos comentarios, críticas y risas. Sin embargo, Kripke utiliza el recurso más allá de una forma de llamar la atención. También es una respuesta directa al uso del desnudo frontal como un elemento para especular acerca de la subversión. La idea —directamente sacada del cómic— se hace preguntas y cuestiona lo erótico desde un lugar nuevo. Ya no se trata de una mirada a la lujuria, a la tradicional sexualización de los personajes o al hecho de lo erótico como apunte argumental.

The Boys rebasó una línea concreta que implica la condición acerca del cuerpo como espacio de subversión. Los chicos malos de la televisión no solo polemizan y crean controversia con escenas subidas de tono. También envían un mensaje claro. La televisión no volverá a ser la misma después de su paso por ella. Todo eso en virtud de un pene en llamas y en especial, la forma en que The Boys deja claro la hipocresía colectiva a través de él.

 


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