Austin, Texas. Foto Montinique Monroe / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / AFP

Cruzando Texas de este a oeste, en viaje por tierra a California, me impresionó mucho la cantidad de molinos de viento, generadores de energía eólica, que se veían a lo largo de la carretera. Ya antes, entre la capital de Oklahoma y la frontera con Texas, se veían los molinos con suficiente claridad. Al anochecer, ya en territorio tejano, rumbo a Amarillo (los gringos pronuncian “amarelo” el nombre de esta ciudad), empecé a ver a lo lejos una gran cantidad de lucecitas rojas titilantes de lado y lado de la autopista, que al acercarnos pudimos distinguir que era un parque eólico completo que continuaba por kilómetros junto con la carretera.

Texas es el estado con la mayor producción de energía eólica de Estados Unidos, cerca de 28% del total nacional. Y Texas es también el mayor productor de petróleo y gas natural, más de 40% del total. Para un venezolano, los datos sobre el petróleo de Texas no son tan extraños. Estamos habituados a ver el precio de referencia del WTI (la mezcla del petróleo Intermedio del Oeste de Texas) cuando se compara con el precio del crudo venezolano. Y Citgo, la única refinería venezolana que queda en pie, mientras no nos la arrebaten los acreedores, por los malos negocios de Chávez y Maduro, tiene su sede principal en Houston, Texas (Tejas, en el español moderno). Lo novedoso quizás sea percatarse de la existencia de otras fuentes energéticas de vanguardia en ese estado.

Texas ha sitio noticia en los últimos días por el desastre causado por la ola de frío y tempestad de hielo y nieve que azotó desde hace dos fines de semana a más de la mitad de Estados Unidos. Las temperaturas en Texas llegaron a ser más bajas en algunos lugares que las que ordinariamente se sienten en Alaska. Ese no fue el problema, sino que, a decir de los entendidos, los responsables de la red eléctrica del estado no tomaron las medidas preventivas necesarias para enfrentar una situación de tanto frío, que congeló a toda clase de fuentes de generación y distribución de energía eléctrica, la proveniente del gas natural (la mayor de todas), pero también la del carbón, la de las plantas nucleares y las fuentes de generación eólica y de energía solar.

El gobernador del estado, el republicano Greg Abbott, quizás acostumbrado a la recién finalizada era trumpista, donde todo se politizaba y se exacerbaba la polarización detrás de cada tema, señaló inicialmente como causa de la crisis al reciente desarrollo de las fuentes renovables de energía, especialmente las de las turbinas eólicas. Dijo algo así como que Texas estaba viviendo ahora el resultado de políticas ambientalistas como las que promueve Joe Biden.

La realidad es que lo que hizo tambalear a Texas, con casi 600.000 hogares y negocios sin electricidad desde hace dos sábados, se debió a una estructura financiera para la generación de energía que no ofrece incentivos a los operadores de centrales eléctricas para prepararse para el invierno. A mediados de la semana pasada, 4 millones de hogares se habían quedado sin electricidad. En nombre de la desregulación y los mercados libres, Texas ha creado una red eléctrica que pone énfasis en los precios baratos sobre un servicio confiable, dicen expertos citados por The Washington Post. Texas, además, es el único estado de la unión norteamericana cuya red eléctrica no está interconectada con otros estados, lo cual lo haría sujeto a regulaciones federales que el estado ha querido evitar y que lo hubieran forzado a prepararse para condiciones extremas de temperatura como ha ocurrido en los últimos días.

“Esto no es un desastre natural”, tuiteó un diputado tejano local. “Son años de subinversión, desregulación y negligencia”.

Cuando hace mucho frío puede resultar difícil producir electricidad, pero no es imposible. Los operadores en Alaska, Canadá, el estado de Maine, Noruega y Siberia lo hacen todo el tiempo. Es posible «acondicionar para el invierno» las centrales eléctricas de gas natural, la producción de gas natural, las turbinas eólicas y otra infraestructura energética –dicen los expertos–, mediante prácticas como el aislamiento de tuberías. Estas actualizaciones ayudan a prevenir interrupciones importantes en otros estados con clima frío regular.

Las tormentas invernales que arroparon desde el domingo 14 con un frío ártico a la mayor parte de Estados Unidos han matado al menos a 58 personas, según datos compilados por The Washington Post. Más de la mitad de ellos (32) vivían en Texas. Y el frío, junto con la paralización de servicios eléctricos, trajo la falta de agua, por rotura de tuberías o por contaminación de las mismas. Todavía este lunes había colas inmensas en varios centros de distribución de agua en varias ciudades.

Varios condados han reportado numerosos casos de intoxicación por monóxido de carbono, algunos de ellos fatales, debido a que la gente busca alternativas de calor con los carros encendidos dentro de los garajes de sus casas. Hubo gente damnificada que se congeló en las calles hasta la muerte. Además de la escasez de agua ha habido también escasez de gasolina.

El gobierno federal ya aprobó una declaración de emergencia que allana el camino para la ayuda nacional. Y el gobernador pidió una investigación al Consejo de Confiabilidad Eléctrica de Texas, el ente que controla la red eléctrica del estado, y habló de su posible reforma.

En 2011 hubo una ola de frío severo en el suroeste de Estados Unidos, que afectó a Texas enormemente, por las mismas causas que el evento de este año. Un estudio realizado por la Comisión Reguladora de Energía Federal y la Corporación de Confiabilidad Eléctrica de América del Norte del evento de 2011, encontró que “la cantidad masiva de fallas de generadores que se experimentaron plantea la pregunta de si hubiera sido útil aumentar los niveles de reserva antes del evento”. Ambos entes anunciaron que ahora investigarían las causas del fracaso de este año.

Hay un cierto paralelismo de Texas con Venezuela en toda esta situación energética. El primero tiene que ver con la impresión que me causó ver todas turbinas eólicas en buena parte de la autopista, desde Oklahoma, mayoritariamente en Texas y al entrar a Nuevo México. Como Texas en Estados Unidos, Venezuela comenzó a planificar alternativas energéticas para generar electricidad en una época en que el país estaba siempre entre los tres primeros productores de petróleo del mundo, hacia 1947, cuando comenzó a planificar y ejecutar la construcción de la represa de Guri y la consecuente construcción y desarrollo de la Central Hidroeléctrica Raúl Leoni, ahora llamada Simón Bolívar. Hasta no hace mucho, la electricidad generada desde Guayana suplía más de 60% de la electricidad consumida en el país, aun siendo un país esencialmente petrolero. Decimos suplía porque es harto conocida la carencia o intermitencia del servicio de energía eléctrica en toda Venezuela.

Me llamó la atención cuando pasaba por Texas que siendo este un estado tan rico en petróleo, es también el primer generador de alternativas distintas a la producción de combustibles fósiles en Estados Unidos. Después caí en cuenta que los venezolanos habíamos tomado una previsión similar. Ahora, tejanos y venezolanos nos parecemos en otra cosa: en la mala administración que se ha hecho de estos recursos energéticos, pero con una diferencia, la crisis en Texas luce temporal; es la crisis estructural de un sector fundamental de servicios que va a encontrar irremediablemente vías de solución. La crisis venezolana es estructural, pero más grave, de todos los servicios públicos y del Estado en general, mucho más compleja de solucionar.

@LaresFermin

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!