Hace unos días, vi la última entrevista que realizó Piers Morgan al excéntrico ex kickboxer y ahora influencer Andrew Tate, quien, como muchos sabrán, en los últimos años se ha convertido en un ídolo y un referente para muchos jóvenes que ven a Tate como el gran representante del estoicismo en el siglo XXI.

Hablar de Andrew Tate y el estoicismo, así como de lo que esta corriente filosófica representa en los jóvenes, es un tema que debe desarrollarse en otra columna. Sin embargo, hoy quiero reflexionar sobre algunas de sus palabras cuando Piers Morgan le preguntó sobre Hamas y la guerra con Israel, que creo que tienen un efecto más que peligroso.

Tras negarse a dar una respuesta sobre si Hamas es o no un grupo terrorista, Tate soltó una frase que he visto que ha tenido una gran repercusión en redes, afirmando lo siguiente: «Un terrorista para uno puede ser un libertador para otros», señalando además que «Si hubiese estado en Gaza, ¿habría visto el ataque de Hamas como un acto terrorista? ¿O lo habría visto como un acto de resistencia contra la opresión?».

Lamentablemente, esa línea de pensamiento está cada vez más presente en más y más jóvenes, y es la que ha llevado, en países como los sudamericanos, a que los actos terroristas sean minimizados completamente.

Ese tipo de razonamiento genera un subjetivismo perjudicial para cualquier sociedad. Bajo esa premisa podríamos decir que Abimael Guzmán, el terrorista más grande de la historia del Perú, puede haber sido únicamente un revolucionario, cayendo así en el juego del mismo Guzmán y de Sendero, quien creía fehacientemente que estaba orquestando un proceso revolucionario. Sus palabras a Marco Miyashiro, tras ser capturado, fueron justamente: «No sabe el daño que le hace a la revolución».

Este pensamiento, además, ha sido el que la izquierda ha querido que interioricemos. El relato de que en el Perú se vivió un conflicto armado interno, y que Sendero y el MRTA intentaron hacer una revolución armada, ha llevado a que hoy muchos no tiemblen cuando un afiliado al Movadef como Pedro Castillo postula a la presidencia, o el mismo Antauro Humala, quien seguramente intentará postular con su partido A.N.T.A.U.R.O.

Esta misma noción ha estado presente durante muchos años en Argentina. Los montoneros y el Ejército Revolucionario son vistos por la izquierda como dos grupos guerrilleros revolucionarios. Y claro, a su vez, los verdaderos terroristas fueron los soldados y las fuerzas militares, aclamando así el terrorismo de Estado que tanto acusan de existir.

En Colombia sucede algo similar con el Movimiento 19 de abril (M-19), otro grupo terrorista al que llaman guerrillero, del que fue parte Gustavo Petro, quien dice que este grupo terrorista era un «proyecto nacionalista y democrático». Supuestamente, participaba en el sector de actividad política realizando proselitismo, según indica otro exmilitante del grupo terrorista Darío Villamizar. Por lo tanto, al igual que en los otros dos casos sudamericanos, el M-19 «era un grupo revolucionario». Así, parece que el terrorismo o la revolución está (y depende) en los ojos del que mira.

Por lo tanto, las palabras de Tate solo abren las puertas de la «dictadura del relativismo» de la cual tanto ha hablado el Papa Benedicto XVI, lo que conllevaría a la pérdida de la noción de justicia y realidad. No obstante, para llegar a la verdad, debemos recurrir a «decir de lo que es que es, y de lo que no es que no es», como diría Aristóteles. Y los actos de terrorismo son acciones violentas y crudas para propagar terror, sean con las motivaciones que sean.

Artículo publicado por el diario El Reporte de Perú


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