¿Bajo qué fórmula podrá el mundo alejarse de la amenaza de un holocausto nuclear? ¿Con qué instituciones cuenta para sortear con éxito tal amenaza? ¿Cuáles liderazgos posee para establecer un orden mundial de paz? ¿Cómo se asegurará que dicho orden sea capaz de reaccionar más oportunamente ante nuevas locuras sociopáticas de quien se considere más poderoso y pueda arrastrar a la humanidad a confrontaciones de proporciones apocalípticas?

No parece estar clara aún para la Rusia actual la enseñanza de la Segunda Guerra Mundial. La Alemania de finales de los años treinta, hace casi un siglo, se vio seducida por un Adolf Hitler, en su deseo de grandeza. A costa de la genocida arremetida por el dominio de Europa e incluso de la Rusia soviética de entonces. Se pretendió saldar antiguas cuentas de la Primera Guerra Mundial mediante una conflagración que afectó a todo el mundo; incluyó a Japón en una jugada que los asiáticos consideraron de una “beligerancia oportuna”, lo que desembocó del ataque a Pearl Harbor y luego a sendas bombas atómicas que aún pesan en la historia de la humanidad.

La atrasada idea para estos tiempos bajo la cual a través de un Vladimir Putin como artífice se podrá ir de vuelta a algún tipo de nueva grandeza de la Unión Soviética, sumándose gobiernos títeres o afectos a esta, sigue rondando e interviniendo sobre sus antiguos territorios. De allí que sus exrepúblicas que buscan progreso en libertad y democracia deseen integrarse a la protección de la OTAN. Ello nos evidencia lo complejo de los procesos de tendencia al establecimiento de una nueva civilización democrática universal.

El Estado de Derecho, con  separación efectiva de poderes y alternancia en la administración ejecutiva del Estado, sin esas reelecciones indefinidas de mandatarios que pasan luego a ser de autócratas a tiranos es lo que realmente está en juego. Desde la disolución de la Unión Soviética en 1991, Rusia ha intervenido militarmente en varios de sus exterritorios. A excepción del caso sirio, todos han sido en sus exrepúblicas soviéticas, las cuales han presentado problemas en sus fronteras de grupos separatistas que intencionalmente han sido más que aupados, apoyados, e intervenidos militarmente por Rusia: Georgia, Chechenia, Kirguizistán, Crimea de Ucrania.

Además del conflicto producido en el Donbás hace 8 años, hacia marzo de 2014, Rusia se anexionó la península de Crimea, que había formado parte de la anterior república soviética de Ucrania. El 22 de febrero de 2014 el presidente de Ucrania, Viktor Yankovich al ser depuesto por la rebelión civil que exigía con su dimisión su avance hacia su integración con Europa. Este mandatario pro ruso, refugiándose en Rusia, mostró lo que en el fondo sucede. Entonces grupos armados prorrusos tomaron la sede del gobierno regional en Crimea, con la anexión que Rusia produjo luego; después de un referéndum fabricado por estos en la península, y no reconocido por Ucrania ni la comunidad internacional.

Puede ser dolorosamente antipático para sus miembros el verificar que las declaraciones de Donald Trump ante sus colegas de la OTAN con relación a la dependencia energética frente a Rusia; a quien pagan una alta factura de aproximadamente de 285 millones de dólares diarios por petróleo (según informe de la organización ecologista Transport & Environment, T & E). Aún con la invasión rusa a Ucrania, y ante las graves consecuencias del impacto que las sanciones de la UE al invasor causarían a su sector energético, T&E cifra en 104.000 millones de euros el importe que sumaron las exportaciones rusas de crudo a Europa y al Reino Unido durante el año pasado, muy por encima de los 43.400 millones de las compras de gas natural ruso.

Para un «embargo global del petróleo ruso» con base en la dependencia del continente europeo en su conjunto del suministro ruso, se establece que «no es insalvable». La mayoría de las importaciones de petróleo que Europa realiza son a través de barcos petroleros y puertos, y solamente entre 4% y 8% del suministro de petróleo de Europa proviene de oleoductos rusos.  Esto lo que significa es que es factible obtener petróleo en otros lugares a corto plazo. Sin embargo, la asociación asegura que sustituir el crudo ruso no resolverá la dependencia a largo plazo de Europa del petróleo. Creen indispensable atender las afectaciones del mercado del petróleo, que incluyen el aumento de días de trabajo desde casa,  lo que implica el descenso diario del uso de vehículos, así como la redirección de los fondos europeos a impulsar la compra masiva de vehículos eléctricos, entre otras. La aceleración de programas de mayor electrificación para reducir el consumo de petróleo y evitar la dependencia de las importaciones rusas es lo que vendrá según estas previsiones.

Biden, quien está de viaje a Polonia, llevó la promesa de un Estados Unidos que buscará formas de aumentar los suministros de gas natural licuado a Europa, “no en cuestión de años, sino en cuestión de meses”.  Este sábado, antes de volar de vuelta a Washington, Biden se reunirá en Varsovia con su homólogo polaco, Andrzej Duda, reforzando el compromiso de sus esfuerzos unidos del mundo libre para defender al pueblo de Ucrania» y promover «un mundo anclado en principios democráticos», según la Casa Blanca.

Para nosotros los países sometidos al dominio de tiranías, como la de Venezuela, Cuba, Nicaragua y ahora a la tiranía de una Rusia invasora de Ucrania, requerimos que se haga coherente y consistente también una promesa conjunta de defensa solidaria de la libertad y la democracia como causa universal en América. Lograr nuestra liberación con cambio de régimen dictatorial para volver a ser parte de los suministros seguros de energía y otros rubros fundamentales para la civilización de una humanidad respetuosa del derecho internacional y de los derechos humanos.

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@gonzalezdelcas


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